La recopilación y venta de datos es el negocio que más crece en Estados Unidos

La extracción de información personal genera ingresos anuales por la enorme cifra de u$s 76.000 millones, cifra que aumentó 44,9% en los últimos dos años

¿Cuál es el sector de la economía que hoy más crece en Estados Unidos? La respuesta es la recopilación, análisis y venta de nuestros datos digitales.

La extracción de datos personales de norteamericanos genera ingresos anuales por la enorme cifra de u$s 76.000 millones no sólo para los usuales sospechosas Big Tech, sino muchas otras compañías, según un nuevo estudio encargado por el centro estrategias para demócratas Future Majority.

El estudio, que fue elaborado por la consultora en seguridad y economía Sonecon, señala que las ventas derivadas de la recopilación de datos aumentaron 44,9% en los últimos dos años. Ese es un ritmo de crecimiento superior al de la publicidad online, el procesamiento de datos y la misma industria de servicios informáticos, según la Oficina de Análisis Económico. Esta categoría tiene una tasa de crecimiento bianual de 24%. Si la actual tendencia se mantiene, nuestros datos valdrán u$s 197.000 millones en 2022, más que el valor total de la producción agrícola de Estados Unidos.

Eso es extracción de recursos a escala masiva. Si los datos son el nuevo petróleo, Estados Unidos es la Arabia Saudita de la era digital. Las compañías dueñas de exitosas plataformas online son las nuevas Aramco o ExxonMobil.

Google, Facebook, Microsoft, Amazon, Verizon y Twitter perforan para obtener su petróleo digital observando todo lo que hacemos y decimos por Internet. Luego monetarizan esa información vendiéndola en forma de publicidad personalizada.

Mas de la mitad del valor de la publicidad online está en los avisos personalizados, según Robert Shapiro, coautor del estudio de Future Majority. Google y Facebook igual ganarían dinero sin saber lo que la gente escribe en sus emails o publica en comunidades online. Pero sería mucho menos. "El modelo de negocios es reunir y vender datos personales por medio de publicidad personalizada. No es una actividad complementaria", señaló Shapiro.

Pero las plataformas tecnológicas no son las únicas que están en el negocio de la extracción de recursos digitales. Los brókers de datos como las agencias de informes crediticios, junto con las firmas de datos médicos y compañías de tarjetas de crédito, recaban y venden todo tipo de información personal sensible a otras empresas y organizaciones que no tienen la escala para hacerlo por si solas. Entre ellas se encuentran cadenas de venta minorista, bancos, instituciones de créditos hipotecarios, universidades, organizaciones de beneficencia y, como si pudiéramos olvidarnos, las campañas políticas.

Ésa es una razón por la que no hemos visto más compañías fuera de Silicon Valley impulsando la acción antimonopólica contra las grandes compañías tecnológicas, ya que son las que compran lo que Silicon Valley vende. La llegada de la Internet de las cosas, donde sensores conectados a la web son introducidos en los objetos que nos rodean, ampliará exponencialmente las oportunidades para la extracción de recursos digitales. Todas las empresas están interesadas en ese negocio.

Sólo la semana pasada hubo una serie de propuestas en EE.UU. diseñadas a frenar a los gigantes digitales, desde un proyecto de ley que permitiría a los anunciantes unirse para negociar juntos cómo compartir los ingresos con compañías como Google y Facebook, hasta pedidos de mayor regulación de los medios online infantiles.

Queda claro que se necesitan urgente regulaciones nacionales sobre privacidad mucho más severas algo parecido a lo que aprobó el estado de California, que exige a las compañías permitir a los clientes optar por el tipo de recopilación de datos (y requiere que los padres elijan por sus hijos), e insiste en que se comunique con mayor claridad la manera en que las empresas utilizan los datos personales.

Me gustaría ver una Oficina de Protección al Consumidor digital, normas rígidas sobre la discriminación por algoritmos, y un sistema que garantice a los individuos que podrán acceder y comprender cómo se están usando sus datos personales, de la misma manera que nosotros hoy podemos hacerlo con nuestra capacidad crediticia.

También vale la pena analizar si las empresas que extraen nuestro petróleo digital no deberían pagar por eso. California también propuso que los recopiladores de datos paguen un "dividendo digital" a los propietarios de este recurso, que somos todos nosotros. Es similar a la manera en que Alaska y países como Noruega crearon fondos de riqueza en los que un porcentaje de los ingresos provenientes de materias primas se invierten para beneficio de futuras generaciones.

Los extractores pueden hacerlo. Google y Facebook tienen márgenes de ganancia de dos dígitos elevados porque no pagan por sus insumos, que son nuestros datos. Pero nosotros deberíamos ser dueños de nuestra propia información personal. Y si los extractores la utilizan, deberían compensarnos.

Si EE.UU. impusiera un pago de dividendo digital de 50%, por ejemplo, las cuatro mayores categorías de cosechadores de información — plataformas, brókers de datos, tarjetas de crédito y firmas de salud— tendrían que pagar a cada estadounidense que usa Internet u$s 308 en 2022, asumiendo que continúan los índices de crecimiento actuales, según Shapiro.

O los extractores podrían verse obligados a colocar una parte de ese dinero en un fondo público que invierte en educación e infraestructura. Sería una compensación justa por permitirles tener acceso al recurso más valioso del país.

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