La prensa debe mantener la cabeza fría en el Brasil de Bolsonaro

Sergio D´Avila, editor de Folha de Sao Paulo, habla de la necesidad de mantener el profesionalismo aunque el presidente los acuse de "publicar las noticias más falsas del país"

Los gobernantes populistas y "hombres fuertes" en poder desatan ataques verbales extraordinarios en contra de los medios críticos. Líderes como el fallecido Hugo Chávez de Venezuela y el presidente de EE.UU., Donald Trump, describen a la prensa como "enemigos del Estado" o "enemigos del pueblo".

El nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, no tardó mucho en unirse al club, atacando al diario paulista Folha de Sao Paulo, uno de los principales medios de comunicación del país.

Durante la campaña electoral, el político de extrema derecha declaró que "Folha", como se conoce comúnmente al diario, "publica las noticias más falsas de Brasil", y después de su victoria en octubre, dijo que "ese periódico está terminado".

El jefe de redacción, Sérgio Dávila, mantiene la calma, con respecto a ser el "bête noire" (la bestia negra) de Bolsonaro en lo que se refiere a la agenda noticiosa del periódico en esta nueva era para los medios brasileños. "Esto ya es un reto; ahora será más desafiante, pero al mismo tiempo muy emocionante", dice en las oficinas del diario en la ciudad de San Pablo.

A pesar de las "amenazas y ataques virtuales" que "llegan a miles", hasta ahora, nadie ha renunciado. "Éste es el mejor momento para ser periodista profesional en Brasil", agrega.

A diferencia de otros periódicos, Folha no respalda a los candidatos. Pero, explica Dávila, "sabíamos que íbamos a publicar historias críticas de todos los candidatos. Pero debido a una confluencia de factores, los informes más críticos que publicamos fueron sobre Bolsonaro".

En los meses previos a la elección más polarizada durante las tres décadas de democracia de Brasil, Folha publicó una serie de historias sobre los asuntos de Bolsonaro. Un artículo que tocó un nervio particularmente sensible en el campo del presidente vino de la periodista estrella de Folha, Patrícia Campos Mello. Alegó que los partidarios del ex capitán del ejército, y en ese momento el candidato favorito, financiaron una campaña de "noticias falsas" a través de WhatsApp. La nota provocó una avalancha de críticas contra ella y Folha.

El periódico le pidió a la policía federal de Brasil que investigara los ataques y le recomendaron que cancelara algunos compromisos de trabajo por su seguridad. Bolsonaro demandó a Campos Mello y a los editores del periódico por presunta difamación y mal uso de un medio de comunicación. El caso aún está pendiente.

Después, algunos de los reporteros y fotógrafos de Folha fueron expulsados de las manifestaciones pro-Bolsonaro y excluidos de su primera conferencia de prensa como presidente electo.

Folha, dice Dávila, mejoró las medidas de protección para los periodistas: un departamento legal trabaja las 24 horas en caso de que un reportero sea amenazado verbal o virtualmente, y proporciona seguridad personal si alguien está escribiendo un reportaje que podría provocar ataques físicos.

"Claramente estamos en aguas inexploradas aquí. Bolsonaro está aprendiendo cómo tratar con la prensa, y la prensa está aprendiendo cómo tratar con él", dice Dávila. "Pero hay un sentimiento de que estamos haciendo historia al cubrir un cambio cultural y político haciendo lo que sabemos hacer: periodismo profesional, crítico".

La relación con Bolsonaro no es la primera experiencia de este tipo que tiene Folha en sus 97 años de historia. En febrero de 1990, poco después de asumir el cargo, el ex presidente Fernando Collor de Mello envió a la policía y agentes de ingresos para realizar una redada en las oficinas del periódico. El encarcelado ex presidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva también criticó a Folha.

Casi una cuarta parte de los periodistas de Folha tienen menos de 25 años y él siente que están listos para tratar con un presidente belicoso que tiene experiencia en las redes sociales. Bolsonaro no sólo realizó la mayor parte de su campaña a través de Facebook, sino que también hizo anuncios del gabinete en Twitter, sin pasar por los medios tradicionales. "Nuestros periodistas más jóvenes están más comprometidos con las redes sociales y ésa es una ventaja que tenemos ahora", sostiene Dávila.

El editor de 53 años de edad admite que no es tan experto en tecnología como sus reporteros más jóvenes. Estudió historia, literatura y periodismo en San Pablo y pasó un año como becario en la Universidad de Stanford. Se unió a Folha en 1993 y trabajó en EE.UU. en 2000, donde cubrió los ataques del 11 de septiembre, la guerra de Irak y el ascenso de Barack Obama. En 2010, regresó a San Pablo para administrar una fuerza laboral de 300 periodistas.

Ahora se enfrenta a un presidente verborrágico que durante años respaldó la tortura y dijo que la homosexualidad podría ser eliminada a través de golpes de los niños gay. Dávila dice: "odos los días tengo que decirle a la redacción que Bolsonaro no es nuestro enemigo, no somos la oposición a su gobierno. Reportaremos lo que lo que haga bien o mal para el país".

Reporteros sin Fronteras ya advirtió sobre "los tiempos oscuros por delante" para la libertad de prensa en Brasil; Bolsonaro ya amenazó que Folha ya no recibirá dinero de publicidad de su gobierno.

Para Folha, eso puede no ser un gran problema ya que los fondos del gobierno representan menos del 5% de los ingresos por publicidad. El resto proviene de anunciantes privados, suscripciones y ventas de puestos de periódicos en un país de 209 millones de personas.

Al parecer, Folha recibió un impulso por ser tanto el perro guardián como el chivo expiatorio de Bolsonaro. Según el Instituto Verificador de Comunicaciones -una oficina de auditoría-, en el mes de la elección, el sitio web de Folha recibió casi 64 millones de visitas y 471 millones de páginas vistas, un récord. Esto lo puso muy por delante de sus competidores, O Estado de Sao Paulo y O Globo, con sede en Rio de Janeiro. La circulación de periódicos impresos llegó a casi 112.000, y las cifras combinadas lo convirtieron en el periódico más leído del país.

Otavio Frias Filho, el hijo del hombre que compró Folha en 1962, murió a fines de agosto, cuando Bolsonaro estaba al alza. El periódico terminó en manos de su hermana, la experimentada columnista María Cristina Frías. "Dijimos que éste era el momento Katharine Graham de Maria Cristina Frias", dice Mello, refiriéndose a la difunta editora del Washington Post, quien se enfrentó a la administración de Nixon con éxito.

Dávila dice: "Desde el punto de vista de un gerente de redacción y de un editor, tenemos que mantener el equilibrio. Por un lado, debemos estar alertas porque estamos bajo amenaza, lo cual es algo nuevo. Por otro lado, tenemos que asegurarnos de que el periódico se mantenga independiente".

Temas relacionados
Más noticias de Brasil

Las más leídas de Financial Times

Destacadas de hoy

Noticias de tu interés