La política británica comienza a tomar el camino de Grecia

El Brexit generó temblores en el Reino Unido. Las internas arrecian tanto en filas conservadoras como en las laboristas. Escocia quiere replanetar su unión con Londres

Los riesgos económicos del Brexit estaba bien enumerados. Los peligros políticos se ignoraron. La decisión de salir desafía a la mayoría del parlamento. Su legado es un gobierno conservador sin timón, una oposición en guerra civil y una clase política que no sabe qué hacer. Ésta es una nación que está abandonando su derecho a ser una de las democracias más estables del mundo.


Al poeta WB Yeats le preocupaba que el centro no resistiera. En Gran Bretaña, lo circunvalaron. Cerca de dos tercios de los miembros del parlamento (MP) se oponían a levantar el puente levadizo. Ahora tendrán una Gran Bretaña aislada.


Después de la renuncia de David Cameron como primer ministro, el dividido partido Tory quedó esclavo del nacionalismo inglés. Escocia está pensando otra vez en la independencia. El partido laborista tiene en Jeremy Corbyn un líder perfectamente descripto por su convicción de que la Venezuela de Hugo Chávez fue un éxito del socialismo. El sistema británico de dos partidos hace tiempo que sufre temblores. Ahora se está astillando.


Boris Johnson era considerado el favorito para suceder a Cameron. Pero el ex alcalde de Londres se retiró después de que una ruptura con su compañero de campaña por el Brexit Michael Gove inclinara la balanza hacia Theresa May, la secretaria del Interior que se mostró tibia defensora de Permanecer en la UE durante el referéndum. En una carrera de cinco caballos, May –que probablemente sea la figura más sólida para los activistas del partido Tory, que tendrán la decisión final sobre el liderazgo– surgió como la favorita.


Las cosas no están mucho mejor en la izquierda. Tres cuartas partes de los miembros del parlamento (MP) laboristas han votado por rechazar a Corbyn pero, respaldado por los activistas de extrema izquierda y sindicalistas, él se niega a moverse. El resultado bien podría ser una ruptura irrevocable entre los MP y el partido en general. A eso se le agrega el precario estado de la unión del Reino Unido, ahora que Escocia teme quedar afuera de la UE.


La economía no brinda ánimo. Por el contrario, Gran Bretaña se dirige hacia una pronunciada desaceleración y probablemente una recesión. Dado el riesgo político, ¿por qué alguien invertiría antes de ver cómo es la vida post Brexit?


Tal como señala Llewellyn Consulting, el panorama para los servicios financieros es "horrible", mientras los grandes déficits presupuestarios y externos dejan a Gran Bretaña vulnerable a la fuga de capitales. En el mediano plazo, se esperan dolorosos recortes de gastos y subas de impuestos. No, George Osborne –el canciller pro UE– no mentía en la campaña.


Por todo esto, debería ser evidente que antes de una elección general no habrá ninguna negociación seria con Bruselas. El referéndum expresó el deseo del electorado de abandonar la UE, pero no dice nada sobre qué debería reemplazarla. Sin embargo, cualquier primer ministro nuevo, incluyendo May, también carecerá de legitimidad política para negociar un acuerdo con sus 27 pares.


Es posible que una elección general no resuelva nada. La fragmentación de la política deja a los dos partidos grandes peleando por obtener una mayoría, en el mejor de los casos. Este es el peor momento. A la parálisis preelectoral podría seguirle una parálisis pos elección.


Muchos Tories de centro tienen más en común con sus contrapartes del lado laborista que con los nacionalistas que quieren abandonar la UE; y, asimismo, los laboristas de mitad de camino están más cerca de los Tories pro Europa que del socialismo de estado de los ‘70 que promueve Corbyn.


Los realineamientos políticos no se producen a menudo en la política británica, principalmente porque el sistema electoral de mayoría directa ha sido despiadado con los terceros partidos. Pero quizás se esté abriendo un espacio para una nueva alternativa pro Europa –compasiva socialmente y liberal en cuanto a la economía– al viejo nacionalismo y al socialismo de extrema izquierda. La espera, por supuesto, sería irritante para los antiguos socios de Gran Bretaña. Europa no puede darse el lujo de tener otro año de incertidumbre. Pero al menos Berlín, París y el resto ya tuvieron la experiencia de lidiar con Grecia.

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