La línea dura de la Iglesia enfrenta al Papa "populista"

La postura del pontífice en cuestiones sociales, como el apoyo a los refugiados musulmanes, suscita la abierta oposición de los sectores católicos conservadores dentro y fuera de los muros vaticanos

La mañana del 4 de febrero los ciudadanos romanos se despertaron con un espectáculo inquietante. La capital italiana amaneció empapelada con centenares de afiches que mostraban al Papa Francisco con un rostro sombrío. Debajo aparece una leyenda en la que se critican las reformas supuestamente autoritarias implementadas por Francisco en la Iglesia Católica. "Francisco", decían los carteles, en dialecto romano, "¿dónde está tu misericordia?".
En el Vaticano, donde faltar el respeto en público al Papa es tabú, hubo un desconcierto generalizado. Un funcionario calificó el hecho de "un ataque político italiano de bajo nivel". Otros fueron más allá. "Estos métodos de afiches anónimos son obra del demonio, que quiere dividirnos", sostuvo Marc Ouellet, cardenal canadiense y prefecto de la congregación de obispos.
Hasta ahora, las autoridades italianas no dieron con los autores de la artimaña. No obstante, se especula que la pegatina apuntó a la oposición cada vez más estridente al pontificado reformista de Francisco encabezada por los católicos conservadores fuera y dentro de los muros de la Ciudad del Vaticano.
Envalentonados por el auge del populismo de derecha en todo Occidente, como la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos, los críticos internos intensificaron los ataques contra el tono más suave del Papa sobre los temas sociales, así como las políticas de apertura hacia los refugiados musulmanes y el apoyo a la acción contra el cambio climático. Tras casi cuatro años de haber sido elegido como un Papa no europeo capaz de infundirle un nuevo impulso al catolicismo de todo el mundo, es probable que Francisco se esté enfrentando al ataque más grave en su contra.
Entre los críticos del Papa se incluye Roberto de Mattei, historiador y presidente de la Fundación Lepanto, un grupo con sede en Roma, que lleva el nombre de la batalla naval de la Santa Liga de 1571 contra el Imperio Otomano. En la pequeña oficina de la organización, en Aventine Hill, donde hay un retrato de Pío IX, el pontífice del siglo XIX conocido por su oposición al modernismo, el liberalismo y el secularismo, de Mattei alberga una larga lista de quejas contra el octogenario pontífice argentino.
"El Papa Francisco alentó el relativismo en la Iglesia, pasó a estar casi obsesionado con la acogida de los inmigrantes, no comprendió que el Islam es una religión agresiva a la que hay que confrontar y buscó marginar a cualquiera que estuviese en desacuerdo".
"La Iglesia Católica está en un estado de confusión sin precedentes", sostiene de Mattei. "Hay una falta de orientación y claridad que conduce a tensiones y divisiones y allana el camino hacia una escisión. Conocí a varios cardenales, obispos y sacerdotes que expresaron en privado su descontento con la dirección de este papado".

La resistencia oculta

Es muy probable que la descripción de la confusión que realizó de Mattei sea exagerada. El Papa Francisco sigue gozando de extraordinarios niveles de popularidad -incluso en Estados Unidos- y muchos expertos del Vaticano afirman que la disidencia está confinada a círculos tradicionalistas que están en desacuerdo con la realidad y que siguen furiosos con las reformas implementadas por el Concilio Vaticano II en los años sesenta.
Pero el Papa y sus aliados ciertamente tomaron nota de los disturbios. En un discurso que dio en diciembre a la Curia romana, Francisco reconoció una resistencia "oculta" de "corazones temerosos y endurecidos", así como una "resistencia malévola" basada en "intenciones desagradables". Diez días después de la aparición de los afiches, su consejo de cardenales, compuesto por nueve miembros, emitió una declaración pública muy inusual de apoyo a Francisco, una muestra de que consideraron que era hora de contraatacar.
"En relación con los acontecimientos recientes, el Consejo de Cardenales expresa su pleno apoyo a la labor del Papa, asegurando al mismo tiempo la plena adhesión y apoyo a su persona y su magisterio", rezaba la declaración.
La principal causa del descontento conservador fue una medida adoptada por el Papa en abril que permite que los católicos divorciados y vueltos a casar -en ciertas circunstancias- reciban la comunión, que les había sido prohibida.
La medida, incluida en una exhortación apostólica llamada "Amoris Laetitia" o "La alegría del amor", puede haber parecido un cambio menor en dirección a un acercamiento más tolerante a la naturaleza cambiante de la familia. Por otra parte, era coherente con la filosofía del Papa Francisco de detener el declive de la Iglesia en el mundo desarrollado, haciéndola más accesible tras décadas de escándalo y rigidez pastoral.
Pero los críticos consideraron que desafiaba la doctrina central sobre la indisolubilidad del matrimonio y la pecaminosidad del adulterio. Cuatro cardenales incluso tomaron la inusual decisión de desafiar la medida del Papa Francisco pidiéndole que aclare cinco dudas, o "Dubia", sobre la propuesta, en una carta publicada en noviembre. Entre ellos estaba Raymond Burke, el exarzobispo de St. Louis, Missouri, que se ha convertido en la cara de la oposición a Francisco. El cardenal Burke ha establecido vínculos con Stephen Bannon, asesor principal de Trump, y hace poco se reunió con Matteo Salvini, el líder de la Liga Norte italiana, que tiene un discurso antieuro y antiinmigración.
"Hace un año, los liberales desestimaban alegremente al cardenal Burke, diciendo que no tenía mayor importancia. En la actualidad, es uno de los cardenales más influyentes. ¿A quién más conoce y respeta el consejero más importante de Trump?", señala una persona cercana a los críticos internos del Papa.
Pero "Amoris Laetitia" dista de ser la única fuente de malestar con el Papa. Las críticas de Francisco al capitalismo desenfrenado y la encíclica de 2015 sobre el ambientalismo y el cambio climático -Laudato Si-en particular no fueron bien recibidas entre algunos conservadores, quienes reafirmaron su creencia de que el pontífice es izquierdista en lo que se refiere a cuestiones económicas. En el desfile de carnaval de la ciudad toscana de Viareggio, celebrado la semana pasada, una carroza mostraba al Papa Francisco levantando un puño cerrado y sosteniendo una hoz y un martillo en la otra mano.
Entretanto, con más de un matiz de islamofobia, los críticos rechazaron rotundamente la actitud sumamente firme de Francisco en favor de los inmigrantes y los refugiados, argumentando que constituye una amenaza para las raíces cristianas de Occidente. El problema es que los musulmanes aspiran a la expansión, dijo el cardenal Burke en una entrevista con Il Giornale, un periódico conservador italiano, en octubre. Toda la historia de la presencia islámica en Europa es un intento de conquistarla.
Massimo Introvigne, del Centro para Estudios sobre las Nuevas Religiones, con sede en Turín, señala que, si bien la coalición anti-Francisco no es unitaria, entre los disidentes hay un denominador común adicional: un gran aprecio por la Rusia del presidente Vladimir Putin. "Lo ven como alguien que defiende la tradición, dados sus ataques contra la inmigración y los homosexuales", agrega Introvigne.

Acorralado en lo oscuro

Según Massimo Faggioli, profesor de teología de la Universidad de Villanova, la oposición se ha vuelto más extrema pero no necesariamente más fuerte.
"Comenzó en el matrimonio y la familia y ahora se acorraló en este lugar oscuro con xenófobos y antimusulmanes", sostiene Faggioli. "Esto nunca conseguirá un gran número de seguidores católicos. Si apuestan su dinero a esto, es una mala apuesta".
En enero, el Papa Francisco logró una gran victoria frente a sus rivales después de obligar a los Caballeros de Malta, la soberana orden católica que realiza trabajos humanitarios en todo el mundo, a reincorporar a su gran cancillr -equivalente a un primer ministro- tras haberlo despedido por encabezar la distribución de condones en Myanmar.
El cardenal Burke, patrón de la Orden de Malta, había apoyado el despido, lo que convirtió el asunto en la encarnación de las divisiones en el seno de la Iglesia. La exitosa intervención del Papa Francisco fue una demostración de fuerza; no obstante, para los críticos, fue simplemente la última prueba de la mano dura y el desprecio implacable del pontífice hacia los disidentes. El gran maestro de la orden se vio obligado a dimitir.
Los partidarios del Papa opinan que es injusto calificar a Francisco de arrogante. El documento "Amoris Laetitia" se publicó después de dos años de debate dentro de la Iglesia, incluyendo dos sínodos o reuniones de obispos.
Y hace poco Francisco adoptó medidas para reincorporar a miembros de la Sociedad de San Pío X, la tradicional fraternidad de sacerdotes que fue la causa de la última gran división dentro de la Iglesia después del Concilio Vaticano II. "(El Papa) está abierto a diferentes interpretaciones del catolicismo, siempre y cuando uno sea leal a él y no le apuñale por la espalda", sostiene Faggioli.
Reconocen que, si bien no puede evitarse cierto grado de resistencia, es poco probable que el pontífice ceda a la presión.
"Está tratando con una cultura que es reacia al cambio. No se puede esperar que suceda de la noche a la mañana, que es básicamente el tiempo que representan cuatro años en el Vaticano", afirma un funcionario. "Lo que está pidiendo es enorme. Es un replanteamiento total. Pero cabe esperar que cualquiera quede afuera".
Más allá de que los opositores sean una marea creciente o solo unos cuantos grupos aislados, la naturaleza de algunas de las críticas del Papa Francisco -alimentadas por blogs y medios de comunicación social- fue sorprendente. Algunos sitios web católicos de habla inglesa, como One Peter Five (1P5) y Rorate Caeli, suelen publicar acusaciones contra el pontífice. En un artículo reciente de 1P5, se criticaban las conexiones del Papa Francisco con George Soros y Jeffrey Sachs, mientras que Phill Lawler, director del sitio web Cultura Católica, dijo que el papado de Francisco requería una "intervención" inmediata.
"¿Hubo alguna vez un pontífice romano que mostrara tanto desprecio por lo que la Iglesia siempre ha enseñado, creído y practicado?".
En Italia, Antonio Socci, autor y blogger católico, llamó la atención al afirmar que el Papa Francisco ostenta su cargo de manera ilegítima dadas las irregularidades que tuvieron lugar en el cónclave que lo eligió, haciéndose eco del movimiento "birther" respaldado por Trump para deslegitimar la presidencia de Barack Obama.
Riccardo Cascioli, editor de La Nuova Bussola Quotidiana, un sitio web italiano que critica al Vaticano bajo el pontificado de Francisco, escribió recientemente una columna en la que citaba quejas sobre la invitación de Paul Ehrlich, defensor del control poblacional, a una conferencia en el Vaticano. "Pablo VI profetizó que el sentimiento no católico se convertiría en mayoría en la Iglesia y ahora se está arraigando", señala Cascioli.

La presión de la tradición

La semana pasada, en la audiencia general en la Plaza San Pedro, los fieles católicos parecían no sentirse perturbados por la reacción, y se mostraban satisfechos con su líder.
"Es genial ver que (Francisco) es diferente y no se doblega ante la presión de la tradición", sostiene Bella Friedrich, una estudiante de 22 años de Alemania. "Todavía es muy poderoso haciendo lo suyo y especialmente gracias al apoyo de la gente".
Un funcionario del Vaticano sostiene: "La mayoría de la gente sigue adelante. Hay numerosos laicos que dicen ¡Ey, esto es genial. Nunca me sentí tan bien recibido en la Iglesia!".
Sin embargo, para de Mattei y otros críticos del Papa, basta una aclaración. "El Papa es el vicario de Cristo, el representante de Dios en la Tierra, pero no es el 266º Cristo en la Tierra", señala de Mattei. "Si habla o actúa mal, puede ser criticado, con el debido respeto a su cargo supremo".

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