INDIA, Estimular la producción, el reto del otro ‘gigante asiático’

En 2015, India superó a China y se convirtió en el país de crecimiento más rápido del mundo. Pero dejar de ser un país pobre requiere de cambios mayores, empezando por impulsar el sector manufacturero

El escenario estaba listo para un relanzamiento exitoso del programa Make in India, la gran movida del primer ministro Narendra Modi para transformar al país en una potencia manufacturera... claro, esto fue así hasta que el escenario se prendió fuego.
La tarde en Bombay empezó bastante bien; líderes empresariales extranjeros y celebridades locales se acercaban a la playa de Chowpatty para aplaudir la propuesta de Modi de impulsar un renacimiento de la manufactura al estilo chino. Pero después de que la estrella de Bollywood Amitabh Bachchan terminase de leer un poema, se desató el fuego en la base del escenario, y pronto se transformó en un incendio gigantesco, visible desde kilómetros.
No hubo muertos, pero la evacuación de emergencia no fue exactamente el comienzo que Modi esperaba, menos después de saber que el escenario se había fabricado en India. El resto del evento inaugural del 14 de febrero, destinado a impulsar el displicente sector manufacturero de India, fue mejor, con cientos de empresas extranjeras que asistieron a un jamboree en el distrito financiero de Bombay.
Amitabh Kant, el carismático funcionario público que había organizado el evento, estaba de excelente humor, tras haber asegurado Rs15 billones (u$s 219.000 millones) en contratos de fabricación. "Make in India Week en Bombay ha sido un éxito rotundo", sostuvo.
Modi estaba plenamente de acuerdo. "Make in India se transformó en la marca más importante que India alguna vez haya creado", afirmó en su discurso de apertura. "Queremos que India se transforme en un centro de manufactura global".
Es difícil subestimar la importancia de esa meta. El nivel de crecimiento de la economía en India es de 7% o mayor. Este año superó a China y se convirtió en el país de crecimiento más rápido del mundo, dejando fácilmente atrás a rivales como Brasil y Sudáfrica.
Sin embargo, la mayoría de los analistas cree que las esperanzas de India de alcanzar su meta de expansión de entre 8% y 10% en la próxima década, y finalmente pasar de la pobreza a la condición de país de ingresos medios, requieren cambios mucho mayores, empezando por una reorganización del sector manufacturero.
Para la economía mundial, hay mucho en juego. Con la desaceleración del crecimiento, muchos esperan que India pueda transformarse en una fuente de demanda mucho más grande. Sin embargo, desde el punto de vista de Nueva Delhi, resolver el enigma de la manufactura depende de un dilema mucho mayor: los empleos.
Casi 120 millones de personas ingresarán en la fuerza laboral hasta 2024, ya que India presenta, o quizás padece, un aumento sin precedentes de la población. La mayoría serán jóvenes sin experiencia o productores que se muden a las ciudades en busca de trabajo en fábricas como las que impulsaron el crecimiento de China. Si Modi no puede dar estos puestos de trabajo, perderá popularidad en las urnas, e incluso enfrentará malestar social.
"Este es el problema económico más importante que enfrenta India", afirma Rajiv Kumar, miembro senior del grupo de estudio Centre for Policy Research. "Si Modi entiende esto, puede cambiar el país. Pero, en términos de política, lo que importa son los empleos, muchos de los cuales provendrán exclusivamente del sector manufacturero, razón por la cual ejerce tanta presión".
Esta presión se intensificará la próxima semana, ya que la producción es la prioridad número uno en el presupuesto anual de India, mientras Modi asegura a los inversores mundiales que su programa de reformas no se ha agotado. En este sentido, tiene mucho trabajo por delante. La producción como porcentaje del producto interno bruto de India quedó estancada en 15% durante décadas, muy por debajo de China y otras economías asiáticas. Peor aún, el nivel de producción últimamente ha caído; lo mismo ocurrió con las exportaciones en virtud de la desaceleración mundial. Modi no podría haber elegido un momento más difícil para dar inicio a una campaña de producción liderada por las exportaciones.
Empresarios extranjeros se muestran optimistas. "Hoy en día invertimos en India la mitad de lo que invertimos en China, pero la tendencia en los próximos cinco años se inclina marcadamente hacia India", afirma Ed Monser, director ejecutivo de Emerson Electric, una empresa estadounidense de u$s 25.000 millones que fabrica sistemas de control para plantas industriales. Revela que Emerson gastará u$s 500 millones en los próximos años; de este modo, sumará cuatro fábricas a las 17 que ya tiene.
Otras empresas grandes que invirtieron en India incluyen a la automotriz estadounidense General Motors (u$s 1000 millones). Algunos grupos chinos de telefonía celular comenzaron a fabricar teléfonos en India también, y se espera que Apple haga lo propio en breve. Todo esto contribuyó a que la inversión extranjera directa alcance niveles récord el año pasado. Las entradas de capital podrían ser incluso mayores en 2016 (u$s 60.000 millones), según Goldman Sachs.
Modi sin duda quiere más. "Mi humilde consejo a los industrialistas: No esperen. No se relajen. Hay oportunidades inmensas en India", declaró este mes.
La desaceleración mundial no ayuda. El crecimiento de las exportaciones reales se frenó repentinamente el año pasado, tras alcanzar 20% en 2011. Muchas grandes empresas indias están sumidas en deudas y no están dispuestas a invertir en nuevas instalaciones para exportación. Arvind Subramanian, el principal asesor económico del Ministerio de Finanzas, sostiene que las empresas industriales más grandes están empezando a contratar más personal, en parte debido a que algunos estados mejoraron las reglamentaciones laborales. Pero, en promedio, las empresas indias siguen siendo mucho más pequeñas y menos productivas que sus rivales chinas. Más del 90% de los trabajadores están atrapados en el sector informal -donde están exentos de impuestos y no son supervisados por el gobierno-, el nivel más alto de Asia.
Además, hay problemas de índole más familiar: rutas deterioradas, puertos saturados, suministro de energía poco fiable, leyes laborales meticulosas e inspectores fiscales celosos. Modi afirma que solucionará todo esto, pero incluso sus aliados admiten que lo está haciendo muy lento.
No todo es culpa de Modi. Pranjul Bhandari, economista del HSBC, sostiene que alrededor de la mitad del freno de las exportaciones de la India se debe a factores como la debilidad de la demanda mundial o las fluctuaciones de la rupia. "Las perspectivas para las exportaciones no son muy alentadoras", escribió recientemente. Aun así, esta información puede verse como una causa de optimismo, dado que la solución a la otra mitad de los problemas los "cuellos de botella internos" está en manos de India.
Monser afirma que se está avanzando. Emerson solía tener que renovar cada año las licencias de cada una de sus 17 fábricas. Bajo la gestión de Modi, la compañía ahora recibe una autorización de "ventanilla única" que dura tres años. Aun así, siguen habiendo muchos otros problemas, y a menudo en lugares inesperados. "El movimiento de dinero en efectivo dentro y fuera del país es un gran problema", declara Monser. "Incluso mover dinero en efectivo de un estado a otro es un dolor de cabeza".
Hay otros problemas que forman parte más integral del sector manufacturero, que ha cambiado radicalmente desde que China abrió por primera vez sus zonas costeras de exportación a principios de 1980.
"Las tendencias mundiales en fabricación son inconfundibles", sostiene Tushar Poddar, economista de Goldman Sachs. "Esto implica menos gasto de capital, mayor inversión en software y menos comercio global, que parece haber alcanzado un récord en la época de la competencia por la integración de China en la economía mundial. Todo esto hace que sea difícil para India".
Todo esto dio origen a un debate más profundo: ¿India debería incluso implementar una estrategia exportadora agresiva? El año pasado, Raghuram Rajan, presidente del Banco de la Reserva de la India, argumentó en un discurso que Make in India (en español, Fabriquen en India) debería llamarse Make for India (en español,Fabriquen para India), dando a entender que las empresas extranjeras deberían apuntar al creciente mercado interno de la India, no a las exportaciones.
"Cuando analizamos Make in India, se corre el riesgo de suponer que implica un enfoque centrado en la fabricación, un intento de seguir la senda de crecimiento impulsado por las exportaciones que China siguió", sostuvo.
Las opiniones de Rajan son controvertidas, y muchos otros también declararon abiertamente que India debe seguir el camino de China.
Subramanian es crítico del argumento de Rajan. "En esto, creo que Raghu está completamente equivocado", afirma. "Nuestro objetivo es crecer 8-10%, lo que no va a pasar si no aumentamos el enfoque en las exportaciones. India debe seguir aumentando sus exportaciones de servicios, donde tenemos una ventaja competitiva, pero debemos exportar más productos manufacturados también".
Decirlo es más fácil que hacerlo. Por un lado, los crecientes vínculos entre servicios y manufacturas en las cadenas de suministro deben ayudar a India. Dado que empresas globales como Ericson o Emerson aspiran a mezclar servicios sofisticados con sus productos físicos, es bastante posible que miren a India, teniendo en cuenta sus fortalezas en ingeniería, investigación y TI. Sin embargo, estas áreas no crearán muchos puestos de trabajo, lo que sugiere que India debe apuntar, en cambio, a otros sectores de uso intensivo de mano de obra, como la fabricación de alimentos o el turismo.
Todo esto vuelve a centrar la atención en la importancia de Make in India y los dos futuros que enfrenta el país. Puede suceder que la visión de Modi prevalezca y se alcance el objetivo de impulsar la fabricación mediante una ágil transición industrial o bien, como parece más probable, que India se quede a medio camino, haciendo que la salida de la pobreza se logre con un sector manufacturero mucho más pequeño que el de cualquiera de las otras economías asiáticas más importantes. Entretanto, Modi tendrá que encontrar trabajo para los millones de trabajadores pobres.

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