Henrique Meirelles, el elegido para pilotear la crisis de Brasil

El nuevo Ministro de Hacienda debe enfrentar enormes presiones políticas y económicas

Cuando el nuevo líder de Brasil, Michel Temer, celebró su primera reunión de gabinete ayer, el orden en que se sentaron los 23 ministros no dejó duda alguna sobre sus prioridades.
A la izquierda del presidente interino, de frente al resto de los ministros, estaba su nuevo ministro de Finanzas, Henrique Meirelles, uno de los nombres más respetados en los círculos financieros de Brasil y la mayor esperanza del nuevo gobierno.
Meirelles, exitoso expresidente del banco central y expresidente del BankBoston de Estados Unidos, otorga credibilidad en política económica -el área más ausente en el anterior gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, quien fue suspendida el jueves en el marco de un proceso de destitución- al gabinete de Temer.
Si bien son pocos los que cuestionan la trayectoria de Meirelles -quien también fue un asesor superior del fondo estadounidense de capital privado KKR-, la pregunta es si será capaz de hacer frente a las presiones del Ministerio de Finanzas en un momento en que Brasil atraviesa su peor recesión en más de un siglo y Brasilia está dividida por el conflicto político.
Como muestra de lo difícil que se ha puesto la tarea en términos políticos, Meirelles es el cuarto ministro de Finanzas de Brasil en menos de dos años.
Durante su desempeño como presidente del banco central bajo el mandato del expresidente de izquierda Luiz Inacio Lula da Silva durante ocho años, entre 2003 y 2010, Meirelles gozó de la autonomía relativa que le concedió un líder capaz y popular que logró comandar una mayoría en el Congreso.
La economía también se encontraba en una situación mejor, favorecida por los vientos de cola del superciclo de los commodities y un ciclo de gastos y de crédito al consumo. Hoy en día, sucede todo lo contrario. El presidente interino Temer debe unir un escenario político compuesto por 35 partidos que se ha fragmentado por el golpe del proceso de destitución de Rousseff, que pasa ahora al Senado por un período máximo de seis meses.
El presidente interino se enfrentará a la presión de los numerosos partidos y facciones dentro de los partidos que le ayudaron a llegar al poder para proteger sus intereses y los de sus aliados en la industria y otras áreas.
Todo esto hará más difícil la tarea de Meirelles, que pretende frenar el déficit presupuestario a alrededor de un 10% del PBI, lo que a su vez está induciendo un aumento rápido e insostenible de la deuda pública bruta. Además de esto, precisa encontrar alguna manera de reactivar la economía, que se contrajo un 3,8% el año pasado. "Su trayectoria es incuestionable", declaró Neil Shearing, economista de Capital Economics. "El gran problema es, ¿puede tomar esa experiencia y traducirla a una etapa más política?"
En sus primeras declaraciones públicas tras asumir el cargo ayer, Meirelles, orador público prudente pero con autoridad, señaló que su prioridad era colocar el presupuesto en una senda sostenible mediante el recorte de gastos. No descartó la creación de nuevos impuestos y se comprometió a reducir rebajas de impuestos a la industria y obligar a las empresas que adeudan impuestos a pagarlos. "Vamos a reducir los gastos [y] privilegios de aquellos que no los necesitan", declaró en la red nacional de televisión Globo.
Y agregó: el gasto del presupuesto se mantendría en los niveles "nominales" previos, pero en términos reales se reduciría. También se comprometió a abordar la espinosa cuestión del sistema de pensiones de Brasil, un tema que lo llevaría a un conflicto directo con la izquierda y los sindicatos de funcionarios públicos.
Sin embargo, se comprometió a dejar en marcha los programas sociales, como la asignación mensual Bolsa Familia para las clases más desfavorecidas. "Los programas sociales, que no representan un costo significativo en el presupuesto, pero que son fundamentales para aquellos que los necesitan, se mantendrán", sostuvo.
Fuera de los mercados, la elección de Temer de los ministros causó indignación en todos los sectores de la sociedad. Marcos Pereira, un obispo evangélico que cree en el creacionismo, fue elegido inicialmente como ministro de Ciencia, lo que horrorizó a gran parte de la comunidad académica. Ahora ocupa el cargo de ministro de Comercio.
La ausencia de mujeres o negros entre los ministros designados también provocó críticas, alimentando las afirmaciones de que el nombramiento de Temer representa una forma de retroceso en lugar de progreso.
La ONU fue una de las primeras organizaciones que expresó su preocupación por el primer gabinete de Brasil compuesto en su totalidad por hombres desde la dictadura militar de la década de 1970. Nadine Gasman, representante de la entidad para la igualdad de género de la ONU en Brasil, declaró al diario Globo de Brasil: "La democracia solo es posible con la plena participación de las mujeres en posiciones de liderazgo y de toma de decisiones".

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