Fuga récord de capitales en Brasil por temor a políticas de Bolsonaro

El comportamiento caprichoso del presidente brasileño es lo que ahuyenta a los inversores extranjeros, pero también la paralización de la agenda de reformas y sus medidas económicas durante la pandemia

Los inversores extranjeros siguen retirándose en masa de los mercados de acciones y bonos de Brasil, asustados por el comportamiento del presidente de ultra derecha Jair Bolsonaro. Dicha fuga se produce incluso en un momento en que muchos otros mercados emergentes observan que están regresando las inversiones.

Esas salidas de capitales transfronterizas son muy superiores a las que se registran en la mayoría de las demás economías emergentes. Los inversores extranjeros retiraron u$s 11.800 millones del mercado de valores brasileño entre febrero y mayo y u$s 18.700 millones del mercado de bonos entre febrero y abril, el último mes del que se tiene información, según el Instituto de Finanzas Internacionales, una asociación que recopila datos de mercados emergentes.

Las salidas de capitales récord, dijo Mónica de Bolle, investigadora senior del Instituto Peterson de Economía Internacional en Washington, "reflejan los temores de los inversores sobre la evolución de la pandemia pero, sobre todo, el miedo al propio Bolsonaro como agente de crisis económica, política, institucional y sanitaria".

Los inversores extranjeros siempre se tomaron con cautela las promesas de disciplina fiscal de Bolsonaro, y el año pasado los fondos de a poco fueron abandonando el mercado de valores de Brasil. Pero desde marzo, el dinero extranjero huye de los activos brasileños, según el IIF.

Al mismo tiempo, los mercados emergentes en su conjunto observan que están regresando parcialmente los casi u$s 83.000 millones que se fueron ese mes, con cerca de u$s 23.000 millones que regresaron en abril y mayo, porque los inversores buscan mayores retornos que los que ofrecen las economías desarrolladas.

En Brasil, Bolsonaro está en medio de una crisis política que puso en tela de juicio su control del poder, y sigue ignorando la gravedad del coronavirus, aun cuando Brasil registra más de 500.000 contagios y se calcula que hasta ahora hubo 30.000 muertes.

La confianza de las empresas y de los consumidores se ha debilitado, lo que genera aún más presión sobre las ya deterioradas finanzas públicas del país. Según la última encuesta semanal del banco central a los economistas del mercado, se proyecta una contracción económica de casi 7% para este año.

Los funcionarios del área de salud esperan que la primera ola de la enfermedad alcance su pico en Brasil entre julio y septiembre, lo que significa que será mayor el costo del paquete de apoyo de emergencia creado para aliviar las dificultades económicas derivadas de la pandemia. Alberto Ramos, economista latinoamericano de Goldman Sachs, estima que eso se traducirá en un déficit fiscal equivalente a 19% del PBI este año.

Eso obligó al ministro de economía Paulo Guedes, a dejar de lado su programa de reformas, lo que ha desconcertado a los inversores. Brasil solía ser el destino favorito para invertir porque prometía altas tasas de crecimiento económico y tenía encaminada la reforma fiscal. Sus tasas de interés elevadas permitían obtener buenos retornos mediante las operaciones de carry trade.

Sin embargo, incluso antes de la pandemia, el crecimiento se estancó y las tasas de interés cayeron. El banco central recortó su tasa de interés a 3% este mes, menos que la inflación anual y muy inferior al 14% de fines de 2016.

Ahora, comentó Paul Greer, gestor de carteras de renta fija de mercados emergentes en Fidelity International en Londres, "la macro está fea, no hay crecimiento y no hay carry; la situación fiscal está empeorando y, encima de todo eso, están el Covid-19 y la política complicada".

Hay desconcierto entre los inversores tras el despido de dos ministros de Salud y la renuncia de Sérgio Moro, el popular ministro de Justicia, en medio de las acusaciones de que Bolsonaro intentó interferir en investigaciones de la policía federal. El país se enfrenta ahora a la posibilidad de un desagradable e interminable proceso de impeachment o a una crisis constitucional dado que el presidente intensificó sus críticas al Supremo Tribunal.

Como resultado, dijo Robin Brooks, economista jefe de IIF, se observa una fuerte salida de los capitales invertidos en acciones y bonos de Brasil, que duplica el ritmo registrado en el inicio de la crisis financiera mundial en septiembre de 2008.

Esto sucede a pesar de que Brasil fue una de las pocas economías emergentes a las que la Reserva Federal de EE.UU. le abrió una línea de canje de divisas a raíz de la pandemia, lo que le otorgó rápido acceso a financiamiento en dólares. La Fed ha inyectado billones de dólares en los mercados financieros mundiales, lo que permitió a varias otras economías emergentes emitir nuevos bonos externos para ayudar a financiar su respuesta a la crisis.

Brooks sostiene que es la política brasileña lo que ahuyenta a los inversores, y también sus medidas económicas durante la crisis, en particular el plan del banco central de comprar bonos del Estado mediante un programa basado en la flexibilización cuantitativa de la Reserva Federal.

Sin embargo, Tony Volpon, economista jefe de UBS en San Pablo, señaló que mientras los extranjeros se retiran en masa de los mercados de acciones y bonos, los inversores brasileños han invertido aproximadamente la misma cantidad, porque ahora con las tasas de interés reales en territorio negativo salieron en busca de activos de mayor rendimiento.

"Los brasileños definitivamente son optimistas", afirmó.

Traducción: Mariana Oriolo

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