Financial Times: EE.UU. depende más del comercio con China que antes de la pelea

El acuerdo con Beijing para que China compre productos norteamericanos por u$s 200.000 millones refleja la ironía del esfuerzo trilateral de Washington con la UE y Japón

Ayer fue un gran día para el comercio mundial dado que Estados Unidos y China firmaron su acuerdo comercial de Fase Uno con China, lo que marca una tregua en las hostilidades entre las dos economías más grandes del mundo. Por supuesto, todos sabemos que la sustancia del documento es bastante superficial porque mantiene gran parte de los gravámenes y no aborda algunos de los mayores puntos de fricción en el comercio entre Norteamérica y China. Sin embargo, no se espera que nadie de ninguno de los países haga hincapié en esas deficiencias.

Sin embargo, el martes la administración de Donald Trump envió la señal a Beijing de que intentará mantener la presión sobre las prácticas comerciales chinas: firmó un acuerdo con la UE y Japón que tiene como objetivo proponer nuevos cambios a las normas sobre subsidios que aplica la Organización Mundial del Comercio (OMC).

El mejor acuerdo de la historia

"Hay dos opciones. Intentar desacoplar las economías, lo cual probablemente no sea práctico. O tratar de diseñar normas que funcionen para Estados Unidos y beneficien a Estados Unidos. Y eso es lo que el presidente decidió hacer". Robert Lighthizer, el representante de comercio norteamericano, salió en Fox Business Network esta semana pregonando la grandeza del acuerdo chino ante la base conservadora de Trump.

Sin embargo, el comentario también hizo referencia a otro de los proyectos de Lighthizer que tuvo un desenlace exitoso esta semana: un acuerdo con la UE y Japón, que había languidecido durante meses, apuntado a impulsar en la OMC normas más estrictas sobre el uso de los subsidios industriales.

En el encuentro "trilateral", que incluyó a Phil Hogan, el comisario de comercio de la UE, y a Hiroshi Kajiyama, ministro de economía de Japón, se decidió que era necesario agregar cuatro categorías de apoyo gubernamental a la lista de "subsidios totalmente prohibidos" en la OMC. Éstas incluyen las garantías ilimitadas, los subsidios a empresas insolventes o debilitadas que carecen de planes de reestructuración, los subsidios a empresas sin acceso a financiamiento privado en sectores con exceso de capacidad, y ciertos tipos de condonación de deudas. El pacto entre los tres aliados aborda otros temas, pero China fue claramente el objetivo de la medida, la cual no habrá pasado desapercibida para el viceprimer ministro Liu He, que ayer estuvo en Washington para firmar el acuerdo comercial de Fase Uno, ni para sus colegas.

Desde la perspectiva norteamericana, el anuncio del acuerdo "trilateral" con Bruselas y Tokio le ayuda a desviar dos críticas a su pacto comercial con Beijing. La primera es que la administración Trump no logró que China se moviera ni un centímetro en cuanto a los subsidios en sus negociaciones bilaterales, y la segunda es que EE.UU. no hizo lo suficiente para actuar con sus aliados y junto a ellos enfrentar a Beijing. Lighthizer en su defensa puede mencionar las conversaciones trilaterales.

Pero si bien a China hace tiempo que le preocupa la capacidad estadounidense de armar una coalición de países que se oponen a sus prácticas comerciales, probablemente no necesite preocuparse demasiado por la iniciativa trilateral por ahora. La presión plurilateral sobre Beijing sólo funcionará si EE.UU., la UE y Japón logran que muchos otros países -incluidas otras grandes economías emergentes- suscriban sus normas más estrictas sobre subsidios industriales. No sólo eso está lejos de estar garantizado, sino que podría llevar mucho tiempo lograrlo, y la OMC no se caracteriza por ser el foro de negociación más rápido. Las normas, por supuesto, se aplicarían a China sólo si Beijing las acepta, por lo que tiene muchas posibilidades de suavizarlas.

Pero incluso si cada uno de los miembros de la OMC aceptara un régimen más estricto en materia de subsidios industriales, ¿cómo podría aplicarse sin un sistema de solución de disputas que funcione y que incluya un órgano de apelación, el cual fue neutralizado por la administración Trump? Esa es una de las grandes ironías del esfuerzo trilateral de Estados Unidos. La otra es que el acuerdo comercial con China exige a Beijing comprar productos norteamericanos por la inmensa suma de u$s 200.000 millones, en muchos casos a través de empresas estatales que dependen de subsidios industriales.

Por lo tanto, Estados Unidos se puso en una posición en la que, podría decirse, depende más del comercio con las entidades respaldadas por el gobierno chino que antes del inicio de la guerra comercial de Trump.

Las importaciones estadounidenses cayeron el año pasado cuando se desató la guerra comercial -aunque los economistas aseguran que esa disminución se debe en parte a que las empresas siguieron deshaciéndose de sus existencias antes de que se apliquen los aranceles de Trump a los productos chinos y que, por lo tanto, podría ser temporaria.

Traducción: Mariana Oriolo

Temas relacionados
Más noticias de comercio

Las más leídas de Financial Times

Destacadas de hoy

Noticias de tu interés