Financial Times: Chile no pudo cumplir con su promesa de bienestar a los jubilados

Los manifestantes chilenos exigen una reforma del sistema previsional que cuando se creó fue elogiado como el "Mercedes-Benz" de los regímenes de pensiones.

Diez años después de retirarse, Patricia Azagra se considera una afortunada. A diferencia de muchos chilenos, tuvo un empleo estable durante casi toda su vida laboral e hizo aportes jubilatorios regulares durante más de 30 años.

Aún así, su jubilación mensual cercana a u$s 600 equivale apenas a un tercio de su último salario, y cerca de la mitad de lo que le prometieron cuando en los ochenta empezó a aportar al innovador sistema de pensiones chileno. Arreglarse sin ayuda de sus hijos es "imposible", contó.

"Gracias a Dios también tengo mi salud", afirmó la ex asistente social municipal de 75 años, que teme tener que depender del costoso sistema de salud privatizado de Chile. "Por supuesto que no puedo costear vacaciones ni nada que no sean los gastos más básicos. Cualquier cosa que me pase -¡chau!- caigo en la pobreza", agregó.

Su situación, aunque precaria, al menos es mejor que la de 44% de los jubilados chilenos que cobran menos que el salario mínimo de u$s 400.

Mientras chilenos de todas las edades salen a las calles a protestar por la constante pobreza y las injusticias sociales, la ironía para muchos es que el mismo sistema previsional que ahora le piden al presidente Sebastián Piñera que cambie fue alguna vez alabado mundialmente como motor de la prosperidad económica: el "Mercedes-Benz" de la previsión jubilatoria.

Chile fue el primer país en el mundo en privatizar el sistema previsional. Establecido hace casi 50 años durante la dictadura militar del general Augusto Pinochet, el modelo de aportes fue elogiado por instituciones como el Banco Mundial y considerado clave en la historia de éxito económico de Chile.

Sustentado exclusivamente por un aporte obligatorio de 10% por parte de los empleados, fue copiado por más de 30 países en América Latina, el sudeste de Asia y el este de Europa. Respaldado por los pagos regulares, el sistema de pensiones chileno creció y el embrionario mercado de capitales del país se fortaleció: los fondos de pensiones ahora superan los u$s 200.000 millones, o 80% del PBI. Esta evolución permitió que Chile se convierta en el país más rico de la región y que millones de personas salieran de la pobreza.

Pero el sistema está diseñado para beneficiar sólo a quienes se mantienen en el empleo formal durante la mayor parte de su vida laboral y, por lo tanto, pueden hacer los pagos regulares. El gran sector informal de Chile -que representa a un tercio de la población- significa que muchas personas aporta poco o nada durante sus vidas.

"Es un sistema que no funciona para la realidad de América Latina", dijo Andras Uthoff, un experto en pensiones en Santiago. El sistema privado "funciona bien para cerca de un quinto de la población, pero no para la vasta mayoría. Ellos quedaron olvidados", agregó.

"Chile nunca dejó el modelo (neoliberal) instalado por Pinochet y ahora está pagando el precio", dijo Andrés Solimano, economista y exdirector del Banco Mundial. "Ese modelo quedó obsoleto, necesita una actualización seria".

Analistas argumentan que una tasa de ahorro de 10% -casi la mitad de lo que se aporta en los países desarrollados- es demasiado reducida para ofrecer a los jubilados un ingreso decente. Las edades jubilatorias, de 65 años para los hombres y 60 para las mujeres, también son bajas, dado que la expectativa de vida subió en una década comparado con principios de los '80.

Gran parte del debate -y la rabia en las calles- se centra en los fondos de pensiones privados, que según los críticos generan ganancias excesivas mientras al mismo tiempo pagan a veces jubilaciones irrisorias.

Fernando Larraín, director general de la asociación de administradoras de pensiones, afirmó que si todas sus ganancias fueran para los jubilados, eso equivaldría a menos de u$s 13 por persona. "Eso está muy bien, pero no resuelve nada", asegura, argumentando que lo que se necesita es que las jubilaciones sean mejores, lo que requeriría que al menos en parte fueran financiadas por el gobierno. "Hay una solución, pero es cara. ¿De dónde va a salir el dinero?".

Gobiernos anteriores han intentado modificar el sistema, para permitir algo de apoyo estatal para quienes tienen bajos ingresos. Desde 2008, el gobierno paga una jubilación básica a los trabajadores más pobres de apenas a u$s 150 mensuales.

Traducción: Mariana Oriolo

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