FT: el mundo debe estar alerta contra una posible guerra fría de tecnología

El último golpe en la guerra comercial entre Estados Unidos y China ha sido asestado, literalmente, sobre los escritorios de las oficinas del gobierno y organismos públicos chinos. Beijing ha ordenado la eliminación de equipos informáticos y software extranjeros en un plazo de tres años. Los compradores chinos tendrán que cambiar a proveedores de tecnología nacional.

El decreto normativo no es una sorpresa: las compañías tecnológicas chinas, en particular Huawei, han sido los principales blancos en la disputa comercial con EE.UU. La medida es una táctica de defensa preventiva para proteger la base de suministro interno de China. Washington, motivado por preocupaciones económicas y de seguridad, les prohibió este año a las empresas estadounidenses hacer negocios con Huawei.

En realidad, ambas partes tienen mucho que perder. China, cualquiera sean sus avances en materia de investigación tecnológica, todavía depende mucho de los conocimientos e importaciones del extranjero. Mientras tanto, Estados Unidos, al perseguir una agenda proteccionista bajo el mandato del presidente Donald Trump, podría terminar impulsando la innovación en China en lugar de obstaculizar su progreso. También hay un significado más amplio. La desvinculación de los sectores tecnológicos entre ambos países se está haciendo realidad. El peligro es que esta desvinculación se convierta en un distanciamiento gigante, que divida Internet en esferas dominadas por Estados Unidos y China.

Beijing ha estado siguiendo una agenda de desvinculación durante más de una década. Durante mucho tiempo ha visto la autosuficiencia a través del prisma de la seguridad nacional. El país bloqueó los servicios de Google y Facebook, entre otros, aparentemente porque las críticas públicas al sistema político de China representan una violación de la seguridad nacional. Sin embargo, al mismo tiempo, el vacío del mercado lo han llenado grupos nacionales como Tencent.

Beijing debería considerar los riesgos de un cambio más radical hacia la autosuficiencia: el país está fuertemente integrado en las cadenas de valor de la tecnología con una gran parte de las exportaciones e importaciones mundiales. En el caso de los circuitos integrados y dispositivos ópticos, por ejemplo, las importaciones chinas superan la producción nacional de China en un factor de cinco, según un informe de McKinsey, la consultoría de gestión.

La nueva directiva parece tener fallas: ¿una impresora HP en una oficina del gobierno representa por sí misma una amenaza a la seguridad nacional? Los analistas cuestionan cuán fácil será implementarla; calculan que tendrían que cambiarse hasta 20 millones de piezas de hardware como resultado. Los expertos también advierten que será difícil reemplazar el software con alternativas nacionales; la mayoría de los desarrolladores crean productos para sistemas operativos de fabricación estadounidense, como Windows, de Microsoft, y MacOS, de Apple.

También para Estados Unidos hay mucho en riesgo. El deseo de proteger la seguridad nacional es comprensible, especialmente dada la estrecha relación entre las compañías tecnológicas chinas y el Estado. Los gobiernos occidentales tienen razón en ser cautos en cuanto a permitirle a Huawei construir sus redes de banda ancha 5G. Hay mucho más que intereses estratégicos involucrados. Sin embargo, aislar completamente a las compañías chinas no ayudará a la seguridad nacional. Ya están surgiendo señales de 'Internets' rivales, uno encabezado por EE.UU. y el otro por China.

El comercio de tecnología es diferente a los demás. Es un sector verdaderamente global, con cadenas de suministro altamente integradas. Funciona mejor cuando puede colaborar a través de las fronteras. Una brecha tecnológica entre EE.UU. y China afectaría a las compañías en todos los sectores y en todas partes del mundo. Tanto a Washington como a Beijing les interesa evitar una verdadera separación en la que las compañías tengan que elegir entre las regulaciones estadounidenses o las chinas. Robert Zoellick, un ex presidente del Banco Mundial quien ocupó cargos en administraciones republicanas anteriores, advirtió recientemente sobre los peligros de empujar a Beijing a un sistema separado con reglas diferentes. No hay ganadores en una guerra fría de tecnología.

Temas relacionados
Más noticias de guerra fría

Las más leídas de Financial Times

Destacadas de hoy

Noticias de tu interés