FT: Bolsonaro está cada vez más aislado dentro de su propio gobierno

Mientras los contagiados con el virus superan los 4500 y las muertes son más de 150, algunos legisladores ya piden la renuncia o el juicio político de Jair Bolsonaro.

Mientras Brasil entra en su tercera semana de cuarentena, el presidente Jair Bolsonaro empieza a impacientarse.

"El virus está ahí. Tenemos que enfrentarlo como hombres, maldita sea. Todos moriremos algún día", dijo el líder de derecha el domingo pocos días después de anunciar una nueva campaña que pedía a los ciudadanos romper el aislamiento y volver a sus puestos de trabajo.

El incumplimiento de las directivas internacionales por parte del mandatario lo ubica entre los líderes internacionales que ignoran la importancia de los riesgos que plantea el Covid-19, como el mexicano Andrés Manuel López Obrador y el bielorruso Alexander Lukashenko.

Pero el comportamiento de Bolsonaro también ha provocado una reacción que podría amenazar su futuro político y la estabilidad de la mayor democracia de latinoamericana.

La mayoría de los gobernadores de la nación, incluidos los que antes eran sus aliados, públicamente rompieron con el presidente. El Senado y su ministro de Salud lo contradicen. Y los residentes en cuarentena de las mayores ciudades de Brasil hacen cacerolazos nocturnos para expresar su descontento por el manejo de la crisis.

"Ya no podemos esperar más al presidente. Perdió todo contacto con los gobernadores, con los alcaldes. Hoy, la salvación del país en la lucha contra el virus está en manos del ministro de Salud", dijo José Nelto, líder del partido de centro Podemos.

Mientras los contagiados con el virus superan los 4500 y las muertes son más de 150, algunos medios de comunicación locales y algunos legisladores empezaron a pedir la renuncia o el juicio político de Bolsonaro.

"Lo que hemos observado en las dos últimas semanas es que hasta ahora se ve un desgaste incomparable del gobierno de Bolsonaro. Está aislado", dijo Eloísa Machado, experta en derecho constitucional de la Fundación Getúlio Vargas en San Pablo. "Es la primera vez que Bolsonaro enfrenta una resistencia colectiva y casi unánime de los gobernadores ante las medidas que ha adoptado. Y el Congreso y el Tribunal Supremo Federal también han expresado públicamente su preocupación."

La profesora Machado agregó que se comunicó con el fiscal general de Brasil para preguntarle por el temor a que Bolsonaro haya cometido un "delito de responsabilidad" al alentar a los ciudadanos a ignorar las medidas de salud pública. No cumplir con las pautas de vigilancia sanitaria es un delito contra la salud pública. E incitar a cometer un delito está penado por el derecho brasileño", comentó.

Los analistas sostienen que Bolsonaro impulsa el fin del aislamiento como un intento por reenergizar a su base de votantes, una mezcolanza de grupos conservadores, incluyendo fieles evangélicos que quieren que se les permita reunirse para rezar en las iglesias.

Pero también se ve como un intento de salvar el abismo entre el presidente y la inmensa pero marginada economía informal de la nación, que comprende a 38 millones de brasileños. Para estos ciudadanos, la paralización de la actividad en comercios y empresas los dejó sin ingresos.

"Tenemos que trabajar. Hay muertes, pero eso depende de Dios, no podemos parar", le dijo a Bolsonaro un hombre que cocinaba brochettes de carne, mientras el presidente recorría un suburbio carenciado de Brasilia. "Si no morimos por el virus, moriremos de hambre".

Sin embargo, la táctica de Bolsonaro podría disgustar a los brasileños de ingresos medios y altos que antes apoyaban su ideología de libre mercado pero que ahora temen por sus políticas de salud pública.

"El apoyo que recibe es cada vez más débil, y un juicio político podría entrar en la escena política en el mediano plazo. A corto plazo, creo que es muy improbable... Tiene sentido que sus enemigos lo desgasten," dijo Bruno Carazza, profesor de derecho en Ibmec en San Pablo.

Bolsonaro parece tener en la mira importantes encuestas municipales en Brasil este año. Si puede dominarlas, el ex capitán del ejército estará muy bien posicionado para la reelección en 2022.

Sin embargo, el presidente reconoce que una economía cerrada y atrapada en una profunda recesión probablemente no le genere votos.

"Lo único que le importa es salvar su gobierno y, sobre todo su imagen, de cara a las próximas elecciones", editorializó Estadão, uno de los principales diarios del país.

Mientras tanto, Folha de São Paulo, otro importante periódico, se preguntaba si un proceso de destitución podría ser lo único que lo detenga. Las figuras de la oposición están presionando para que renuncie.

Traducción: Mariana Oriolo

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