El recrudecimiento de la guerra comercial presiona los mercados

Hay señales de advertencia sobre la salud de la economía global. Los últimos aranceles que anunció el presidente de EE.UU. Donald Trump para los productos mexicanos cambian las reglas de juego en un momento en que el crecimiento global es frágil y hasta un shock macro contenido podría descarrilarlo. Los inversores se protegieron. Los bancos centrales deberían estar preparados para actuar.

Los profundos movimientos que la semana pasada registraron los mercados globales de bonos y acciones recalcan que el recrudecimiento de la guerra comercial podría tener significativas consecuencias. Las acciones globales tuvieron su peor mes desde diciembre; los sectores más expuestos al comercio global fueron los más castigados. Los rendimientos de bonos del gobierno se derrumbaron en general, lo que refleja que hubo una huida hacia los activos seguros.

Si bien la política comercial norteamericana demostró ser inconstante bajo la conducción de Donald Trump, el anuncio de que los aranceles podrían usarse para un "problema" totalmente diferente agrega otra complejidad. La decisión de Trump de fijar un arancel de 5% sobre los bienes mexicanos como respuesta a la inmigración ilegal dejó a los inversores preguntándose qué viene después con este presidente errático. Ocurre a pocas semanas de que el mandatario diera un abrupto giro en la guerra comercial con China, para consternación de Beijing y de los mercados.

Trump aún analiza fijar aranceles a las automotrices europeas y japonesas. Pero las recientes vicisitudes de su política comercial confirma que la posición norteamericana puede cambiar a la velocidad de un tuit.

Oficialmente, los aranceles a México no tienen que ver con el comercio, pero el país azteca tiene el mayor déficit bilateral con EE.UU después de China, y muy cerca Alemania y Japón.

No queda claro en qué medida la guerra comercial de Trump está afectando el crecimiento global. Impulsada por los recortes de impuestos, la economía norteamericana tuvo en 2018 su año más sólido desde 2015; y este año arrancó muy bien. Sin embargo, mientras el PBI de 3,1% del primer trimestre convierte a EE.UU. en la economía grande que más se expande, la composición del crecimiento es débil. La acumulación de inventarios hizo un aporte clave a la cifra total, lo que sugiere que no se espera que perduren esas sólidas tasas de crecimiento. Los datos sobre actividad industrial y bienes durables también han sido frágiles.

El impulso del crecimiento se ve débil en otros lugares. El renovado límite fiscal por el momento mantiene el desempeño económico de China, pero está empezando a atenuarse. Los datos más nuevos de actividad manufacturera mostraron que el sector se contrae y las ventas minoristas se encuentran en su piso de 16 años. En la eurozona, la economía alemana rebotó en el primer trimestre después de evitar por poco una recesión el año pasado, pero incluso ahí el panorama sigue siendo flojo.

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