El proyecto de ley tributaria que propone Trump fue desarrollado para los millonarios

La reforma claramente refleja las prioridades del Partido republicano en el poder

Cómo hace para ganar y mantener el poder, en una democracia de sufragio universal, un partido político dedicado a los intereses materiales del 0,1% que más obtiene de la distribución del ingreso? Ése es el desafío que enfrenta el Partido Republicano. La respuesta que ha encontrado es el pluto-populismo. Se trata de una estrategia desde el punto de vista político exitosa, aunque peligrosa. Y es la que le permitió a Donald Trump alcanzar la presidencia. Su fracaso podría llevar al poder a alguien más peligroso, más decidido. Esto es significativo para EE.UU. y, dado su poder, para el mundo en general.

Los proyectos de ley de reforma tributaria que están pasando por el Congreso demuestran los principales objetivos del partido. Según el Centro de Prioridades Presupuestarias y Políticas, en la versión del proyecto de la Cámara de Representantes, alrededor del 45% de las reducciones impositivas en 2027 se destinarían a hogares con ingresos superiores a u$s 500.000 (menos del 1% de los contribuyentes) y un 38% a los hogares con ingresos superiores a u$s 1 millón (alrededor del 0,3% de los contribuyentes). En la versión más prudente del Senado, a los hogares con ingresos por debajo de $75,000 les iría peor. Esto es, simple y llanamente, una reforma para los plutócratas.

Trump impulsa una reforma ambiciosa.

Y eso no es todo. El proyecto de ley también podría aumentar el déficit fiscal acumulado en alrededor de u$s 1,5 billones en la próxima década. Sin embargo, de acuerdo con la Oficina de Presupuesto del Congreso, una entidad independiente y respetada, la posición fiscal de Norteamérica ya se encuentra en un proceso de deterioro. Se proyecta que gasto aumentará del 21% del producto bruto interno (PBI) en 2017 al 25% en 2028-37. Los recortes de impuestos propuestos incrementarían la presión para recortar el gasto. El resultado que quieren los republicanos es bajar abruptamente casi todos los gastos discrecionales del gobierno federal que no sean de defensa, además de gastos en salud y seguro social.

En definitiva, entonces, éste es un decidido esfuerzo por trasladar recursos desde los estratos inferior, intermedio e incluso de medio superior de la distribución de ingresos estadounidenses hacia la cima máxima, combinado con enormes aumentos en la inseguridad económica para la gran mayoría de los contribuyentes.

La pregunta es ¿cómo es que gana poder un partido con esos objetivos? A fin de cuentas, podemos hallar tres respuestas que se apoyan mutuamente a esta pregunta.

El primer enfoque requiere encontrar intelectuales que argumenten que todos se beneficiarán de las políticas que ostensiblemente benefician a tan pocos. La economía del lado de la oferta, con su cerrado enfoque en la baja de impuestos, ha sido la principal teoría empleada, ya que directamente justifica tales reducciones en el caso de los extremadamente ricos. Pero no es verdad que los recortes tributarios de la era Reagan hayan desatado un aumento de la tendencia del crecimiento económico estadounidense. Dado que la economía se está acercando al pleno empleo, los beneficios del estímulo fiscal serían particularmente insignificantes.

Los partidarios de los recortes propuestos argumentan que las reducciones en el impuesto a la sociedades conducirán a un significativo aumento de la inversión empresarial. A continuación les presento dos poderosas pruebas de lo contrario: la proporción de las ganancias después de impuestos en el PBI estadounidense ya se ha casi duplicado desde principios de la década de 2000, sin ningún efecto beneficioso sobre la tasa de inversión; y el Reino Unido ha reducido progresivamente su alícuota del impuesto a las sociedades del 30% al 19% desde 2008, sin ningún beneficio identificable en materia de inversión. La rebaja del impuesto corporativo representa, simplemente, una simple ganancia imprevista para los accionistas. Si se quisiera elevar la inversión, se la podría convertir en completamente deducible de impuestos. La propuesta derogación del impuesto sobre la sucesión, que sólo beneficia a los herederos del 0,2% de las mayores herencias del país, realmente revela las claras intenciones del lado de la oferta. ¿Quién quiere argumentar que las personas viven más tiempo si a la muerte se le grava menos?

La segunda estrategia es abusar de la ley. Una manera de hacerlo ha sido dándole a la riqueza el papel primordial en la política que hoy en día tiene. Otra es suprimir los votos de las personas que probablemente votarán en contra de los intereses plutocráticos, o incluso privarlas de sus derechos.

El tercer enfoque es fomentar divisiones culturales y étnicas. Esto a veces se describe como la "estrategia sureña", la cual permitió que el Viejo Sur pase de las manos de los demócratas a las de los republicanos, después de que los primeros promulgaran los derechos civiles. Sin embargo, ésta es una visión demasiado limitada de la estrategia. De mayor interés es el eco del Sur de antes de la guerra. El Sur de la Guerra Civil era extremadamente desigual, no sólo en relación con la población en general, que incluía a los esclavos, sino incluso entre los individuos libres de raza blanca. Una medida estándar de desigualdad se elevó 70% entre los individuos de raza blanca en el período entre 1774 y 1860. Como señalan los académicos Peter Lindert y Jeffrey Williamson, "cualquier historiador que busque el surgimiento de una clase baja de personas pobres de raza blanca en el Viejo Sur lo encontrará en esta evidencia". El censo de 1860 también muestra que la riqueza media del 1% más rico de los sureños era más de tres veces la del 1% más rico de los norteños. Sin embargo, el Sur también era mucho menos dinámico.

El Sur era una plutocracia. Durante la Guerra Civil, cuyo objetivo declarado era la defensa de la esclavitud, murieron cerca de 300.000 soldados confederados. La mayoría de estos hombres no tenían esclavos. Sin embargo, sus temores raciales y culturales justificaban el sacrificio. En última instancia, esta movilización les trajo la muerte o la derrota. No hay nada que revele con mayor claridad la potencia política de la identidad.

Una amenaza similar se les presenta a los plutócratas de hoy. La economía y la política del pluto-populismo han avivado la ira cultural, étnica y nacionalista existente en la base del partido. Los demagogos hábiles pueden explotar este enojo para beneficiar sus propios fines. Al menos Trump continúa siendo un servidor de la plutocracia. Pero su ex asesor, Steve Bannon, busca a alguien para promover el populismo de derecha despojado de sus elementos más descaradamente plutocráticos.

Los plutócratas están arriesgando todo. El plutopopulismo de la élite republicana produjo a Trump. Esto no se va a olvidar. Si los proyectos de reforma de ley tributaria actuales se aprueban, es casi seguro que las tensiones dentro de Norteamérica empeorarán. La desigualdad latinoamericana conduce a la política latinoamericana. El EE.UU. que el mundo una vez conoció se está ahogando en una marea de codicia desmesurada y aparentemente ilimitada. Todos estamos ahora condenados a vivir con las tristes consecuencias.

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