El plan de Trump contempla recortes impositivos, no una reforma tributaria

Es probable que el Congreso de EE.UU. apruebe el primer proyecto de ley serio de la era Trump: un recorte de impuestos. Y quizás el último

Hace casi un año, Donald Trump ganó las elecciones presidenciales con la promesa de ocuparse de los "estadounidenses olvidados". En las próximas semanas, es probable que el Congreso apruebe el primer proyecto de ley serio de la era Trump: un recorte de impuestos. Y quizás el último.

No importa cuál sea la pregunta, los republicanos de Trump siempre tienen la misma respuesta. Los recortes de impuestos siempre son el remedio. La ironía es que profundizarán las desigualdades que allanaron el camino para el triunfo electoral de Trump. Pero ése será el problema de otra persona. Antes de que termine el año, es probable que el mandatario norteamericano finalmente obtenga la "victoria" que tanto ha anhelado.

Esto habrá sucedido a pesar de Trump. Con el Congreso en manos de los republicanos, él podría haber diseñado una reforma tributaria única en una generación. Esto habría dividido al Partido Demócrata y Trump habría brillado por primera vez.

A cambio de alícuotas más bajas, Trump podría haber drenado el pantano de Washington de las exenciones impositivas otorgadas a los intereses especiales. Esta reforma habría simplificado el código tributario, se habría pagado por sí sola y quizás nivelado el campo de juego para las pequeñas empresas y para los nuevos emprendimientos que aún no han salido a luz. La batalla habría sido sangrienta. Pero Trump se habría ganado el aplauso de los economistas de izquierda y derecha. Una reforma genuina significa eso.

Los recortes de impuestos son una especie diferente. Al aprobar las reducciones de las alícuotas se perpetuará el sistema tributario estadounidense de impuestos más bajos para quienes se ven beneficiados. Sería como disminuir el número de calabozos sin cambiar el código penal y llamarlo reforma de la justicia penal. Del mismo modo en que las cárceles comenzarían a llenarse a reventar, los recortes de impuestos de Trump exacerbarán el déficit fiscal de EE.UU. Eso significará menos dólares para los estadounidenses olvidados, y más para sus conciudadanos pudientes.

El mandatario estadounidense ha hecho todo lo posible por marginar a los críticos republicanos, aunque necesitará cada voto para garantizar que se aprueben las reducciones tributarias. No puede darse el lujo de perder a tres republicanos en el Senado. Sin embargo, insulta regularmente a John McCain y Bob Corker, cuyos dos votos pueden estar en peligro.

Los republicanos más peligrosos son aquellos, como Corker, que no se postularán como candidatos de nuevo. El cáncer cerebral que padece McCain seguramente signifique que tampoco será candidato en las próximas elecciones. No les afecta para nada el fantasma de perder sus trabajos. En caso de que Trump sume a un tercero digamos Jeff Flake, el senador anti-Trump, que ha dicho que no se postulará para una reelección eso podría arruinar las posibilidades del proyecto de ley. Mi apuesta es que se aprobará de todos modos. Los recortes de impuestos son la razón de ser del Partido Republicano.

Las reducciones tributarias serán promulgadas a pesar de Trump, que ha mostrado poco interés en el contenido de los proyectos de ley. Una o dos veces se ha preguntado si los recortes, que reducirían la alícuota que pagan las empresas estadounidenses de 35% a 20%, y eliminarían el impuesto a las sucesiones, deberían pagarse de alguna manera. Incluso coqueteó con mantener un tributo más alto para aquellos que ganan más de u$s 1 millón al año.

Esta propuesta de recortes impositivos transferiría una pequeña fortuna a los contribuyentes más ricos de Norteamérica. La mayor parte beneficiaría al 1% más alto en un momento en que están dominando una parte de la economía superior a cualquier otro momento desde la década de 1920. Casi nueve de cada 10 de los dólares que ganó EE.UU. desde 2009 fue para esa porción de la población más afortunada. Trump les dará aún más y el precio lo pagarán otros. Eso significará menos dólares para infraestructura otra promesa olvidada de la campaña y menos para reforzar los beneficios que Trump convenció a los votantes que protegería.

¿Habrá valido la pena hacer el esfuerzo? En el corto plazo, tal vez. El mandatario se uniría a las filas de Ronald Reagan y George W Bush al alivianar la carga impositiva de los estadounidenses. Los republicanos tendrían un buen antecedente para mostrar en las elecciones de mitad de período de 2018. El mercado de valores estaría feliz. Los donantes más importantes del partido habrían sacado provecho de su dinero.

Sin embargo, más allá de eso siguen estando los problemas olvidados del país. Los recortes de impuestos harán poco para impulsar el crecimiento de EE.UU. Tampoco, a pesar de las afirmaciones de Trump, elevarán los salarios de la clase media. Las empresas estadounidenses ya están disfrutando sus ganancias récord, las cuales no se han traducido en un crecimiento de la productividad. Las compañías son más propensas a a emplear las utilidades a la recompra de acciones. No obstante, a pesar de sí mismo, Trump finalmente habría obtenido una "victoria". Pero no podemos confundir el resultado con una reforma.

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