EN LAS ÚLTIMAS ELECCIONES GENERALES DE 2016, HAB A OBTENIDO APENAS 0,2% DE LOS VOTOS Y NINGUNA BANCA

El partido Vox transforma el paisaje político conservador de España

Los españoles emitirán su voto el domingo en la elección general más crispada en cuatro décadas. Sin embargo, desde un punto de vista, ya está el ganador. Vox, el partido ultranacionalista que apareció en la escena nacional a fines del año pasado, transformó la política de España. Se suponía que el pasado franquista del país lo inoculaba contra la extrema derecha que se propagó en gran parte de Europa. Pero Vox demostró que eso era una ilusión.

Apenas seis meses atrás, Pablo Casado, el líder del Partido Popular (PP) de centroderecha, se burló de la idea de que Vox sea una amenaza electoral. No tiene ni un solo concejal local en todo España, dijo en una entrevista con Financial Times. En las últimas elecciones generales de 2016, obtuvo apenas 0,2% de los votos y ninguna banca. Pero Vox, conducido por ex concejal del PP Santiago Abascal, hoy es un tornado que arrasa el paisaje político conservador. Según las encuestas, recibiría 11% de los votos y podría obtener hasta 30 escaños en el parlamento de 350 legisladores. La tormenta llegó tan rápido que los sondeos podrían estar subestimando el apoyo a Vox.

El primer ministro socialista Pedro Sánchez afirmó la semana pasada que "España siempre tuvo una extrema derecha, dentro o afuera del PP. Ahora la ultraderecha tiene un partido propio".

Bajo el firme control del ex primer ministro conservador José María Aznar, el PP se mantuvo unido como una gran iglesia que contenía liberales sociales y económicos, demócratas cristianos y aquellos nostálgicos de los valores católicos tradicionales y del estado unitario, si no de la autocracia de Francisco Franco.

Pero con el partido manchado de corrupción y dividido por el contragolpe nacionalista contra el referéndum independentista ilegal de Cataluña en 2017, perdió apoyo durante el aburrido y poco inspirador liderazgo de Mariano Rajoy.

Primero, muchos de sus votantes desertaron y se pasaron a Ciudadanos, un partido liberal de libre mercado ferozmente opuesto al nacionalismo catalán. Y ahora está Vox.

Golpeado por ambos flancos, el PP va camino a obtener el peor resultado de la historia y podría perder hasta la mitad de sus escaños. Casado trató de reforzar su apoyo criticando ferozmente a Sánchez; lo llegó a describir como el "peor delincuente que tuvo España" supuestamente por su voluntad de contemplar las exigencias independentistas catalanas.

Podría decirse que Vox tuvo el mayor impacto sobre Ciudadanos, que apenas un año atrás esperaba eclipsar al PP como el mayor partido a la derecha de los socialistas.

Ciudadanos, que quedó en situación desfavorable por estas elecciones anticipadas, sufrió un éxodo de seguidores que se fueron a Vox. Para contener las pérdidas, el líder de Ciudadanos Albert Rivera le cerró las puertas a una alianza con Sánchez y lo alineó con los otros dos partidos a su derecha.

Teniendo en cuenta los patrones de los partidos extremistas de Europa, Vox parece moderado. No se muestra radicalmente euroescéptico ni anti inmigración. Probablemente se describa más como populista reaccionario. Su sello distintivo es la veneración por la nación española y sus costumbres. Pero lo que simboliza importa menos que el impacto que está teniendo sobre los principales partidos políticos del país. A decir por esta campaña, el efecto es profundo.

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