LOS ECONOMISTAS SE PLANTEAN SI EL PROGRAMA DE REFORMAS SOBREVIVIR a la crisis

El equipo económico de Temer podría quedarse aunque lo reemplace un presidente provisional

Se especula con que Meirelles, el ministro de Hacienda, pueda ser designado mandatario interino. Pero haber sido directivo de J&F, el holding del frigorífico JBS, le juega en contra

Desde que la versión política de lo que los mercados llaman flash crash golpeó al gobierno la semana pasada, el presidente de Brasil, Michel Temer, busca mostrarse como indispensable para la economía más grande de Latinoamérica.

Sorprendido por un escándalo en el que un ejecutivo del frigorífico brasileño JBS grabó una conversación que demuestra que el mandatario brasileño supuestamente respaldó el pago de coimas, Temer está lustrando sus credenciales reformistas en medio de crecientes pedidos de impeachment.

"Brasil no se descarrilará", dijo durante un discurso donde negó las acusaciones y aseguró que la grabación había sido manipulada. "Estamos completando las reformas para modernizar el Estado brasileño. Mi gobierno está yendo en la dirección correcta."

De hecho, para los inversores locales y extranjeros, la mayor potencial víctima del escándalo no es Temer sino el ambicioso programa de reformas que su joven gobierno diseñó y está impulsando en el Congreso.

Tanto Temer que llegó al poder tras la destitución de su predecesora, la ex presidente de izquierda Dilma Rousseff el año pasado por violaciones al presupuesto como gran parte de su coalición gobernante estaban fuertemente implicados en investigaciones de corrupción que abarca a la política brasileña aún antes del último escándalo.

Trataron de contrarrestar su falta de legitimidad atacando algunos de los problemas más delicados de Brasil, incluyendo el inmenso déficit presupuestario de 9,2% del PBI y el prohibitivo sistema previsional, aseguran los analistas. Si bien Temer prometió no presentarse como candidato para ser nuevamente presidente, los socios de su coalición necesitan reactivar la economía local, que está sufriendo su peor recesión de la historia, antes de las elecciones del año próximo.

Las reformas, que incluyen elevar la edad mínima jubilatoria para hombres a 65 años y mujeres a 62, comparado con los 50 y pico actuales, fueron bien recibidas por los economistas como esenciales para la prosperidad de Brasil en el largo plazo. Las acciones locales fueron las que mejor desempeño tuvieron en todo el mundo el año pasado.

"Nuestro desafío fiscal es tal que si no se hace nada la situación empeorará con el correr del tiempo," aseguró Marcos de Barros Lisboa, economista que encabeza la escuela de negocios Insper en San Pablo.

La pregunta para muchos economistas es si el programa de reforma sobrevivirá más allá de un gobierno de Temer. Como señal de que no cederá aunque la lucha sea larga, Temer dijo al diario Folha de S. Paulo que no renunciará aunque presenten cargos en su contra.

Pero si Temer fuera obligado a dimitir o fuera destituido, el Congreso elegiría un presidente interino para que termine el actual mandato, que finaliza en 2018. Muchos están pidiendo elecciones adelantadas pero eso requiere de difíciles cambios constitucionales.

Los analistas especulan con que cualquier presidente provisional podría mantener al equipo económico, incluyendo al ministro de Hacienda Henrique Meirelles y el presidente del banco central Ilan Goldfajn. Eso ayudaría a que continúe el programa de reformas.

Incluso hay especulaciones en torno a que Meirelles, ex oficial de banca privada que también fue presidente del banco central, pueda ser designado presidente interino de Brasil.

Pero Meirelles podría enfrentar incómodos cuestionamientos en esa situación, advierten las fuentes del mercado. Fue presidente de J&F, el holding de JBS, antes de asumir como ministro de Hacienda el año pasado.

La grabación secreta de la conversación de Temer estuvo a cargo de Joesley Batista, presidente del directorio de JBS. Batista es uno de los siete ejecutivos de JBS y J&F que entraron en el programa de delación premiada en el que han admitido haber hecho pagos por millones de dólares vinculados a la corrupción.

Pero otros sostienen que la pregunta clave es cuánto tiempo llevará resolver la crisis. El mejor escenario sería que sea rápido, ya sea porque Temer rechaza las acusaciones en forma convincente o porque renuncia. El peor supuesto sería un juicio político, proceso que en el caso de Rousseff llevó nueve meses.

"Frente a un escenario negativo la incertidumbre política se prolongaría porque el país tendría que enfrentar otro proceso de destitución con tensiones sociales potencialmente en alza y el regreso de una situación económica similar al que tuvo Brasil en la segunda mitad de 2015", escribió en un informe Tony Volpon, un economista de UBS.

Pero la mayoría sostiene que aunque Temer haga una prolongada defensa, la situación económica subyacente del país, si bien es grave, había mejorado desde el gobierno de Rousseff, con la inflación más baja en diez años y tasas de interés en disminución.

Marcos Casarin, economista en Oxford Economics, dijo que si el impasse no terminara en un impeachment, los votos de la reforma jubilatoria podrían todavía mantenerse en el segundo semestre de este año, con éste u otro presidente.

"Las implicancias económicas de esta última tormenta son obviamente negativas, pero advertimos que hay una sobrerreacción ante las noticias", escribió en un artículo.

Si el impasse se extendiera hasta las elecciones del año próximo, aún existiría la chance de que el nuevo gobierno posterior a 2018 apruebe la reforma, dijo Mauro Rochlin, economista de Getulo Vargas Foundation.

"Un gobierno electo en forma más legítima podría tomar una postura más dura, proponer medidas impopulares de manera más directa. Brasil inevitablemente hará una reforma a su sistema previsional," aseguró Rochlin.

 

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