ESTRELLAS DEL DEPORTE SE REVELAN CONTRA LA XENOFOBIA

Donald Trump elige el peligroso juego de la división racial

El presidente de Estados Unidos hace declaraciones explosivas que avivan la discordia nacional para animar a sus partidarios y sacar rédito político

Las estrellas de la Liga Nacional de Fútbol (NFL) el domingo hicieron algo que nunca antes se había hecho en la historia del deporte estadounidense: se arrodillaron en señal de protesta cuando sonó el himno nacional de Estados Unidos y se levantaron cuando sonó Dios Salve a la Reina. Sólo Donald Trump pudo provocar algo así. La pregunta es por qué el mandatario provocó que los jugadores de la NFL hicieran esto. Desde el Estadio Wembley de Londres hasta el Estadio Nissan de Nashville, el domingo más de 100 jugadores de la NFL se arrodillaron o se negaron a salir al campo cuando se escuchó el Star-Spangled Banner.

Además, recibieron un fuerte respaldo de la mayoría de los dueños de grandes equipos y de los principales comentaristas. Por lo tanto, desde cualquier punto de vista razonable, el llamado del presidente Trump a que los jugadores respetaran el himno resultó contraproducente. Pero es poco probable que eso perturbe a Trump.

El presidente norteamericano ya usó muchas veces tácticas idénticas. El manual de Trump dice lo siguiente: en primer lugar, hace un comentario que causa fuertes divisiones, en general con connotaciones raciales; luego aprovecha la posterior tormenta que se produce en Twitter; y finalmente hace una débil declaración afirmando que sus comentarios iniciales fueron hechos sin prejuicio alguno. El ejemplo más claro fue cómo describió a los manifestantes neonazis en Charlottesville el mes pasado: dijo que eran "buenas personas".

Es como encender un fósforo en un hangar empapado de nafta y culpar al combustible del incendio. El domingo Trump hizo exactamente eso. Casi 48 horas después de pedir que aquellos jugadores "hijos de p..." de la NFL que se arrodillan durante el himno sean despedidos, dijo que su pedido no tenía nada que ver con cuestiones de raza. Pero el punto era protestar contra el racismo. La práctica comenzó en diciembre pasado cuando Colin Kaepernick, el afroamericano ex estrella de los 49ers de San Francisco, se arrodilló en señal de protesta por la presunta persecución de los afroamericanos por parte de las agencias de orden público. Más de dos tercios de los jugadores de la NFL son de raza negra.

Trump tiene dos motivos para repetir esas cínicas tácticas. En primer lugar, la indignación que provoca lo que dice Trump invariablemente anima a sus partidarios. Hizo por primera vez los comentarios contra la NFL en un acto en Alabama el viernes pasado en apoyo al senador republicano Luther Strange que se medía en las primarias ayer ante Roy Moore, un polémico fundamentalista cristiano, cuyas provocaciones suelen ir más lejos que las de Trump. Una derrota para el candidato oficial sería humillante.

En segundo lugar, Trump es líder mundial en desviar la atención. Ya sea buscando pelea a las celebridades, incitando a la policía a tratar con violencia a los sospechosos, o expresando admiración por los dictadores más brutales del mundo. La consiguiente indignación opaca todo lo que esté en la agenda noticiosa. En este caso, el foco se alejó del probable fracaso del tercer y casi seguramente último intento de derogar Obamacare. Trump ya está enfrentando la noticia de una probable de humillación en las primarias de Alabama.

Lo que se intensificará es el debate sobre una posible tercera razón para las provocaciones de Trump: que realmente es un racista. Algunos argumentan que el mandatario es simplemente un cínico que utiliza los tuits más provocativos, y a menudo con carga racial, para otros fines. Otros creen que tiene motivos raciales. El debate podría no resolverse nunca. Pero lo que Trump cree en privado es intrascendente. Sus palabras avivan sistemáticamente las divisiones raciales. Le ayudaron a ganar la presidencia. En realidad, todo lo que necesitamos saber es que el presidente estadounidense está estimulando a sabiendas el racismo.

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