Brexit: Europa y la Casa Blanca muestran los dientes a Gran Bretaña

Tras retirarse de la Unión Europea, el Reino Unido descubre que hasta sus aliados cercanos pueden endurecerse cuando se trata de firmar tratados comerciales

Parte del pensamiento económico detrás del Brexit (aprobado esta semana por el Parlamento británico) en los círculos de derecha del mundo anglosajón es que va a liberar a Reino Unido de las supuestas trabas que significaba pertenecer a la Unión Europea (UE). Por lo tanto, la nueva "Gran Bretaña global" tendrá libertad para deambular por todos los horizontes comerciales del mundo, sobre todo en los de habla inglesa.

Para el primer ministro Boris Johnson y sus colegas del gobierno conservador, el premio mayor será un acuerdo comercial con Estados Unidos. El trato, esperan, será más ambicioso que cualquier otro que probablemente se negocie entre Washington y la Unión Europea en el futuro, compuesta por 27 naciones.

En la práctica, el Reino Unido empieza a descubrir que hasta sus aliados cercanos pueden ser muy duros cuando se trata del comercio. Al retirarse de la UE -que es el bloque comercial más grande del mundo- Londres queda vulnerable a recibir simultáneamente presión de Washington y Bruselas, aunque Sajid Javid, el ministro de Hacienda del Reino Unido, dijo en un evento del Foro Económico Mundial en Davos que Gran Bretaña le dará prioridad a un acuerdo comercial con la UE antes que pactar con Estados Unidos. En el caso de Norteamérica, se destacan tres recientes ejemplos.

Esta semana en Davos el secretario del Tesoro norteamericano, Steven Mnuchin, advirtió que si el Reino Unido cumple con su plan de fijar un impuesto digital que afecte a Amazon, Google y otras compañías estadounidenses, Londres se enfrentará a aranceles comerciales en represalia.

Podría suceder que el Reino Unido siga el ejemplo de Francia y encuentre una manera de desactivar la disputa con Estados Unidos por los impuestos digitales. Pero el comentario de Mnuchin fue algo más que palabras al viento.

Richard Goldberg, quien hasta principios de enero trabajó en el Consejo de Seguridad Nacional del presidente Donald Trump, la semana pasada relacionó de manera explícita el deseo de Johnson de sellar un acuerdo comercial entre Estados Unidos y Reino Unido con la lealtad británica a Washington en grandes asuntos de política exterior.

Refiriéndose al acuerdo nuclear con Irán, Goldberg dijo que la pregunta para el primer ministro Johnson sería: "¿qué va a hacer después del 31 de enero cuando viaje a Washington para negociar un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos?". Y agregó: "Le conviene a él y al pueblo británico unirse al presidente Trump, a Estados Unidos, para realinear su política exterior lejos de Bruselas, y unirse a la campaña de máxima presión para mantenernos a todos a salvo".

El tercer ejemplo es la visita a Londres que este mes hizo una delegación norteamericana y que transmitió el mensaje de que el gobierno británico no debería poner en peligro la cooperación de inteligencia con Washington al permitir que la compañía china Huawei colabore en la creación de las redes celulares 5G en el Reino Unido.

En cuanto a Bruselas, Peter Foster, de Daily Telegraph, informó que la Comisión Europea advirtió a los gobiernos de la Unión Europea que no deben permitir que las cámaras empresarias del Reino Unido certifiquen que los productos comercializables cumplen con los estándares de la UE.

Si esta línea dura se convierte en la política oficial de la Unión Europea, creará fricciones tan severas que Londres terminará sellando acuerdos comerciales con sus vecinos más modestos que los acordados por el bloque europeo con Canadá y Japón.

Según una segunda propuesta de comisión, el Reino Unido puede ser multado o perder el acceso preferencial a los mercados de la Unión Europea si incumple los términos de cualquier acuerdo comercial futuro con Bruselas.

La comisión todavía no tiene el mandato de hablar en nombre de todos los gobiernos de la Unión Europea en las negociaciones comerciales con los británicos. Sin embargo, el hecho de que estas ideas estén en discusión entre los responsables del diseño de políticas de la UE representa una clara señal de que Bruselas se mantendrá firme contra la decisión del gobierno de Johnson de apartarse de las normas y estándares de la Unión Europea.

En una reciente entrevista con Financial Times, el ministro de Hacienda Javid declaró que aspira a que la economía británica vuelva a sus días de gloria de la posguerra. Quiere elevar las tasas de expansión económica a 2,7% o 2,8%, el nivel que mantuvieron desde 1945 hasta que estalló la crisis financiera global. Los economistas en promedio pronostican para 2020 un crecimiento del PBI de sólo 1,1%.

Traducción: Mariana Oriolo

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