Angela Merkel: "El Brexit es un llamado de atención para Europa"

Es canciller desde 2005 y ahora enfrenta un momento difícil en la UE. Los valores que defendió durante toda su carrera reciben ataques permanentes. Asegura que el bloque debe ser más competitivo  

Berlín vive un día gris de invierno y el ambiente político es comparable al clima. Hacia donde mire Angela Merkel hay nubes de tormenta, dado que los valores que ha defendido durante toda su carrera reciben ataques permanentes. Al comienzo de la nueva década, la principal estadista de Europa parece encontrarse de repente en el bando equivocado.

En breve, el Reino Unido abandonará la UE. Un presidente de Estados Unidos inestable desprecia a sus aliados y actúa por su cuenta en Medio Oriente. Vladimir Putin está cambiando la Constitución rusa y se inmiscuye en Libia y África subsahariana. Las tensiones comerciales continúan, lo que amenaza las fronteras abiertas y las cadenas de valor, que son los pilares de la prosperidad de Alemania.

Merkel, una exfísica conocida por su carácter imperturbable y racional, es una política programada para el compromiso. Pero en la actualidad afronta un mundo intransigente donde los principios liberales se ven desplazados por la ley de la selva.

Su solución es duplicar su apuesta por Europa, el sostén de Alemania. "Veo en la Unión Europea nuestro seguro de vida", asegura. "Alemania es demasiado pequeña como para ejercer influencia geopolítica por sí sola, y por eso tenemos que aprovechar todos los beneficios del mercado único".

Merkel no da la impresión de estar bajo presión. Se muestra tranquila, aunque algo cautelosa, sopesando cada palabra y rara vez mostrando emociones. Pero el mensaje que transmite es de urgencia. En el ocaso de su carrera -su cuarto y último mandato termina en 2021- Merkel se muestra decidida a preservar y defender el multilateralismo, un concepto que en la era del presidente estadounidense Donald Trump, el Brexit y una renaciente Rusia parece correr más peligro que nunca.

Es la "firme convicción" lo que la guía: la persecución de "las mejores situaciones para todos... donde se pongan en práctica en todo el mundo acuerdos que beneficien a las dos partes".

Merkel admite que esta idea se ve "cada vez más amenazada". El sistema de instituciones supranacionales como la UE y Naciones Unidas (ONU) es, según asegura la canciller, "fundamentalmente una lección aprendida de la Segunda Guerra Mundial, y de las décadas precedentes". Ahora que quedan tan pocos testigos vivos de la guerra, la importancia de esa lección se está perdiendo.

Es evidente que Trump tiene razón en que organismos como la Organización Mundial de Comercio (OMC) o la ONU necesitan una reforma. "No hay duda alguna al respecto", afirma. "Pero no pongo en duda la estructura multilateral del mundo".

Alemania ha sido una gran beneficiaria de la OTAN, la ampliación de la UE y la globalización. El libre comercio ha abierto nuevos mercados gigantescos para sus autos, maquinaria y productos químicos. Protegida por el paraguas nuclear de EE.UU., Alemania apenas ha pensado en su propia seguridad. Pero el auge del nacionalismo amenaza con dejarla a la deriva a nivel económico y político. En este sentido, Europa es esencial para los intereses y la identidad de Alemania.

Por todo ello, Merkel quiere reforzar la UE -una institución que ha llegado a personificar-. Condujo a Europa a través de la crisis de la deuda de la eurozona; la mantuvo unida mientras imponía sanciones a Rusia por la anexión de Crimea; preservó su unidad frente al trauma del Brexit. La cuenta regresiva para llegar a un acuerdo comercial con Reino Unido coincidirá con la presidencia alemana de la UE en la segunda mitad de este año. Berlín teme que si Londres se reserva el derecho de apartarse de las normas de la UE que rigen los productos, derechos de los trabajadores, impuestos y estándares medioambientales, podría convertirse en un serio rival económico.

Pero Merkel sigue mostrando un optimismo cauto. El Brexit es una "llamada de atención". Europa tiene que responder aumentando su apuesta, volviéndose "atractiva, innovadora, creativa, un buen lugar para la investigación y la educación... La competencia puede ser muy productiva", explica.

Por esta razón la UE debe seguir aplicando reformas, completando el mercado único digital, progresando en la unión bancaria y avanzando en la unión de los mercados de capitales para integrar los fragmentados mercados de acciones y deuda de Europa.

Merkel también señala que la UE debería identificar las capacidades tecnológicas de las que carece y actuar deprisa para cubrir esos vacíos, algo que suena a una nueva política industrial europea. "Creo que los chips deberían fabricarse en la Unión Europea, que Europa debería tener sus propios hiperescaladores y que debería ser posible fabricar baterías", explica.

También debe confiar en que puede establecer los nuevos estándares globales digitales. La canciller cita el ejemplo del Reglamento General de Protección de Datos, que sus defensores consideran un referente para las cuestiones de privacidad y la prueba de que la UE puede fijar las normas, y no sólo acatarlas, en lo que respecta a la economía digital.

"Europa puede ofrecer una alternativa al enfoque de EE.UU. y China sobre los datos. Creo firmemente que los datos no pertenecen al Estado o a las compañías", afirma. "Hay que asegurar que la persona tenga soberanía sobre sus propios datos y pueda decidir con quién y con qué propósito los comparte".

La escala y diversidad del continente también dificultan llegar a un consenso sobre la reforma. Europa está profundamente dividida. Incluso estrechos aliados como Alemania y Francia han tenido enfrentamientos: la fría respuesta de Berlín a las iniciativa de reforma de Emmanuel Macron en 2017 provocó el enojo en París, mientras que la apertura unilateral del presidente francés a Putin el año pasado causó irritación en Berlín.

Y en lo que se refiere a la reforma de la eurozona, siguen existiendo divisiones entre la postura fiscal de las naciones europeas del Sur y la ortodoxia de la nueva Liga Hanseática de países del Norte. Merkel sigue siendo hasta cierto punto rehén de la opinión pública alemana.

Alemania, admite la canciller, sigue "dudando un tanto" sobre la unión bancaria, "porque nosotros partimos del principio de que todos los países tienen que reducir primero sus propios riesgos antes de que podamos ponerlos en común". Y la unión de los mercados de capitales requiere que los estados miembro busquen una mayor convergencia en cuestiones como la ley de insolvencia.

Estas divisiones palidecen frente al abismo entre Europa y EE.UU. del presidente Donald Trump. Alemania se ha convertido en el punching ball favorito de la administración norteamericana, que la critica por su gasto de defensa relativamente bajo, su elevado superávit de cuenta corriente y las importaciones de gas ruso. Las empresas alemanas temen que Trump cumpla con la amenaza de imponer aranceles a los autos europeos.

¿Cuál es la respuesta? "En Europa, y especialmente en Alemania, tenemos que asumir mayor responsabilidad". Alemania ha prometido cumplir el objetivo de la OTAN de destinar el 2% del PBI a defensa para principios de la próxima década. Merkel admite que para los miembros de la Alianza que ya han alcanzado el objetivo del 2%, "esto naturalmente no es suficiente". Pero no puede negarse que Alemania ha hecho progresos considerables al respecto: su presupuesto para defensa aumentó 40% desde 2015, lo que supone "un enorme paso desde la perspectiva de Alemania".

Merkel insiste en que la relación transatlántica "sigue siendo crucial para mí, sobre todo en lo referente a cuestiones fundamentales que afectan los valores e intereses mundiales". Pero Europa también debería desarrollar su propia capacidad militar. Puede haber regiones fuera del foco principal de la OTAN donde "Europa tiene que estar preparada para intervenir -de ser necesario. Veo África como ejemplo", explica.

El comercio es otra molestia constante con EE.UU. "¿Puede la Unión Europea verse atrapada entre Estados Unidos y China? Es algo que puede ocurrir, pero también podemos intentar evitarlo".

Los alemanes se preguntan cuál será el legado de Merkel. La respuesta en el caso de muchos de sus predecesores está clara: Konrad Adenauer ancló la Alemania de la posguerra en Occidente; Willy Brandt relajó las tensiones con la Unión Soviética; Helmut Kohl fue el arquitecto de la reunificación alemana. Así, ¿cómo se recordará a Merkel?

La era Merkel se ha visto definida por las crisis, pero gracias a su administración, los alemanes rara vez han vivido mejor. El problema es que el mundo espera incluso más de una Alemania poderosa y próspera y de su próximo canciller.

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