FINANCIAL TIMES

Al mercado laboral brasileño le urge una reforma para reaccionar

Los empresarios reclaman al presidente Temer la sanción de nuevas leyes que promuevan la contratación de personal. Aunque saben que tardará en llegar

En Brasil, es difícil encontrar a alguien en el mercado laboral que no se haya visto afectado por la recesión. Observo el efecto que tuvo en el círculo profesional de mi esposa brasileña. Anny es arquitecta, lo que significa que su industria normalmente es la primera en beneficiarse de un crecimiento económico y la primera en verse golpeada por una desaceleración porque las empresas dejan de construir.

De sus colegas más cercanos, al menos la mitad está sin trabajo mientras que otros se pelean por conseguir cualquier oportunidad que surja. Su anterior jefa, por ejemplo, suspendió a la mayoría de sus empleados administrativos y ahora está haciendo las tareas que solía asignarle a Anny. Hoy, ella misma dibuja la mayoría de los planos para los clientes.

Pese a la exageración del gobierno sobre el impulso económico que supuestamente están generando los Juegos Olímpico Rio 2016, esta recesión es la peor en más de 100 años. La tasa de desempleo de Brasil es de 11%, comparado con el 6% de 2014.

Los brasileños comunes no son los únicos que están desocupados. En una señal de la profundidad de las crisis política y económica del país, la presidenta Dilma Rousseff fue suspendida mientras espera la conclusión del juicio político que se le inició por supuestamente manipular el presupuesto gubernamental.

Al menos ella puede esperar con ansias su jubilación. Por el contrario, para muchos jóvenes del país los malos tiempos llegaron de golpe. Durante gran parte de la década hasta 2014, se acostumbraron a trabajar en un mercado laboral caliente, donde podían cambiar de empleo con frecuencia, y cada vez por un salario superior. Era tan escaso el talento durante los años de auge que los empleadores se vieron forzados a pagar más que el promedio internacional hasta por gente con conocimientos moderados.

Abundan las historias de oficiales de banca de inversión que ganaban más que sus pares en Nueva York con mejor desempeño, o ingenieros con salarios superiores a los de Europa. El mercado laboral de Brasil se volvió tan atractivo que los profesionales de Portugal y España empezaron a buscar trabajo en el país para huir de la crisis en el sur de Europa.

El mercado caliente funcionaba con leyes laborales arcaicas que garantizaban que los salarios brasileños subieran cuando la productividad aumentaba. Con más de 900 artículos, la ley laboral brasileña es tan complicada que desalienta a las compañías a contratar personal. Los empleadores deben pagar casi el doble del salario básico del empleado en impuestos y seguridad social, y deben desembolsar enormes sumas cuando los empleados les inician juicio por la razón que sea, dado que los tribunales laborales tienden a apoyar a los empleados.

Pero ahora, los empleadores maltrechos por los años de auge se preparan para beneficiarse de este mal momento laboral. Robson Andrade, director de la confederación de la industria nacional, o CNI, lamentó las leyes laborales que rigen en Brasil y pidió fuertes reformas en una aparición pública junto con el presidente interino Michel Temer.

Por eso, dijo, hasta Francia hace poco cambió la legislación para permitir que los empleados trabajen 80 horas semanales en pos de la competitividad. Considerando que eso significaría trabajar 16 horas diarias por semana de cinco días, más tarde se dio cuenta de su error y se corrigió. Francia autoriza a trabajar 60 horas por semana (pero igual eso es aparentemente sólo con una orden judicial).

Pero las reformas a las leyes laborales, aunque flexibilicen el mercado y promuevan la contratación de personal, tardarán en llegar.

Mientras tanto, el gobierno está poniendo sus esperanzas en el efecto olímpico. Un estudio de EY exclusivo para Valor Económico, el diario de negocios de Brasil, señala que el evento crearía 1,79 millones de puestos de trabajo permanentes y temporarios. EY es sponsor oficial de los juegos.

El número así de elevado sería suficiente para cubrir gran parte del agujero creado por el reciente aumento del desempleo. Pero por supuesto, la mayoría de esos trabajos serán temporarios o extraordinarios vinculados a la construcción o servicios que desaparecerán cuando terminen los juegos.

Otra manera de analizar el efecto olímpico es que la desocupación podría subir una vez finalizado el evento, dado que este enorme contingente de trabajadores temporarios serán devueltos al mercado laboral.

Pase lo que pase después de los Juegos Olímpicos, para los brasileños no hay escapatoria. Los días en que los empleados ocupaban el podio de las relaciones laborales han llegado a su fin.

Temas relacionados
Más noticias de Brasil

Las más leídas de Financial Times

Destacadas de hoy

Noticias de tu interés