Argentina se dirige hacia su noveno default de deuda soberana, advierten los analistas; y los inversores cada vez más frustrados se disponen a rechazar la oferta de reestructuración de la deuda que el gobierno debe presentar este mes.
La semana pasada, el gobierno de centro-izquierda postergó pagos por u$s 10.000 millones sobre deuda bajo ley local, una medida que muchos consideran como una señal de lo que está por venir.
Los funcionarios informaron que las negociaciones vinculadas a la renegociación de la deuda externa del país por u$s 83.000 millones continuarán al menos hasta fines de esta semana.
El proceso se complicó aún más con la agitación en los mercados financieros causada por la crisis del coronavirus, lo que según los analistas ayudaría al presidente Alberto Fernández a justificar un default.
Carlos Abadi, de la firma de asesoría financiera Decision Boundaries, afirmó que el gobierno corre el riesgo de hacer una oferta a los inversores sin primero estar seguro de que cuenta con el suficiente respaldo por parte de ellos. "Temo que Argentina se tire a la pileta sin asegurarse antes de que haya agua", dijo. "Es probable que la oferta fracase y, por lo tanto, el resultado sea un default".
Un bonista que participa de las negociaciones señaló que Argentina se dirige hacia un default "duro", sin acuerdo previo con los inversores. "Es muy difícil ser optimista", agregó.
Los precios de los bonos argentinos en dólares se desplomaron durante una venta masiva de activos de mayor riesgo provocada por la pandemia de coronavirus, y llegaron a niveles que sugieren que los inversores esperan una inminente cesación de pagos.
El bono internacional que vence en abril de 2021 cayó 45% desde principios de marzo y ahora se sitúa en torno a los 30 centavos por dólar. El bono a 100 años, emitido en 2017, retrocedió a 26 centavos, lo que supone un derrumbe superior al 35% desde principios de marzo.
"Viendo dónde están ahora los precios de los bonos, el gobierno probablemente crea que puede proponer condiciones más agresivas", dijo Patrick Esteruelas, jefe de investigación de Emso Asset Management. Eso haría que las negociaciones con los bonistas sean aún más prolongadas, agregó.
Fernández, que tiene reputación de hábil negociador, repitió varias veces que quiere evitar un default. Pero también insiste en que no debe ser a expensas del bienestar de los argentinos. La crisis del coronavirus subraya el otro objetivo del gobierno de asegurar alivio fiscal y financiero mediante la reestructuración de la deuda.
La próxima prueba será el 22 de abril, cuando Argentina deba pagar u$s 500 millones a los tenedores de bonos. Gordon Bowers, analista de investigación de mercados emergentes en Columbia Threadneedle, cree que ese día Argentina caerá en un default "duro". "Si las negociaciones no avanzan, y parece que no habrá acuerdo durante el período de gracia de 30 días, no tiene mucho sentido [para el gobierno] dejar ir u$s 500 millones", comentó, en especial dado que las reservas netas de divisas disminuyeron a cerca de u$s 12.000 millones.
Sin embargo, otros analistas sostienen que todavía se puede evitar una cesación de pagos. Algunos recomiendan suspender las negociaciones hasta que pase la crisis del coronavirus y se estabilice la economía argentina. Abadi opina que los acreedores aceptarían "un reperfilamiento de un año", lo que también ayudaría a que Argentina deje de sangrar dólares mediante los pagos de deuda.
Traducción: Mariana Oriolo