Recesiones, estallidos y volatilidad: el nuevo informe que preocupa a Wall Street
Un análisis de economistas del Deutsche Bank advierte que el periodo de tasas mínimas, baja inflación y largas expansiones económicas posterior a 1982 es históricamente anómalo y probablemente haya terminado.
En la serie de Apple TV, Fundación, basada en la novela de Isaac Asimov, la trama es puesta en marcha por un matemático que, utilizando un extravagante algoritmo, predice que el secular orden político galáctico está condenado al colapso. Como las premisas de toda buena ciencia ficción, ésta es intelectualmente poco convincente y emocionalmente apasionante. Poco convincente, porque las sociedades son sistemas dinámicos que cambian con las creencias de las personas que las componen. La idea de predecirlas definitivamente con un puñado de ecuaciones es tan probable como los viajes más rápidos que la luz. Apasionante, porque en el mundo real la gente siempre se ha sentido atraída por el sueño del orden histórico y la previsibilidad.
Si duda de que alguien realmente se crea que existe un gran algoritmo histórico que predice lo eventos más importante que están a punto de suceder, le sugiero que lea la reseña de Francis Fukuyama sobre The Fourth Turning Is Here, de Neil Howe, y End Times, de Peter Turchin, en el New York Times. El libro de Turchin se basa en algo llamado 'cliodinámica': en palabras de Fukuyama, "una variedad de análisis de Big Data que hace predicciones aplicando modelos matemáticos a una enorme base de datos de crisis históricas anteriores que se remontan a varios milenios". Así descrito, el método es indistinguible de la 'psicohistoria' de la imaginación de Asimov de mediados de siglo.
En Wall Street, algunas grandes teorías y relatos históricos proceden de inversores que han ganado mucho dinero, lo que les confiere credibilidad. Es tentador, por ejemplo, tomarse en serio la teoría de la reflexividad de George Soros o la charla de Ray Dalio sobre las cinco grandes fuerzas de la historia como marcos predictivos. Pero los buenos inversores no son mejores adivinando el futuro que el resto de nosotros; su habilidad es una aguda comprensión del presente. Siempre que alguien empiece con "He estado leyendo mucha historia últimamente...", pídale la cuenta al mozo.
Y, sin embargo, debemos intentar ver tan lejos como podamos. En la medida en que pensamos que las economías y los mercados son susceptibles de análisis, es natural que intentemos anticipar no sólo los cambios cíclicos, sino los cambios de régimen. Los últimos en intentarlo han sido Jim Reid, Henry Allen y Galina Pozdnyakova, del Deutsche Bank, que esta semana publicaron la tercera parte de su estudio sobre la rentabilidad de los activos a largo plazo, bajo el título La historia (y el futuro) de las recesiones [The history (and future) of recessions]. El estudio es largo y conciso, y contiene muchos gráficos y tablas útiles sobre la frecuencia, profundidad y duración de las recesiones en los mercados desarrollados desde hace décadas e incluso siglos.
El argumento principal del artículo es que el periodo posterior a 1982 de tasas mínimas, baja inflación y largas expansiones económicas es históricamente anómalo y probablemente haya terminado. Ese periodo se caracterizó no sólo por la profundización de la globalización, sino también por una política fiscal y monetaria activista que suavizó las recesiones económicas y condujo a una gran acumulación de deuda.
Sin embargo: "Este enfoque se está topando con límites cada vez mayores. En particular, la carga de la deuda pública y privada ha alcanzado niveles muy elevados, lo que limita nuestro margen de maniobra en el futuro. Además, los rendimientos reales han subido mucho en los dos últimos años, por lo que el costo de la deuda adicional está aumentando. Y como [el envejecimiento demográfico y la desglobalización] siguen ejerciendo una presión al alza sobre la inflación, los próximos años podrían traer consigo oscilaciones más volátiles de las tasas de interés y, por tanto, ciclos económicos más volátiles. Es probable que esto imponga más restricciones a los dirigentes políticos... es probable que se produzca un patrón más regular de ciclos de auge y caída y que las recesiones sean más frecuentes".
Según Reid y sus coautores, este nuevo régimen no será necesariamente negativo para el crecimiento. De hecho, en el informe hay una fuerte corriente de fundamentalismo de mercado, que sugiere que un ciclo económico "natural" fomentará la innovación y el crecimiento a través de la destrucción creativa. Y, en un lindo guiño a la naturaleza indeterminada de la historia, los autores también sostienen que una de las razones de los largos ciclos económicos de las últimas décadas es la pura suerte. En el pasado, muchas recesiones han sido el resultado de catástrofes, guerras, pandemias y otras shocks endógenos, y "el hecho de que sólo hayamos visto cuatro recesiones en Estados Unidos en las últimas cuatro décadas es muy inusual, y es poco probable que se repita sin una enorme cantidad de buena suerte".
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Mucha gente está de acuerdo con esta tesis, o al menos mantiene opiniones estrechamente relacionadas con ella. Casi parece ser el consenso entre las personas con agallas para predecir cambios de régimen económico. Comparte mucho con el argumento demográfico de Charles Goodhart y Manoj Pradhan sobre las tasas de interés. Es una versión más moderada de la predicción de Nouriel Roubini sobre una crisis de deuda estanflacionaria. Se parece mucho a la visión del BlackRock Investment Institute. Michael Hartnett, del Bank of America, ha defendido una serie de escenarios similares. La lista continúa.
El hecho de que tanta gente esté gravitando hacia esta predicción en particular me hace preguntarme si el atractivo de la historia es su prolijidad más que su rigor. Sin embargo, hay mucho trabajo sólido en el informe Reid y sus predecesores.
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Sospecho, no obstante, que parte de lo que impulsa la visión consensuada del cambio de régimen es terriblemente simple. Es difícil mirar un gráfico de las tasas de interés estadounidenses a largo plazo y no pensar que estamos a punto de tener un cambio de régimen en el que las tasas suben.
La línea sube 1950-1982; la línea baja hasta el límite cero 1982-2020; ¡ahora la línea debe subir! Tampoco es un argumento, pero al menos no es ciencia ficción.
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