Informe del Financial Times: por qué los argentinos se han vuelto a enamorar del peso, por ahora
A pesar de la promesa de Javier Milei de dolarizar la economía, la moneda nacional está resurgiendo.
Cuando llegué a Buenos Aires en junio de 2023, tener pesos argentinos era como quemar dinero. En mis primeros cuatro meses, la moneda perdió más de la mitad de su valor en medio de una inflación descontrolada.
Los argentinos, que por regla general ahorran todo el dinero que les sobra en dólares, me advirtieron que hiciera lo mismo. En octubre, Javier Milei, economista libertario candidato a la presidencia de Argentina, declaró que el peso "no puede valer ni excremento" y prometió eliminarlo y sustituirlo por el dólar.
Sin embargo, un año después de que Milei asumió la presidencia, es el peso, y no el dólar, el que está de moda en estos momentos.
El desplome de la inflación gracias al programa de austeridad de Milei y su continuo uso de estrictos controles de divisas ha llevado el peso a estabilizarse tanto en el mercado oficial de divisas como en el mercado negro. Eso tras una década de depreciación casi constante. En términos reales, el peso se apreció más de un 40% el año pasado, más que ninguna otra moneda.
Para los argentinos, éste es el último giro en una larga y tumultuosa historia de volatilidad monetaria.
Muchos inversores locales han aprovechado el cambio para obtener beneficios mediante la implementación de operaciones de carry: piden préstamos en dólares, utilizan el efectivo para comprar pesos y cobran la tasa de interés, que es más alta que la tasa de los préstamos en dólares y la devaluación del peso.
Y aunque el sufrimiento por la crisis económica y las medidas de austeridad es generalizado, los argentinos de clase media están felices porque sus los salarios en pesos valen ahora más en el extranjero. Han inundado las playas brasileñas y los centros comerciales chilenos. "Ahora es el momento de irse; las cosas son más baratas en cualquier otro que acá", dice María Cristina, una profesora de la Patagonia.
La experiencia de utilizar pesos en efectivo para hacer compras también se ha vuelto menos incómoda. Los billetes de $10.000 y $20.000 recién acuñados, con un valor aproximado de u$s10 y u$s20 respectivamente, han sustituido al anterior billete más grande, que valía sólo u$s2.
Mientras tanto, esos ahorros en dólares que muchos tienen aquí valen menos. Tomás, un amigo argentino que estudia una maestría en administración de empresas, dice que se dio cuenta de que las políticas de Milei podrían hacer que sus ahorros de u$s10.000 se depreciaran tanto frente al peso que podría quedarse sin dinero para su curso. Optó por convertir todos sus dólares a pesos e invertirlos en depósitos a plazo indexados a la inflación. "Para un argentino era totalmente ilógico deshacerse de los dólares", dice. "Pero si me hubiera quedado con ellos, la matrícula de mi curso me podría haber costado un 50% más".
Mientras los argentinos sortean hábilmente el panorama del nuevo peso, a los turistas los ha tomado por sorpresa. Quienes visitan Buenos Aires comprueban que ha pasado de ser una de las ciudades más baratas de América latina a una de las más caras, con cuentas de bares y restaurantes que a veces superan los niveles de Europa y Norteamérica. Hace poco durante una visita a un coworking escuché a una nómade digital quejándose con su amiga por FaceTime de que la comida acá era más cara que en Canadá: "¡Una pizza cuesta u$s20!", exclamó.
Los argentinos sienten poca compasión por ellos. "La Argentina de ganga de los últimos años era chocante, no esto", dijo un director general. "La ventaja para los extranjeros era nuestra desgracia".
No está claro cuánto durará la apreciación del peso. Milei ha prometido levantar los controles de divisas y capitales este mismo año. Los economistas estarán atentos para ver cuánta demanda reprimida de dólares se desata.
Hay señales de que el dólar desempeñará un papel más importante que antes conforme Milei vaya eliminando las restricciones a su uso. A los negocios se les permite ahora mostrar los precios en dólares junto a los pesos, aunque esta práctica aún no está muy extendida. A partir este mes, los argentinos pueden utilizar tarjetas de débito denominadas en dólares. Y lo que es más importante, la amnistía fiscal ha impulsado a la gente a depositar unos u$s15 mil millones en ahorros que estaban escondidos bajo colchones o en el extranjero, lo que ha aumentado la capacidad de los bancos para ofrecer préstamos denominados en dólares.
Daniel Marx, exsecretario de finanzas, dice que los gobiernos argentinos tendrían que demostrar "consistencia a largo plazo" para que el peso se gane realmente la confianza de todos. "Los seres humanos tienden a proteger lo que tienen", dice. "Y si la moneda local no ofrece protección, buscarán alternativas".
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Fernando de Vera
La nota tiene varios errores de redacción.