

Cientos de millones de personas de repente se encontraron trabajando -y viendo películas, jugando y haciendo videollamadas- desde sus casas durante todo el día. Como resultado, señaló Matthew Prince, director de la empresa de infraestructura de Internet Cloudflare, se produjo un aumento de la demanda que habría puesto de rodillas a cualquier otro servicio público. En la red de su empresa la demanda creció más de un 50%, el tipo de pico que "sería un desastre" en cualquier sistema cloacal o red eléctrica, explicó.
Ese tráfico por Internet no se paró en seco como consecuencia de tal cantidad de tiempo de pantalla mayormente debido a un conjunto de redes especializadas superpuestas que ayudan con el trabajo pesado. Conocidas como redes de distribución de contenido (RDC), son sistemas de servidores distribuidos que entregan películas, páginas web o cualquier otra forma de contenido online de la manera más eficiente posible.
La clave de su funcionamiento está en almacenar copias de los contenidos online más populares en servidores de todo el mundo, acercándolos a los usuarios. Esta técnica, llamada caching, permite que cuando alguien trata de transmitir una canción o revisar un sitio web, los bits digitales se puedan enviar desde una computadora cercana, en vez de que sea desde el otro lado del mundo. Esto reduce el tráfico que viaja por la red "central", aliviando la presión en las conexiones troncales de Internet y reduciendo el tiempo que tarda en transmitirse la entrega del contenido.
"No hay manera de que la red central pueda mantener el ritmo de la magnitud del aumento que hemos visto", dijo Tom Leighton, CEO del Akamai, la RDC más grande. Akamai almacena el contenido de Internet en servidores de 4000 centros de datos en 1000 ciudades de todo el mundo. Se utilizan algoritmos para optimizar el funcionamiento de estos sistemas de almacenamiento, evaluando constantemente lo que los usuarios quizás deseen y asegurándose de que se encuentre en un servidor cercano a ellos.


