Es un hecho incontrovertido, pero no por ello menos interesante, que el hombre más rico del mundo se viste pésimamente. Se puede comprar buena ropa y asesores de estilo por bastante menos dinero que, por ejemplo, un yate tan enorme que hay que desmontar un puente histórico para que pueda salir al mar. Pero Jeff Bezos, con más tesoros que Scrooge McDuck, tiene un aspecto infernal. ¿Qué pasa?
Eso no quiere decir que, para el multimillonario moderno, el problema de la ropa sea fácil de resolver. Para la mayoría de nosotros un aspecto clave para vestir bien es tener un buen aspecto sin llamar demasiado la atención. Pero si tienes mil millones de dólares, todo el mundo tiene toda su atención apuntando directamente a ti, todo el día. La sprezzatura no es una opción.
Por eso muchos de los superricos optan por uniformes sencillos: la inofensiva combinación de traje oscuro y camisa blanca de Elon Musk, por ejemplo. Warren Buffett lo consigue. Se las arregla para que los trajes de Zegna parezcan salidos de Sears, y puedes estar seguro de que eso forma parte de la cháchara de "soy el dulce abuelito del capitalismo" que perfeccionó cuidadosamente mientras ganaba suficiente dinero para comprar Suiza sin financiación.
Bezos no quiere ser el viejo dulce de nadie, y no se conforma con un uniforme. Esto fue más evidente el verano [boreal] pasado, cuando hizo un poco de turismo espacial a bordo de un consolador volador gigante. El traje de vuelo azul brillante no fue suficiente. También llevaba un sombrero y unas botas de vaquero llamativamente destartalados (no se sabe de quién fue la tarea de poner la pátina de desgaste en estos artículos). Los redactores de estilo pisaron el acelerador a fondo, testigos de un accidente de tránsito especialmente grave. Jacob Bernstein, del New York Times, acuñó el término "un Bezos" para cualquier hombre de mediana edad que se haya adentrado en el territorio del "dentista con un Lamborghini". En GQ, Eileen Cartter consideró que el atuendo era menos patético que amenazante, y que daba un "aire general de villanía fuera de lugar".
Hay elementos de verdad en ambas interpretaciones, pero no creo que resuelvan del todo el enigma (los expertos tampoco se fijaron en el reloj que llevaba sobre el puño del traje de vuelo, que puede ser una cosa de astronautas, pero que parecía una parodia de Gianni Agnelli). Puede ser útil mirar una o dos décadas atrás, cuando Bezos se decantó por los pantalones plisados y los sacos holgados, y no había cambiado la pelusa del perímetro de su cabeza calva por un afeitado completo. En las fotos de esta primera encarnación, se lo ve gentil, nerd y natural.
A partir de entonces, algo falló. Uno de los problemas es que se puso en forma y decidió que su ropa debía resaltar sus músculos, empezando por ajustarse. Esto lo tiene al revés. Como Daniel Craig demostró de forma concluyente en sus películas de James Bond, los músculos y los calces ajustados son una combinación horrible. La combinación irradia incomodidad; todas esas pobres y tensas costuras.
Es una pena, porque sacando el corte, el gusto de Bezos por los trajes es bastante bueno. Elige telas atractivas y con textura. Hay fotos suyas con un esmoquin clásico con cuello de chal que parece casi elegante.
El problema es su deseo de que su ropa de negocios destaque, cuando debería ir en sentido contrario. Los enormes nudos de corbata son su especialidad. También apuesta por la trágica combinación de jeans y blazer que, tanto en ricos como en pobres, apunta a lo informal y termina pareciendo forzado.
El problema se agrava en casual Friday (¿no es así siempre?). Hay una famosa foto de Bezos en Sun Valley hace unos años, con un chaleco negro sobre una chomba negra que realza los bíceps, junto con unos lentes de aviador, una especie de atuendo de héroe de acción (Terminator: The Dorkening).
Es un poco injusto burlarse del outfit de Bezos en Año nuevo de 2021: unos jeans blancos de Brunello Cucinelli y una camisa ajustada y brillante con el dibujo, al parecer, del suelo de baldosas de un hotel marroquí especialmente lujoso. Sus lentes de sol con forma de corazón dejan claro que se trata básicamente de un disfraz. Se está divirtiendo.
Y es eso. Bezos es un nerd recientemente divorciado con una tonelada de dinero. ¿No tiene derecho a vestirse como corresponde? ¿Dónde está el daño?
A riesgo de ponerme serio en un contexto básicamente trivial, creo que puede, de hecho, haber algún daño. Bezos no es un rico cualquiera. Controla una empresa que afecta a todos los aspectos de la vida estadounidense. Emplea a 1,6 millones de personas. Hay algo en el estilo chistoso y ligeramente burdo de Bezos que choca con el enorme papel que sus decisiones desempeñan en tantas vidas. Una vez más, de forma inesperada, la ropa resulta ser importante.



