

Irán planea convencer a las compañías internacionales de que inviertan en sus yacimientos petrolíferos. Les ofrecerían contratos más lucrativos como parate de los esfuerzos por sacar a delante su castigada economía y mejorar las relaciones de la República Islámica con el mundo occidental.
La iniciativa llega en un momento en que Teherán y Washington mantienen las negociaciones más constructivas en varios años sobre la reducción del programa nuclear iraní. Estas conversaciones podrían preparar el terreno para la flexibilización de las sanciones que tanto paralizaron la industria petrolera, el motor de la economía del país.
En una extraña entrevista, Mehdi Hosseini, asesor del ministro del petróleo, señaló que la estrategia pasaría por abandonar el actual sistema de contratos de recompra que no permite a las empresas extranjeras adquirir participación accionaria en proyectos iraníes.
Hosseini señaló que el gobierno están diseñando un tipo de contrato que beneficie a todos, incluido a las compañías líderes, sean norteamericanas o europeas. Dijo que los detalles podrían conocerse en Londres en marzo de 2014, como parte de un esfuerzo por atraer al menos inversiones por u$s 100.000 millones en los próximos tres años.
La reforma marcaría un importante avance hacia un régimen que tradicionalmente se mostró hostil a cualquier forma de propiedad extranjera de sus vasta riqueza de petróleo y gas. Irán tiene las reservas de gas más grandes del mundo y las cuartas mayores de petróleo.
Esperamos que con estos cambios el lenguaje de nuestros contratos sea muy parecido a las normas internacionales y que veamos a las compañías (extranjeras) otra vez haciendo fila para invertir, aseguró Hosseini.
Irán tiene una larga historia de agresivo nacionalismo de recursos y dudo que eso cambie, señaló Robin West, asesor de la consultora IHS Energy. Siempre han tenido términos fiscales muy agresivos y siempre trataron de trasladar el riesgo de inversión a los operadores, y además quedarse con la mayor parte de los ingresos.
Pero afirmó que las reservas maduras del país requieren fuertes inversiones provenientes de las grandes petroleras de Occidente y, para seducirlas, Teherán tendría que ofrecer términos extremadamente atractivos. Si lo hacen, será un verdadero quiebre con el pasado, explicó.
Aunque las sanciones sigan vigentes, el país debería poder implementar un nuevo sistema de contratos que atraiga a los inversores, comentó Hosseini.
Concuerdo en que las sanciones podrían no levantarse inmediata y simultáneamente, admitió, pero cree que hay maneras de que las compañías y los gobiernos las esquiven, como consiguiendo exenciones.
Las sanciones aplicadas por Estados Unidos y Europa provocaron el derrumbe de la producción petrolera que paralizó la economía de Irán. En septiembre, cayó a 2,58 millones de barriles diarios, según la Agencia Internacional de Energía, su nivel más bajo desde 1989, año en que el país lidiaba con el impacto de la guerra Iran-Irak. A principios de 2011, produjo cerca de 3,5 millones b/d, antes de que las sanciones norteamericanas y europeas entraran en vigencia.
En 1997, Total desafío las sanciones norteamericanas cuando firmó un contrato por u$s 2.000 millones para desarrollar parte de South Pars, el yacimiento gasífero más grande del mundo. Otras compañías internacionales, como Shell, la italiana Eni y la noruega Statoil, siguieron su ejemplo, aunque luego se quejaron de la baja tasa de retorno y se negaron a desarrollar otros yacimientos.