El ministro de Economía de la Argentina le está pidiendo a la población que lo vote para llegar a la presidencia en un momento en que la inflación ha superado el 138% anual, dos quintas partes de los votantes viven en la pobreza y los encuestadores señalan que hay una demanda generalizada de cambio.

Es una propuesta improbable. Pero para Sergio Massa, parte del gobierno peronista de centro-izquierda, puede resultar un éxito.

Tras su sorprendente victoria en la primera vuelta del domingo, con el 36,7% de los votos, Massa se esfuerza por convencer a los votantes de que es más seguro que el economista radical libertario Javier Milei, que quedó segundo con el 30%.

Al mismo tiempo, intenta evitar un colapso económico durante las cuatro semanas que quedan hasta la segunda vuelta.

Se espera que Massa, un astuto operador político del ala moderada del peronismo, redoble el difícil mosaico de medidas -incluidos los bonos y los controles de precios y divisas- que han preservado una sensación de relativa estabilidad en las calles de Argentina, a pesar de la presión que ejercen sobre los desmoronados cimientos de la economía.

"El Gobierno hará lo que sea necesario para evitar un salto repentino en el tipo de cambio antes de las elecciones, [lo que] alimentaría rápidamente una aceleración de la inflación y podría frenar las importaciones", dijo Santiago Manoukian, jefe de investigación de la consultora Ecolatina.

Massa ha fijado el tipo de cambio oficial de Argentina en poco más de $365 por dólar. Pero el dólar vale casi tres veces más en los mercados paralelos, legales e ilegales.

El lunes, Massa anunció un nuevo plan para estimular las exportaciones y reforzar las reservas de divisas de Argentina, que se están reduciendo peligrosamente, amenazando la capacidad del Gobierno para apuntalar el peso y pagar importaciones.

Desde el martes y por 30 días, los exportadores de bienes y servicios de Argentina pueden convertir el 30% de sus ingresos en divisas en el mercado paralelo legal de divisas, en lugar de cambiarlos en el Banco Central al tipo oficial, como deben hacer normalmente.

Massa también contará con la ayuda de China, que la semana pasada acordó prestar a Argentina otros u$s 6500 millones en yuanes en el marco de un swap de divisas, parte de los cuales se utilizarán para pagar u$s 3300 millones de préstamos al FMI que vencen antes de fin de año.

Según Sebastián Menescaldi, director asociado de la firma de análisis Ecogo, estas medidas deberían permitir a Massa evitar que los mercados se desplomen hasta después de las elecciones.

El Gobierno también podría optar por distribuir más dinero, añadió. En el período previo a la primera vuelta electoral entregó a los trabajadores bonos para amortiguar el impacto de la crisis y eliminó la mayor parte del impuesto a las ganancias, lo que costó una suma equivalente a alrededor del 2% del PBI, que se financió con la impresión de dinero.

"Los números no dan para mucho más, pero estoy seguro de que intentarán algo", dijo Menescaldi.

Eso entraría en conflicto con el otro objetivo electoral de Massa: acercarse a los votantes de centro que podrían verse alejados del peronismo por su vertiente más progresista, encarnada por la expresidenta y actual vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Milei amplió drásticamente el empleo público, aumentó los costosos subsidios a la energía y el transporte e impuso estrictas restricciones al capital, la moneda y el comercio.

Tanto Milei como la tercera candidata, Patricia Bullrich, de la coalición opositora de centro-derecha Juntos por el Cambio (JxC), han prometido "terminar con el kirchnerismo para siempre". El miércoles, Bullrich instó a sus votantes de la primera vuelta -el 23,8% del electorado- a respaldar a Milei.

Sin embargo, Massa no puede dejar totalmente de lado a Kirchner en su campaña. Su victoria del domingo se debió en gran medida a una fuerte actuación peronista en la provincia de Buenos Aires, base de apoyo de Kirchner. Los dos hablan a diario, según una persona de dentro del peronismo, y mantener la alianza puede ser clave para la capacidad de Massa de apoyarse en la maquinaria política del movimiento en el gobierno.

"De ninguna manera debemos suponer que [la victoria de Massa] lo confirmaría como el nuevo líder del peronismo", dijo Lucas Romero, director de la consultora argentina Synopsis.

Intentando tranquilizar a los votantes no peronistas, Massa ha prometido un gobierno de unidad para proporcionar la estabilidad económica que ha eludido a Argentina durante décadas, incluso durante sus 14 meses como ministro.

"Es un error [pensar] que la próxima etapa estará vinculada únicamente al peronismo", le dijo Massa al Financial Times en una conferencia de prensa tras su victoria en la primera vuelta.

Dijo que Argentina necesita reformas en cuestiones que van desde la política fiscal y la modernización del mercado laboral hasta el acceso a la vivienda y la atención a los jubilados. "Estas políticas requieren acuerdos que trasciendan a una fuerza política", afirmó.

En un esfuerzo por señalar un cambio hacia la ortodoxia económica, Massa le dijo a los periodistas que había pedido a los líderes del Congreso que encontraran un superávit presupuestario del 1% para 2024. Refiriéndose a los controles existentes sobre el capital, la moneda y el comercio, dijo que esperaba "empezar a eliminar las restricciones que generan distorsiones" una vez que las exportaciones de Argentina se recuperen de una grave sequía.

También avivó el miedo a Milei. Los discursos de Massa hacen referencia a menudo al apoyo del libertario a la flexibilización de las leyes sobre armas, mientras que un sindicato ferroviario pro peronista publicó anuncios en las estaciones de tren advirtiendo de que los precios de los boletos se multiplicarían por 20 si se eliminaran los subsidios con Milei, que ha prometido llevar una "motosierra" al Estado.

Además de los votos de Bullrich, están en juego el 6,8% de los votos de un peronista disidente y el 2,7% de los votos de la izquierda, junto con millones de argentinos que no votaron en la primera vuelta.

"La pregunta es: ¿el miedo a Milei pesa más que el enojo de la gente con este Gobierno?". dijo Romero. "¿Y la gente se cree la afirmación de Massa de ofrecer estabilidad?".

Los empresarios se muestran escépticos ante la posibilidad de que Massa lleve a cabo las profundas reformas necesarias. "Massa es un gran táctico, pero está consumido por eso. No creo que tenga una estrategia a largo plazo", dijo un director ejecutivo en Buenos Aires.

Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural Argentina -un grupo de lobby del sector agroalimentario que se enfrentó a Kirchner por los elevados impuestos a las exportaciones agrícolas- dijo que Massa había mostrado "tímidos destellos de comprensión de las necesidades de nuestro sector" en comparación con el "cambio acelerado" prometido por Milei.

Aún así, Massa cuenta con más apoyo institucional que Milei para llevar a cabo la reforma, según los analistas. El partido de Milei, La Libertad Avanza, fundado hace dos años, sólo tiene 38 de los 257 escaños de la Cámara Baja, frente a los 105 del peronismo.

La situación financiera y económica de Argentina es tan grave que un Massa presidente probablemente no tendría la opción de seguir aplazando sus problemas estructurales más urgentes, como el gasto excesivo, dijo Menescaldi, a pesar del dolor a corto plazo que supondría para la población abordar estas cuestiones.

"Massa lo sabe", afirmó. "No quiere pasarse cuatro años viviendo al borde del abismo".