EL 10 DE JUNIO SE SOMETER A UN REFERÉNDUM EN SUIZA LA INICIATIVA VOLLGELD

Los suizos van a las urnas para definir si sus depósitos serán más seguros

Mediante un replanteo del sistema financiero del país, se pretende impedir la creación de dinero por parte de los bancos privados. Las encuestas indican que ganaría el No

Después de la devastadora crisis de hace una década, uno podría haber pensado que era esencial replantear radicalmente el funcionamiento del sistema financiero. Pero en cambio, lo que se hizo fue remendarlo. Ahora, como era de esperar, la tendencia va hacia la eliminación de gran parte de la regulación. Es por eso que albergo la esperanza, a pesar de los resultados de las encuestas, que los suizos voten a favor de la iniciativa Vollgeld en el referéndum del 10 de junio. Las finanzas necesitan un cambio. Y, para eso, se necesitan experimentos.

Según una base de datos compilada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), entre 1970 y 2011 se produjeron 147 crisis bancarias nacionales. Estas crisis afectaron a países pequeños y pobres, como Guinea, y a países grandes y ricos, como Estados Unidos. Fueron colosalmente costosas en términos de producción perdida, de aumento de deuda pública y, no menos importante, de credibilidad política. En sólo tres años desde 2007, las pérdidas acumuladas de producción, en relación con la tendencia, representaron el 31% del producto bruto interno (PBI) en EE.UU. En el Reino Unido, la reciente crisis impuso un costo fiscal sólo superado por la guerra napoleónica y por las dos guerras mundiales.

Las preguntas son cómo es que este sector provoca un caos de esta magnitud y por qué se le permite hacerlo. Lo hace y se le permite hacerlo porque tal como lo ha explicado el Banco de Inglaterra, los bancos crean dinero como subproducto de sus préstamos, que son un importante bien económico.

Nosotros queremos que los bancos tengan activos riesgosos y pasivos seguros. Sin embargo, los pasivos de una institución que asume riesgos y tiene alto nivel de apalancamiento no pueden ser seguros y, forzosamente, parecerán menos seguros durante una crisis. Pero es entonces cuando la gente quiere que su dinero esté más seguro.

Peor aún, a menudo es más fácil para los bancos justificar que están prestando más cuando deberían prestar menos porque los préstamos crean auges de crédito y burbujas de precios de activos, particularmente en la propiedad. El hecho de que la gente considere los pasivos bancarios como "fuentes" de poder adquisitivo seguro brinda financiamiento estable, hasta que cunde el pánico. Para reducir la probabilidad de que surja el pánico, los gobiernos aseguran los depósitos bancarios, la liquidez e incluso la solvencia. Eso hace que las crisis sean más raras, pero de mayores proporciones. Las autoridades están, simultáneamente, apoyando a los bancos y controlando los excesos creados por el apoyo. Éste es un sistema diseñado para fracasar.

Hoy en día, los bancos están menos apalancados y mejor supervisados que antes de la crisis. En el Reino Unido, la banca minorista también está restringida. Sin embargo, los bancos están apalancados en una proporción aproximada de 20 a 1: si el valor de sus activos cae en un 5% o más, dicho banco se vuelve insolvente. Entonces, una forma de hacer que los bancos sean más seguros sería aumentar su capital social cuatro o cinco veces, tal como lo recomendaron Anat Admati y Martin Hellwig en su libro El traje nuevo del banquero.

Una forma alternativa de hacer que el sistema sea más seguro es despojar a los bancos del poder de crear dinero, convirtiendo sus depósitos líquidos en dinero "estatal" o "soberano". Ésa es la idea que respalda la iniciativa Vollgeld. El resto del sistema financiero estaría principalmente compuesto por la banca de inversión y por los fondos de inversión.

El cambio a un sistema como éste representaría, tal y como lo ha argumentado Thomas Jordan del Banco Nacional de Suiza, un miniterremoto. Además, la propuesta plantea dudas para qué fines se podría usar el nuevo dinero soberano.

La posibilidad obvia es utilizar el dinero para financiar al gobierno. Para algunos, esta idea es altamente objetable: sin duda generaría enormes desafíos. Sin embargo, esos retos no son nada tan fundamental como lo fue transferir la responsabilidad de un atributo central del Estado la creación de una moneda sólida a un grupo de empresas privadas con fines de lucro, coordinado por una institución gubernamental encargada de fijar los precios: el banco central. En ninguna otra área económica se encuentra el poder público tan entrelazado con los intereses privados.

Existen muchas otras ideas en esta amplia área que valen la pena explorar. Una sería permitir que cada ciudadano tenga una cuenta directamente en el banco central. Las razones tecnológicas para la existencia de las sucursales bancarias están desapareciendo. Nicholas Gruen, un economista australiano, ha argumentado que ninguna institución privada debería tener un mejor acceso al banco central público que el público mismo. Además, agregó, el banco central podría operar la política monetaria prestando libremente contra hipotecas seguras. El banco central no necesitaría otorgar préstamos a los bancos. Se enfocaría en los activos.

El punto fundamental aquí es que la carga de la prueba no debe estar en aquellos que favorecen el cambio. Después de una larga serie de enormes y destructivas crisis, más bien recae en aquellos que apoyan el status quo, incluso el actual status quo modificado. La ventaja de la iniciativa Vollgeld es que se trata de un experimento creíble encaminado a separar la seguridad del dinero de la absorción de riesgos esperada de los bancos privados. Con el dinero inequívocamente seguro, sería mucho más fácil dejar que las instituciones que asumen riesgos sufrieran todas las consecuencias de sus fracasos. En la medida en que la quiebra continúe siendo difícil, la regulación seguiría siendo necesaria, particularmente la del capital social. Al límite, como algunos argumentan, podría ser necesario poner fin a la intermediación financiera de la absorción de riesgos.

La iniciativa Vollgeld no llega a eso. Sin embargo, podría ser una manera de probar un mejor futuro posible para lo que ha sido, durante mucho tiempo, la industria más peligrosa del mundo. Esperemos que los suizos se atrevan a aprobarla.

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