El film La gran aventura Lego es tierra fertil para quienes buscan metáforas. Entre los millones de ladrillos de brillantes colores que aparecen en la película, algunos encontraron un mensaje anticapitalista; otros un spot publicitario (de cien minutos de duración) de la compañía danesa; y muchos lo vieron como la lucha en la vida (o en Lego) entre seguir órdenes o ser creativos, que es el parte central de la trama.

David Robertson, profesor de una escuela de negocios, ve algo más sutil: los paralelismos entre el largometraje y la propia lucha de Lego por sobrevivir hace una década.

El autor de Brick by Brick, la historia de cómo Lego se convirtió en el segundo fabricante de juguetes del mundo en términos de ventas, menciona las similitudes entre el héroe de la película Emmet y el CEO del grupo danés, Jørgen Vig Knudstorp.

Se trata de un modesto hombre joven que tiene que organizar un grupo de díscolos pero talentosos empleados para salvar el mundo del villano Señor Negocios. Les enseña a cooperar y juntos lo logran. En otras palabras, es una metáfora de la historia del grupo Lego de la última década, comentó Robertson.

A fines de los años noventa, Lego sufrió un grave tropiezo cuando perdió la fe en los ladrillos y se quedó con las grandes figuras de acción, en medio de la incertidumbre sobre cómo el mundo de los juguetes cambiaría con el surgimiento de los videojuegos. Cuando Knudstorp asumió en 2004, la firma estaba al borde del derrumbe. Reunió a algunos decepcionados veteranos de la compañía y juntos hicieron que Lego volviera a sus raíces con minifiguras simples como el camión de bomberos.

Sin duda, éste es un momento de apogeo para la compañía, que aún tiene su sede central en la pequeña ciudad danesa de Billund, donde fue fundada en 1932.

Sus ventas se triplicaron desde 2007 y en el primer semestre del año pasado los u$s 1.900 millones de ingresos que tuvo el grupo sólo fueron menores a los u$s 2.200 millones que registró el líder del mercado Mattel.

Sin embargo, donde Lego realmente se destaca es en rentabilidad: su ganancia neta del primer semestre fue de u$s 437 millones, cifra que eclipsó los u$s 112 millones del fabricante de las muñecas Barbie y convierte al grupo Danes en el fabricante de juguetes más rentable del mundo.

Parte de eso se debe a simples cálculos matemáticos aplicados a la producción de los ladrillos plásticos. Robertson contó la alquimia de convertir plástico ABS, que la compañía compra por menos de u$s 1 el kilogramo, en minifiguras de Lego, que se venden a cerca de u$s 75 el kilo.

Pero es mucho más que eso. Lego trata de que minifiguras diferentes usen la mayor cantidad de ladrillos iguales, lo cual fija una vara alta para sus diseñadores. Esa flexibilidad es crucial para que piezas o ladrillos de una figura que se vende poco puedan rápidamente aplicarse a otra que es un gran éxito.

En cuanto al futuro de Lego, su director financiero John Goodwin asegura que el gran potencial de la compañía está en Asia y que aún hay algunas posibilidades en Estados Unidos, donde hasta hace poco tenían poca presencia.

Sin embargo, admite que el reciente crecimiento estelar será difícil de mantener. Tuvimos un crecimiento anual compuesto superior a 20%. No creemos que eso sea sostenible en el largo plazo, concluyó.