La revolución de los robots empezó a llegar al campo

Crece la inversión en máquinas autónomas que rocían, desmalezan y cosechan

El productor agropecuario australiano Andrew Bate convirtió su campo granero y ganadero de 4000 hectáreas ubicado en el centro del estado de Queensland en un laboratorio de robótica al aire libre. En las polvorientas tierras donde cultiva trigo, algodón y garbanzos, Bate prueba robots diseñados para resolver problemas con los que deben lidiar los productores agrícolas como remover malezas y cosechar los cultivos.

Su compañía, Swarm Robotics, creó una flota de pequeños robots que trabajan en grupo para realizar tareas que antes hacían los grandes tractores, rociadores y sembradoras. Los robots ya están en uso entre los agricultores de la región, quienes los alquilan a una tarifa por hectárea y en breve se fabricarán otras 10 máquinas.

"Empezamos con esto porque estábamos buscando mejores maneras de producir, no necesariamente de reducir mano de obra", contó Bate, que fundó la compañía con su esposa en 2012. "Lo que estamos haciendo ahora es la punta del iceberg, es la próxima oleada que será realmente emocionante".

Bate forma parte de un mayor esfuerzo que están haciendo startups, fondos de capital de riesgo y grandes compañías agrícolas, como el gigante de semillas Monsanto y el grupo químico DuPont, para que los robots resuelvan algunos de los problemas más espinosos de la actividad agrícola. Un día los robots podrían incluso reemplazar a los recolectores humanos de frutas, si bien todavía falta mucho tiempo para eso.

El desarrollo de las tecnologías agrícolas está en auge: los inversores pusieron más de u$s 700 millones en esas compañías en 2017, según la firma de investigaciones CB Insight, más del doble que el año anterior.

Existen al menos ocho emprendimientos tratando de resolver la recolección de frutillas.

Hasta la fecha hay dos principales tipos de robots agrícolas en desarrollo: los que ayudan a los productores a reducir los insumos, como herbicidas, pesticidas o fertilizantes, y los que buscan reemplazar trabajadores mediante el uso de máquinas cosechadoras de distintos tipos de cultivos.

También tienen la esperanza de que los robots permitan que otra vez sea económicamente viable la explotación de pequeñas parcelas de tierra.

"Así como la computación móvil, los sensores y la inteligencia artificial están transformando otras industrias, creemos que tendrán un impresionante impacto en el campo", dijo Ben Chostner, ejecutivo de Blue River Technology, que fabrica robots que emplean visión artificial para aplicar con gran precisión los herbicidas.

El fabricante de tractores Deere & Co adquirió la startup el año pasado por u$s 305 millones, y ahora está ayudando a desarrollar su robot See and Spray, que apunta a reducir el uso de herbicidas en un 90%. Blue River está perfeccionando y decidiendo cómo comercializar el robot, por lo que todavía no empezó a venderlo.

Khasha Ghaffarzadeh, director de investigaciones en IDTechEx, una firma de investigación de mercado, estudió la gama de robots agrícolas en venta hoy y concluyó que algunas tecnologías, como los tractores con dirección automática, las máquinas que ordeñan vacas automáticamente y los helicópteros rociadores controlados de manera remota, ya son bastante comunes. Los drones también se usan para inspeccionar campos y arrear animales.

Otros robots todavía están en sus primeras etapas de desarrollo, como los que dependen de las imágenes digitales. "Esto no será una revolución de un día para el otro; un cambio en las prácticas agrícolas podría llevar 20 años", dijo Ghaffarzadeh.

Un tipo de robot que está en sus primeras etapas de comercialización es el que desmaleza campos mecánicamente, por lo que reduce el uso de herbicidas químicos. La francesa Naïo Technologies empezó a vender cuatro robots de diferentes tamaños para productores de lechuga, verduras y uvas para la industria vitivinícola.

Los productores agropecuarios que compran los robots quieren seguir prácticas orgánicas o tienen problemas con las malezas resistentes a los productos químicos, explicó Gaëtan Séverac, uno de los cofundadores de Naïo. "Nuestros robots pueden reducir en una tercera parte el presupuesto para desmalezamiento", contó.

Falta aún más tiempo para la comercialización de los robots recolectores de fruta. Hay muchos obstáculos a superar antes de que las frutillas o las manzanas puedan cosecharse tan fácil como el trigo en un campo grande. Las frutas y las verduras no crecen de manera uniforme ni maduran al mismo tiempo. A menudo, cuantos más sensores y cámaras se agregan a un robot para que mejore su desempeño, más frágiles e inadecuados se vuelven para la producción agrícola.

Los robots agrícolas deben poder operar sin fallas en medio del polvo, basura, viento y diversas temperaturas.

Otro problema que enfrentan los robots recolectores de fruta es que no pueden ver a través de las hojas o de las sombras que proyectan los árboles y las ramas. Además, es difícil fabricar un brazo de robot que tenga la suficiente destreza y flexibilidad como para cosechar la fruta sin dañarla o cortarla.

Varias compañías están abordando el problema de la recolección de frutas de diferentes maneras. Las frutillas son un buen ejemplo.

Harvest CROO Robotics, con sede en Florida, Estados Unidos, está desarrollando una gran máquina que circula en los campos donde se cultivan frutillas. Tiene 16 brazos robóticos que de manera sincronizada recogen los frutos de una planta en ocho segundos.

Por el contrario, la española Agrobot desarrolló robots que utilizando potentes computadoras, sensores de color y pequeñas canastas de metal adosadas a los brazos robóticos, extrae suavemente las frutillas maduras de abajo de las hojas verdes.

Mientras tanto, una startup británica llamada Dogtooth y otra belga llamada Octinion están diseñando sistemas con brazos robóticos montados en plataformas móviles que se arrastran por los campos para cosechar frutos rojos.

Paul Bisset, CEO de Harvest CROO Robotics, que cuenta con el respaldo de u$s 7,5 millones proveniente de varios productores de frutillas norteamericanos, sostiene que la industria no tenía opción más que recurrir a la tecnología dada la falta de trabajadores migrantes.

"Al menos hay ocho emprendimientos que tratan de resolver el problema de la recolección de frutillas," dijo. "En este momento, los brazos robóticos no son lo suficientemente rápidos o baratos para reemplazar la mano de obra humana, pero un día eso va a cambiar".

 

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