MUCHOS RECONOCEN SU AUTORIDAD MORAL PERO NO SIGUEN SU MENSAJE

La magia popular de Francisco no funciona en todos los ámbitos

El liderazgo de Trump entre los republicanos, el portazo de Europa a los refugiados y los atentados terroristas recientes muestran que los mensajes del Papa no terminan de calar

Con el tipo de gesto que le permitió al Papa Francisco ser un líder transformacional de la Iglesia Católica, el pontífice argentino de 79 años la semana pasada celebró Jueves Santo en Castelnuovo di Porto, localidad ubicada a 30 kilómetros al norte de Roma y donde hay casi 900 personas que buscan asilo desde uno de los centros de recepción de migrantes más grandes de Italia.

El día en que los sacerdotes católicos representan el momento en que Jesús lava los pies de sus 12 apóstoles antes de la Última Cena, el Papa Francisco dio un giro al ritual lavando también los pies de personas no cristianas y a mujeres; y aprovechó la ceremonia para repetir su mensaje de que deben ser bienvenidos, y no rechazados, los cientos de miles de refugiados que ingresan a Europa.

La visita a Castelnuovo quizás haya sido agridulce para Francisco. A su alrededor había recordatorios de que pese a toda su persuasión moral una reciente encuesta de Gallup indica que el pontífice es más popular que cualquier líder político del mundo, sus poderes son limitados, y que sus pedidos de tolerancia y diálogo están mayormente siendo ignorados.

Francisco de ninguna manera es un fracaso diplomático. A principios de este mes, Barack Obama aterrizó en Cuba en la primera visita presidencial desde 1928, después de un acuerdo con Raúl Castro que fue intermediado por el Vaticano. El Papa también ayudó a impulsar el acuerdo nuclear iraní y el pacto global por el cambio climático.

Pero los países europeos parecen más decididos que nunca a impedir la entrada de los refugiados. Donald Trump, que quiere construir un muro en la frontera con México, todavía va a la cabeza de la carrera republicana por la presidencia. Los recientes atentados terroristas muestran que sigue habiendo mucho odio, a menudo en nombre de la religión.

El Papa también se esfuerza por producir resultados en sus reformas internas, en parte debido a la fuerte resistencia por parte de los clérigos conservadores, y en parte, según los críticos, debido a sus propias debilidades. "Si que Dios no lo permita llegara a morir repentinamente, no hay nada que él haya hecho hasta ahora que un sucesor con agenda restauracionista no pueda deshacer, incluso sin demasiado esfuerzo o polémica", escribió Robert Mickens, editor jefe del sitio web católico Global Pulse, en una columna esta semana.

Se espera que el Papa actualice los lineamientos pastorales para permitir, en ciertos casos, que los divorciados y vueltos a casar reciban la comunión, lo cual hasta ahora está prohibido. Pero después de un tenso debate entre los obispos católicos es poco probable que cambie la doctrina oficial de la iglesia en relación a ese tema.

El pontífice también presionó con la reforma del área financiera de la iglesia mayormente la limpieza del banco del Vaticano, conocido como el Instituto para Obras de Religión, que había estado asociado al lavado de dinero y al crimen organizado. Hasta se movió para darle más transparencia al financiamiento de los pedidos de santidad, que pueden costar hasta 500.000 cada uno.

Pero en otras áreas de la economía de la iglesia, como las enormes tenencias de bienes raíces del Vaticano, todavía hay mucha oscuridad.

Mientras tanto, el Papa Francisco está emergiendo del doloroso episodio de ver a su principal asistente en las finanzas del Vaticano, el cardenal australiano George Pell, ser interrogado por una comisión real por su participación en el encubrimiento de abuso sexual a menores cometido por sacerdotes católicos en los años setenta.

El cardenal Pell negó las acusaciones que afirman que él fue cómplice o que estaba al tanto del encubrimiento, y aseguró a los periodistas que cuenta con el "total apoyo" del Papa. Para los críticos, esto demuestra que Francisco no tiene oído para un tema que ha manchado la imagen de la Iglesia, y que es extremadamente importante para los católicos.

El año pasado en esta misma época, el Papa advirtió que su papado sería "corto", quizás de una duración de "cuatro o cinco años", y sugirió que podría seguir el ejemplo de Benedicto XVI y renunciar a su pontificado antes de su muerte. Bien podría caer en la cuenta de que quizás necesite mucho tiempo más si quiere que su legado de cambio sea tan revolucionario como él espera.

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