

Cuando los funcionarios de la Reserva Federal de Estados Unidos se reúnan en septiembre para decidir si suben las tasas de interés, tendrán muchos datos económicos a tener en cuenta. Sin embargo, si quieren un giro innovador en el actual estado del sector financiero, deberían darle un vistazo a los balances de las compañías norteamericanas.
Actualmente parecería que se está produciendo un sutil cambio y que pasa mayormente desapercibido en dónde las empresas estadounidense están colocando el dinero sobrante. Y, al igual que en gran parte del sector financiero occidental hoy, se observa la tendencia que en parte se ve impulsada por algunos efectos colaterales inesperados de las tasas de interés bajas.
Un estudio elaborado recientemente por la Asociación de Profesionales de las Finanzas (APF) sobre el comportamiento de los tesoreros en las empresas recalca un punto muy conocido: que las posiciones de liquidez han aumentado últimamente, porque las ganancias de las compañías crecieron, pero las inversiones se mantienen relativamente bajas.
La APF asegura, por ejemplo, que 31% de los tesoreros sostiene que el efectivo en caja se incrementó el año pasado, mientras que el 46% informó que no había registrado cambios, y la mayoría espera que este patrón se mantenga. Entonces, no sorprende que los economistas estimen que en los balances corporativos hay entre u$s 1 billón y u$s 2 billones de poder de fuego sin usar.
Lo que es más interesante es un detalle normalmente oculto: lo que están haciendo los tesoreros con esta montaña de dinero. Hasta hace poco cuando tenían la suerte de contar con fondos sobrantes, tendían a invertirlos en los mercados de capitales.
Según la APF, en 2008 colocaban cerca de la mitad de su liquidez de corto plazo en fondos de dinero, letras del Tesoro y otros títulos valores; y una quinta parte quedaba en depósitos bancarios convencionales. Tiene sentido: a principios del siglo XXI, se daba por sentado que el sector financiero evolucionaba hacia un mundo donde gobernaban los mercados de capitales. Era raro dejar el dinero en depósitos bancarios.
Pero hoy un 56% de la liquidez corporativa norteamericana está en cuentas bancarias, la mayor proporción desde que APF empezó con sus encuestas hace diez años. Muchos fondos de dinero, por el contrario, ahora tienen sólo 15% de los fondos corporativos de corto plazo.
Esto sorprende. No importa que las cuentas bancarias hayan pasado de moda: lo que es más notable es que no son totalmente "seguras", dado que el seguro de depósito federal sólo cubre una parte de esos depósitos. Y las cuentas bancarias hoy prácticamente no pagan intereses; algunas hasta cobran por recibir el dinero.
Parece que los tesoreros fueron moviendo sus fondos silenciosamente por tres razones. Primero, tienen más confianza en la salud de los bancos. Segundo (y menos alentador), les preocupa el escenario regulatorio en torno a los mercados de capitales. Más especialmente, debido a las reformas que hizo la Securities and Exchanges Commission en los mercados de dinero, los tesoreros de empresas están discretamente retirando algunos de esos fondos.
El tercer factor es que, en un mundo de tasas de interés súper bajas, ha sido tan difícil para los tesoreros obtener retornos sobre instrumentos del mercado de capitales que muchos dejaron de intentarlo. El dinero queda en cuentas bancarias retro porque nadie encuentra una mejor manera de hacerlo. Es una forma de sector financiero zombi.
Ahora, los tesoreros no son los únicos que tomaron esta postura: muchos inversores minoristas hacen lo mismo. El US Trust, para nombrar uno, hace poco informó que dos terceras partes de los individuos adinerados tienen más de 10% de sus activos en efectivo, una proporción inusualmente elevada.
Es posible pensar que este patrón pronto desaparecerá. Si la economía norteamericana sigue registrando recuperación, las compañías podrían empezar a invertir su dinero sobrante en plantas y equipos, o hasta en personal. En forma similar, si la Fed eleva las tasas este otoño boreal, los tesoreros podrían empezar a creer que tiene sentido colocar su dinero en el mercado de capitales, que casi seguramente producirían mejores retornos antes que las cuentas bancarias retro.
Pero hasta entonces, las compañías norteamericanas están viviendo en un sistema financiero que parece tranquilo en la superficie, hasta casi normal, pero que está distorsionado de maneras sutiles, difíciles de ver. Entonces, no es de extrañar que los funcionarios de la Fed quieran "normalizar" el precio del dinero. Esperemos que puedan hacerlo en forma tal que no provoque demasiados temblores.


