Imprimir dinero es una respuesta válida a la crisis por la pandemia

El gobierno británico nunca devolvió el préstamo por 1.200.000 libras con el que creó el Banco de Inglaterra en 1694. A cambio, a los mercaderes que habían aportado el dinero les otorgó el derecho exclusivo de imprimir billetes contra esta deuda, dando origen al banco central y a gran parte de la arquitectura del sistema financiero mundial.

Hoy, mientras las autoridades prometen hacer "lo que necesario" para apuntalar sus economías, a los bancos centrales se les pide que impriman dinero para financiar directamente el gasto público.

En tiempos de emergencia, particularmente en épocas de guerra, los bancos centrales suelen entregar a los gobiernos billetes recién impresos. Y la lucha contra la inflación resultante se pospone hasta después de la crisis. A pesar de la pandemia, hoy el mundo todavía no está en esa posición. Por ahora no hay necesidad de relajar el marco de la banca central independiente con metas de inflación. Pero este tipo de financiación monetaria debería ser una herramienta a disposición de quienes formulan las políticas.

Sin límites, permitir que un gobierno se financie imprimiendo dinero puede llevar a la hiperinflación. Pero estos riesgos se pueden manejar: la expansión monetaria de la última década, pese a las predicciones, no elevó a la inflación por encima del objetivo de 2% que se fijaron los principales bancos centrales. El dinero inyectado en las economías ricas fue recibido por la mayor demanda de ahorro preventivo.

No hay una distinción clara entre la expansión monetaria y la financiación monetaria. Los banqueros centrales dicen que las compras de activos en el marco de la flexibilización cuantitativa (QE) es temporaria, lo que significa que el dinero recién creado en algún momento será retirado de la economía. Pero es difícil atar las manos de sus sucesores, que algún día podrían convertirlas en permanentes. De cualquier modo, el efecto es reducir el costo del endeudamiento del gobierno. La compra de los bonos después de haberlos vendido a inversores privados libera fondos para nuevas emisiones.

De hecho, los recientes programas de QE parecen cada vez más propensos a convertirse en permanentes. Los banqueros centrales hasta ahora no lograron completar su programa de "normalización" de la política monetaria. No podrán hacerlo en el futuro cercano. Dada la escala de los planes anteriores, el Banco del Japón -que tiene bonos soberanos por valor superior al 100% del ingreso nacional japonés- tal vez nunca pueda desarmar todas sus compras.

La diferencia entre la QE y la financiación monetaria directa está mayormente en cómo se presentan; si las compras de activos se consideran temporales o permanentes. Esto es importante: la credibilidad y el mensaje que se transmite son importantes para la banca central. Esta semana Andrew Bailey, el presidente del Banco de Inglaterra, escribió un artículo de opinión en el que aseguró que estaba descartada la posibilidad de una financiación monetaria. Ese comentario quizás fue mayormente entendido como una manera de convencer a los inversores internacionales de que hay pocas razones para sentir temor a mantener fondos en libras esterlinas.

Si las tendencias que contienen la inflación se invierten, los banqueros centrales tienen herramientas para combatir el aumento de precios, ya sea subiendo las tasas de interés o desarmando la QE. La crisis actual puede ser incluso deflacionaria y los objetivos de los bancos centrales son, con la excepción del Banco Central Europeo, simétricos en cuanto a la promesa de enfrentar una inflación cuando esté por debajo o por encima de su meta establecida.

La magnitud de la actual crisis significa que incluso la financiación monetaria más directa, como la entrega de dinero en efectivo a la gente, debería seguir siendo una opción. Esto requerirá la coordinación con los funcionarios democráticamente electos, que son responsables de las finanzas públicas. El debate no debería centrarse en si puede haber financiación monetaria sino en mantener controlado el proceso mediante bancos centrales independientes.

Traducción: Mariana Oriolo

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