

A fines del mes pasado, la comunidad financiera de Nueva York se congregó en esa ciudad para un almuerzo que dio la sociedad de bolsa china CICC en honor del ex viceprimer ministro de China, Zeng Peiyan, y de una delegación de funcionarios que incluía a Lou Jiwei, presidente de China Investment.
Según varios invitados, el mensaje chino fue claro: si el Congreso de EE.UU. aprueba una ley en la que nos acusan de manipuladores cambiarios, los vamos a aplastar. Y como nos resulta un poco difícil tratar con su gobierno, por favor háganle llegar el mensaje.
A medida que el crecimiento económico se hace más lento en Europa y Asia, vuelve crucial encontrar una ventaja y una de las maneras más obvias de crecer es exportar, lo que depende, por lo menos en parte, de contar con una moneda relativamente barata. Los chinos niegan ser los únicos que tratan de mantener baja su divisa ya que, para ellos, la mayor parte del mundo juega el mismo juego. Muchos en China creen que la estrategia de la Reserva Federal de imprimir dinero para comprar bonos es sólo una forma indirecta de impulsar a la baja el dólar. También consideran que el euro fue diseñado como un medio para mantener competitiva la industria alemana porque, si el euro no existiera, el marco se habría apreciado y los griegos, los italianos (y los chinos) ya no podrían permitirse comprar autos Mercedes y BMW.
La sensación de resentimiento también está alimentada por una creciente confianza en la capacidad de gestión macro del gobierno chino. El resto del mundo se preocupa por la posibilidad de que China tenga un aterrizaje brusco si su índice manufacturero cae a territorio negativo. La máquina exportadora del país se desaceleró porque los costos laborales subieron, lo que obligó a muchos fabricantes de mercadería barata a cerrar. Además, el mercado inmobiliario residencial se está desplomando.
Pero esta sensación de inquietud no es evidente en Beijing. China ya ha visto congelarse los mercados emergentes de Asia a fines de los 90, pero eso tuvo poco impacto sobre su propio bienestar. Y Japón ha perdido terreno durante dos décadas. La crisis financiera global de 2008 sugiere que el modelo estadounidense tiene profundas fallas y su crecimiento depende del crédito que, en gran parte, proviene de Beijing. Ahora que Europa está en recesión, muchos chinos sienten que su sistema demostró ser superior al de cualquiera de sus competidores.
En el pasado, un crecimiento más lento hubiera traído problemas para China, ya que el país necesitaba un crecimiento de 8% para generar puestos de trabajo para las aproximadamente 115 millones de personas que se incorporaron a la fuerza laboral en los últimos 10 años. Pero el cambio demográfico que se produjo con el envejecimiento de la población, como resultado de la política de un hijo por familia, implica que en la próxima década serán menos de 20 millones los que tendrán que buscar trabajo. Eso significa que una tasa de crecimiento más baja no será calamitosa para China.
Por otra parte, el país ya empezó a revertir su política monetaria restrictiva al reducir, por primera vez en tres años, las reservas que los bancos deben depositar en el banco central. Ahora, debido a la combinación del cambio demográfico y la desaceleración en Europa, que es su principal mercado exportador, China debe continuar el vuelco hacia una economía liderada por la demanda interna.
JPMorgan, redujo su pronóstico de crecimiento para China y espera que el PBI se expanda a una tasa anualizada de 7,4% este trimestre y de 7,2%, el próximo. Pero el mundo no debería estar demasiado satisfecho con una economía china más lenta, porque eso implica que el país importará menos y también habrá menos órdenes de compra para la deuda del resto del mundo. Si China se desacelera, esto bien podría ser un problema más grande para los demás países que para la propia China.