El operativo seducción de Macron a los banqueros puede agravar las tensiones sociales en Francia
El presidente francés ha sido explícito en sus planes para aprovechar al máximo la salida del Reino Unido como trampolín financiero a Europa. Pero la expansión del sector amplía la brecha entre los que tienen y los que no tienen.
Francia está más dividida de lo que lo ha estado durante muchos años. El asesinato de un adolescente de ascendencia norteafricana a manos de la policía la semana pasada desencadenó disturbios en todo el país, con crudas imágenes de ciudades en llamas que evidencian el sentimiento antigubernamental causado por una serie de problemas de desigualdad.
El presidente Emmanuel Macron ha sido acusado de incumplir su promesa de reducir la brecha racial y económica. A tan sólo unos kilómetros del suburbio pobre de París donde se produjo el tiroteo, el sector financiero francés ha estado en auge, ya que Macron cumplió otra promesa: garantizar que París pudiera presumir de un dinamismo financiero similar al de Londres.
Macron, exbanquero, ha sido explícito en sus planes para aprovechar al máximo la salida del Reino Unido como trampolín financiero a Europa. "Cuando Macron asumió el poder hace seis años tenía una estrategia clara", dice un funcionario del Ministerio de Finanzas. "El objetivo era ser el principal beneficiario del Brexit".
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Y así ha resultado. La ganancia más espectacular de Francia en servicios financieros se ha producido a través de los cinco grandes bancos de inversión estadounidenses, que han trasladado al menos 1600 empleados a París, según cálculos del Financial Times. En 2021, un estudio anual de EY reveló que Francia superó al Reino Unido en número de proyectos de inversión extranjera directa (IED) de servicios financieros estadounidenses dirigidos a Europa, con 19 proyectos, frente a los 17 del Reino Unido.
Si los operadores necesitaban trasladarse a la eurozona, París siempre iba a ser un lugar atractivo. Pero las políticas específicas han impulsado la tendencia. Los funcionarios describen una estrategia basada en tres pilares.
El primero se centra en la reforma fiscal. Mientras que el Reino Unido acaba de subir su impuesto corporativo, ultrabajo, del 19% al 25%, Francia ha reducido el suyo del 33% al 25% en los últimos años. Se han aplicado reducciones fiscales de hasta el 50% a los ejecutivos extranjeros y a los expatriados de larga duración que regresan a su país. El resultado ha sido una afluencia mundial de ejecutivos: Bank of America en París, por ejemplo, emplea hoy a unos 600 empleados (frente a los 70 de hace unos años) de 49 países diferentes.
El segundo pilar de Macron está relacionado con la competitividad. Junto a la controvertida pero crucial revisión para subir la edad jubilatoria de 62 a 64 años, una serie de reformas del mercado laboral pretenden flexibilizar la contratación, el despido y las condiciones de empleo.
El tercer atractivo ha sido la estabilidad política. Macron no puede presumir de una gran popularidad personal. Pero su presidencia se prolongará hasta 2027 y su ministro de Economía, Bruno Le Maire, lleva seis años en el cargo. La frustración de los financieros contrasta con los vaivenes de la política, los primeros ministros y los cancilleres británicos durante el último año.
Si las zanahorias son atractivas, también hay un palo. El Banco Central Europeo (BCE) se ha mostrado firme a la hora de exigir la reubicación permanente en la eurozona del personal relacionado con los negocios del bloque. Funcionarios franceses afirman que la reciente multa del BCE a Goldman Sachs, por declarar erróneamente su capital de riesgo, probablemente se utilice como palanca para obligar a los bancos a trasladar a la región a los ejecutivos más senior en gestión de riesgos.
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Al mismo tiempo, Francia ha estado trabajando para atraer a empresas de gestión de activos. Un grupo de hedge funds, entre ellos Citadel, Millennium y Point72, ya ha anunciado la ampliación de sus oficinas. El premio podría ser mayor si el partido laborista británico llega al poder y sigue adelante con sus planes fiscales, que afectarían a la industria de private equity: muchos ejecutivos que trabajan en Londres proceden de Francia y de la eurozona, y Macron seguramente intentará atraerlos.
Los operadores bancarios admiten que el nivel de activos bajo gestión atraídos a París no ha estado a la altura de las expectativas. Otra decepción ha sido el retroceso de la inversión interna, según datos de EY. Tras los resultados récord de Francia en 2021, el Reino Unido volvió a ocupar claramente el primer puesto en la IED de servicios financieros de EE.UU. en 2022 y, en general, es un centro financiero mucho mayor. Y el entusiasmo de Francia por las finanzas de vanguardia le ha llevado a situaciones de riesgo. Binance, el polémico exchange de criptomonedas, eligió París como centro europeo el año pasado, pero desde entonces ha sido demandado por la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos.
Pero quizá el mayor riesgo sea social. La expansión del sector financiero -que se refleja en la creciente influencia de las normas salariales angloamericanas- agranda el abismo entre los que tienen y los que no tienen.
En el Reino Unido, esta brecha es fuente de fricciones desde hace mucho tiempo. ¿Cuánto peor será en la Francia cada vez más polarizada de Macron?
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