Financial Times: las materias primas podrían no ser baratos para siempre

Hay muchas razones para que se debilite el dólar estadounidense, lo cual provocaría un aumento de los precios de los productos básicos

Hay muchos activos caros en el mundo actual. La última década de política monetaria relajada e inyecciones de dinero de los bancos centrales han creado la infame "burbuja en todo". Ésta es una de las razones por las que ahora tenemos un entorno de inversión extrañamente fluctuante, en el que todo —desde acciones de riesgo hasta el oro, normalmente seguro— está aumentando al mismo tiempo.

Pero algo se ha mantenido confiablemente barato: los productos básicos. Aunque el mercado de valores estadounidense, el cual sigue alcanzando nuevos niveles máximos, está casi tan caro como lo ha estado en los últimos 150 años, los productos básicos están casi tan baratos en relación con las acciones como lo han estado en el siglo hasta la fecha.

Parte de esto es natural, y también estructural. En los últimos 200 años, el precio real de los productos básicos industriales ha tenido una tendencia a la baja. Esto se debe a que cada vez que un nuevo pico en los precios altera lo que generalmente es un mercado bajista a largo plazo, las compañías y los consumidores se adaptan. Podrían sustituir un producto básico más barato por uno más caro, desarrollar tecnologías que permitan una extracción más eficiente o intentar ahorrar energía. En ese sentido, ¿quién de mi generación podría olvidar la súplica en 1977 del entonces presidente Jimmy Carter, en medio de una crisis energética, a los estadounidenses para que bajaran sus termostatos, la cual hizo desde la Casa Blanca mientras vestía un suéter grueso?

Con la excepción de un par de repuntes, los precios de los productos básicos industriales han estado cayendo en relación con el S&P 500 desde entonces. Y la mayoría de la gente piensa que hay buenas razones para que dicha tendencia continúe.

En un mundo deflacionario, en la parte final de un ciclo de recuperación, con poblaciones envejecidas que consumen menos y una economía global que depende menos de una manufactura muy dependiente de los productos básicos en relación con los servicios, hay muchos factores que mantienen baratos los productos básicos, incluso aunque no sufrimos una recesión en EE.UU. o en el resto del mundo.

A estos factores se les suman la posibilidad de un creciente conflicto entre EE.UU. e Irán, así como un impulso global hacia medidas más estrictas para evitar el cambio climático. Quizás esto último no sea una prioridad para la administración estadounidense, pero sí lo es para los jóvenes activistas que conforman una proporción cada vez mayor de los votantes.

Al igual que la mayoría de los directores ejecutivos, economistas y políticos, las generaciones más jóvenes creen que es inevitable que nos alejemos aún más del uso de combustibles fósiles. En los círculos de inversión, se habla incluso de que los petroleros se conviertan en "activos bloqueados", cuyo valor caerá precipitadamente conforme la energía renovable adopte un papel más preponderante.

Y, sin embargo, después de haber visto la última subida del petróleo impulsada por una gran demanda en el año 2008, así como la subida de precios más impulsada por las finanzas entre 2011 y 2012, la cual finalmente se desvaneció cuando los bancos centrales dieron marcha atrás a sus planes de flexibilización cuantitativa, creo que sería insensato suponer que hemos entrado en un mercado bajista permanente en los productos básicos; al menos no aún.

La amenaza inminente de beneficios de pensiones y asistencia sanitaria no financiados en EE.UU., junto con la disposición de los bancos centrales y de los políticos a manejar la situación a través de la emisión de dinero —lo cual debilita el dólar— podría hacer del oro la nueva clase de activos más popular de los próximos años. Algunas de las mismas tendencias podrían llevar a un aumento de los precios de los productos básicos en general, a pesar de que la perspectiva de una guerra más extensa en el Medio Oriente aún no ha creado una subida sostenida del petróleo.

Hay muchas razones —desde el gasto deficitario hasta los riesgos políticos o el estallido de una burbuja de deuda corporativa— para que el dólar se debilite. Si eso sucede, los productos básicos, que se mueven de forma inversa al dólar, aumentarían. Es probable que el mercado de valores estadounidenses caiga, pues los márgenes corporativos son estrechos y no hay mucho espacio para amortiguar el aumento de los precios de la energía y de los insumos. Si el dólar se debilita, todos los costos de las cadenas de suministro en el extranjero también aumentan.

En caso de que eso suceda, hay pocas dudas de que la Reserva Federal estadounidense intentaría reforzar el mercado con una mayor flexibilización monetaria. Pero dado que todos los bancos centrales del mundo nos dicen que la política monetaria no puede sostener el mercado para siempre, es posible que dicha medida no provoque un aumento adicional de las existencias, sino una estampida hacia el oro y quizás hacia la clase de activo de los productos básicos en general.

La flexibilización cuantitativa fue un factor importante en la última subida de los precios de los productos básicos, que no son sólo materias primas para los negocios, sino activos negociables para los especuladores. Y ésta es una teoría que algunos inversionistas oportunistas están promoviendo actualmente.

Este escenario sólo ocurriría si no hubiera un colapso importante en el crecimiento global que cambiara la situación subyacente de la demanda. Pero es posible que las cosas ocurran a la inversa, particularmente si el crecimiento en Europa o China comenzara a debilitarse junto con el de EE.UU.

Aun así, si los precios de los productos básicos aumentaran, habría innumerables ramificaciones. Comenzaríamos a ver a los presidentes de los estados petroleros más envalentonados aún, y el nacionalismo populista aumentaría en todo el mundo; la inflación en los precios de los alimentos y el combustible afecta más a los pobres, lo cual fomenta la volatilidad política. Eso podría, a su vez, crear una nueva crisis comercial y el tipo de perturbaciones que los mercados actualmente están descartando.

Por el lado positivo, sin embargo, la demanda de productos básicos muestra elasticidad de precios; una vez que los precios suben demasiado, la demanda siempre cae. El ciclo de reemplazar una fuente de energía con otra se ha estado desarrollando durante cientos de años, y continúa. En un mundo ideal, la próxima burbuja de los productos básicos, cuando ocurra, podría ayudarnos a hacer lo que podría ser el cambio final: un alejamiento de los combustibles fósiles y un movimiento hacia las fuentes de energía renovables.   

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