Financial Times: el coronavirus podría ponerle "punto final" al populismo

Trump, Bolsonaro y Johnson tienen como característica una fatal incapacidad de enfrentar la realidad. Los tres líderes ahora están pagando un alto precio político por su  incompetencia ante la crisis

Los populistas odian ser impopulares. Es por eso que fueron tan incompetentes en su manejo del Covid-19, una crisis que sólo trae pésimas noticias: muerte, destrucción económica y libertades restringidas.

Donald Trump, el presidente de EE.UU., y Jair Bolsonaro, su par de Brasil, son los dos líderes populistas que más se destacan en el mundo occidental. Los desastrosos resultados que obtuvieron con sus estrategias para combatir el coronavirus son evidentes. La semana pasada, Brasil se convirtió en el segundo país del mundo, después de EE.UU., en registrar más de 50.000 muertes por Covid-19.

La característica distintiva del enfoque de estos dos mandatarios es su fatal incapacidad de enfrentar la realidad. Trump prácticamente ignoró el virus desde enero hasta mediados de marzo. En varias ocasiones sugirió que desaparecería por arte de magia y que las inyecciones con desinfectante podrían ser un buen remedio.

Bolsonaro ha sido aún más extravagante e irresponsable; dijo que el virus era un simple resfrío, apoyó las protestas en contra de la cuarentena y despidió a dos ministros de salud.

Ambos hombres ahora están pagando un alto precio político por su incompetencia. Trump va atrás en las encuestas para las elecciones de noviembre. Bolsonaro también perdió aprobación mientras se habla de juicio político e investigaciones por corrupción en su círculo íntimo.

En Gran Bretaña, Boris Johnson se mostró más respetuoso del consenso científico. Pero al principio de la crisis, el primer ministro sucumbió a uno de los mayores defectos de la estrategia populista: la peligrosa reticencia a actuar ante las malas noticias. Mientras otras naciones europeas imponían cuarentenas, él decía que "vivimos en una tierra de libertad" y demoró en adoptar esas medidas. En sólo dos meses, Johnson pasó de tener una popularidad récord a un índice de aprobación negativo.

Por el contrario, Angela Merkel tuvo una buena crisis. Alemania tiene una de las tasas de mortalidad per cápita más bajas de Europa. Cuando Johnson dijo en el parlamento que no hay un sólo país que haya aplicado de manera efectiva el rastreo de contactos, Sir Keir Starmer, el líder de la oposición, respondió con una sola palabra: Alemania.

El contraste entre el desempeño de Merkel y el de los populistas demuestra que la capacidad de comprender la evidencia es una característica útil en un líder. La canciller alemana tiene un doctorado en química. Por el contrario, Trump es desarrollador de bienes raíces, Bolsonaro era capitán del ejército y Johnson se graduó en estudios clásicos. Merkel pudo dar una explicación tranquila y tomar las medidas adecuadas; Trump se queja de que EE.UU. hace demasiados testeos. Merkel subió en las encuestas, y hoy tiene los índices de aprobación más altos en muchos años.

Frente a este patrón, Francis Fukuyama, de la Universidad de Stanford, especuló hace poco en la BBC: "La epidemia de Covid-19 tal vez pueda reventar el forúnculo del populismo". Matthew Goodwin, coautor de Populismo nacional: La rebelión en contra de la democracia liberal, mencionó una cadena de acontecimientos totalmente posibles que cambiarían el tono de la política mundial en los próximos años. Esto incluiría la derrota electoral de Trump, Bolsonaro y Johnson y una caída en el apoyo al partido populista Alternativa para Alemania (AfD).

Los liberales tienen buenas razones para esperar que el populismo emerja gravemente herido tras el Covid-19. Pero no deberían celebrar demasiado pronto. Trump ha tenido meses muy malos, pero la perspectiva de una "guerra cultural" en EE.UU., centrada en temas emotivos como el racismo, podría ayudar a su campaña.

Las fuerzas que primero alimentaron el populismo tampoco han desaparecido. Como señala Goodwin, algunos de los grupos sociales más atraídos por el populismo —las personas sin educación universitaria y mal pagas— se verán muy afectadas por la recesión económica.

Los votantes quizás rechacen al populismo a raíz del Covid-19. Pero no hay garantía de que los populistas se vayan a rendir tranquilamente.

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