Financial Times: Con Alberto Fernández, en la Argentina regresa la política de la traición

El Presidente debe hacer equilibrio entre las, a veces, contradictorias exigencias de las distintas facciones que componen su coalición. Mientras tanto, la economía se desploma.

Cuando le insinuaron a Alberto Fernández que quizás estaba predestinado a reconstruir sobre las cenizas, el presidente de Argentina dijo que aceptaba su destino.

"Si es mi destino, que sea mi destino. Lo importante es que construya", afirmó en una entrevista el mes pasado, y recordó que fue jefe de gabinete de Néstor Kirchner en 2003, año en que Argentina salía de una brutal crisis económica. Debido al Covid-19, que comenzó a propagarse tres meses después de su asunción en diciembre, el presidente siente un déjà vu.

Fernández ha recibido elogios por haber acordado con los acreedores la reestructuración de u$s 65.000 millones de deuda externa del país. Pero ése es sólo un primer paso en la reconstrucción de la economía argentina, que inició una espiral descendente durante la gestión de su predecesor Mauricio Macri que derivó en un rescate récord de u$s 57.000 millones otorgado por FMI en 2018.

Ahora viene una difícil negociación con el FMI para posponer el programa de reembolsos que comienza el próximo año. Durante esas conversaciones, el organismo pedirá un plan claro apuntado a reducir el déficit fiscal del país que probablemente llegue a 10% este año. Sin embargo, esa condición puede chocar con las facciones más duras de la coalición gobernante.

Muchos comentaristas opinan que el pragmático presidente hace un esfuerzo por mantener el equilibrio en medio de las exigencias, a menudo contradictorias, de sus partidarios peronistas. Eso conduce a que la toma de decisiones políticas sea caótica, a anuncios alarmantes y giros de 180 grados. Los críticos consideran que estas medidas son prueba de que el gobierno de izquierda de Fernández se está gradualmente radicalizando bajo la influencia de su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner.

Entre los últimos ejemplos figuran los intentos fallidos de nacionalizar al mayor exportador de granos del país; el congelamiento de las tarifas de telecomunicaciones por decreto presidencial; y los proyectos de ley que se impulsan en el Congreso, como un impuesto al patrimonio y una reforma judicial que, según los opositores, tiene como propósito garantizar la inmunidad de Fernández de Kirchner, que enfrenta a una serie de cargos por corrupción.

"Cada una de las iniciativas se presenta como una radicalización con motivos malvados, pero es pura política", dijo Juan Cruz Díaz, director gerente del Grupo Cefeidas, una consultora de riesgo en Buenos Aires, que también afirmó la oposición unida -aunque sin un líder- está tratando de aprovechar las verdaderas diferencias entre Fernández y su vicepresidenta.

"Necesita mantener su coalición unida para que sea competitiva en las elecciones de mitad de período del año próximo y garantizar la gobernabilidad. Pocas personas pueden bailar con todos esos actores, y uno de ellos es Alberto Fernández -por lo tanto, en términos generales, lo está haciendo bastante bien dadas las circunstancias . . . aunque las cosas estén bastante desordenadas", agregó Diaz.

El Covid-19 está demostrando ser un adversario más poderoso que las complejas facciones políticas.

La actual cuarentena que rige en Argentina, la más larga y estricta de Latinoamérica, no impidió que sea uno de los países con más muertes diarias por coronavirus, y al mismo tiempo golpeó con fuerza a la economía local. Argentina está sufriendo lo peor de ambos mundos: según la Unión Industrial Argentina, en el 63% de las empresas la producción cayó más de la mitad o se detuvo por completo.

El éxito de Fernández en la reactivación de la economía será fundamental para su supervivencia política. Pero María Esperanza Casullo, politóloga de la Universidad Nacional de Río Negro, cree que por ahora no habrá ruptura de la incómoda alianza entre los dos Fernández. "No le interesa a ninguno de los dos. Cristina no gana nada con una crisis de gobierno, lo que no quiere decir que no vaya a haber tensiones", señaló Casullo. "Si la economía se recupera y aparece una vacuna, al gobierno debería irle bien el año que viene. Pero esas son grandes incógnitas".

Traducción: Mariana Oriolo

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