El plan de Kamala Harris que inquieta a los economistas: controles de precios, más impuestos y ayudas sociales
Las medidas populistas diseñadas para ganarse a los votantes estadounidenses gozan de menos popularidad entre las empresas y los economistas.
En una semana, Kamala Harris ha anunciado una serie de propuestas económicas diseñadas para ganar las elecciones de Estados Unidos, pero ahora corre el riesgo de sufrir el rechazo de economistas y grupos empresariales.
Los planes reflejan el intento de la candidata presidencial demócrata de exponer su propia agenda económica de cara a las elecciones de noviembre, tomando gran parte de las propuestas del presidente Joe Biden, pero con características propias para combatir a Donald Trump.
Los planes económicos de Harris incluyen aumentar el impuesto a las ganancias sociedades del 21% al 28%, una prohibición federal de la especulación de precios en el sector alimentario, un plan para impulsar la oferta de viviendas y más exenciones fiscales para familias con niños y ciudadanos que compran por primera vez una vivienda.
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El denominador común de las propuestas es que todas se hacen eco de las preocupaciones manifestadas por los votantes estadounidenses, desde la alta inflación hasta el precio de la vivienda y el gasto que supone la crianza de los hijos.
Las medidas responsabilizan de la inflación a las empresas estadounidenses, a las que se pide que paguen la factura (a través de impuestos más altos), lo que supondrá un alivio para los hogares de clase media.
Algunos economistas están alarmados y critican las medidas por conducir potencialmente a una regulación excesiva de la economía e introducir elementos perjudiciales para el mercado en forma de controles de precios.
"Este plan no ha sido diseñado para atraer a los economistas", opina David Wessel, analista de estudios económicos de la Brookings Institution, un think-tank independiente afincado en Washington. "Este plan me pareció una respuesta a la ciudadanía. Refleja en gran parte lo que preocupa a los votantes y, después de todo, el primer objetivo de Kamala Harris es ganar las elecciones".
Harris no ofrece cambiar la economía estadounidense con el mismo tipo de medidas que presentaron sus predecesores demócratas. Barack Obama inició su presidencia en 2009 en plena crisis financiera mundial e intentó remodelar los sectores bancario y sanitario de EE.UU. con una legislación radical.
Biden asumió el cargo en medio de la pandemia y luego aprobó una legislación a gran escala para dar un impulso a la industria estadounidense.
Harris está destacando elementos de la agenda económica de la Administración Biden que fueron populares entre el electorado, a pesar de que su forma de gestionar la economía ha ido perdiendo popularidad y los está colocando al frente de la campaña.
"Mucho de esto es más evolutivo desde la administración Biden que revolucionario", dijo Ernie Tedeschi, execonomista de la Casa Blanca bajo Biden.
En materia de vivienda, Harris pide ayudas de u$s25.000 de los nuevos propietarios, al tiempo que pide la construcción de 3 millones de nuevas viviendas y promete tomar medidas drásticas contra los inversores financieros que compran casas para especular.
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También propone un crédito fiscal de u$s6000 para niños en el primer año de vida, y restaurar el crédito fiscal de u$s3600 para niños aprobado durante la pandemia. Para reducir el precio de los alimentos, ha propuesto una prohibición federal a los aumentos de precios en el sector alimentario, yendo un paso más en la presión ejercida por la Administración Biden sobre las empresas estadounidenses para limitar los aumentos de precios .
El equipo de campaña de Harris declaró que "las fluctuaciones de precios son normales en los mercados libres, pero la vicepresidenta Harris reconoce que hay una gran diferencia entre los precios justos y los precios excesivos".
Los propios planes de Trump de recortar impuestos en todos los ámbitos, aumentar los aranceles sobre los bienes importados y frenar la inmigración han generado preocupación entre muchos economistas que temen que puedan desencadenar un nuevo y dañino brote de inflación en toda la economía estadounidense.
Pero el equipo de campaña del candidato republicano y los economistas cercanos al expresidente han criticado con dureza la agenda económica de Harris, asegurando que medidas como la prohibición federal de la especulación de precios de los alimentos representan un peligroso giro hacia las políticas fallidas de los años 1970.
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"Todos los economistas saben que permitir que el gobierno fije los precios es un error muy grave", declaró Kevin Hassett, miembro de la Institución Hoover de la Universidad de Stanford que presidió el Consejo de Asesores Económicos durante el gobierno de Trump. "Si la Administración empieza a fijar los precios, lo que inevitablemente sucede es que el precio se fija por debajo del costo marginal y luego la oferta se agota", añadió.
Michael Strain, director de estudios de política económica del American Enterprise Institute, de centroderecha, que ha criticado a Trump y sus políticas económicas, aseguró que mucho dependerá de los "detalles" de la agenda de Harris sobre el aumento de precios, pero no pareció impresionado por las propuestas.
"Puedo entender el atractivo de intentar crear una política que coincida con la posición de los votantes sobre ese tema, pero creo que, al menos a juicio de la mayoría de los economistas, si esto no es serio, les pasará factura", puntualizó Strain.
Sin embargo, Harris parece menos preocupada por la opinión de los analistas políticos que por la de los votantes de los estados indecisos.
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Durante la campaña en Nevada este mes, la vicepresidenta se mostró a favor de una propuesta para eliminar los impuestos a las propinas, una gran ayuda para los trabajadores de restaurantes y hoteles. Se trata de una propuesta extraída directamente de la agenda de Trump.
También ha sido criticada por considerar la propuesta como algo injusto. De hecho, Wessel declaró que "¿Por qué un conductor de autobús que gana u$s20 la hora debería pagar más en impuestos que un mozo que gana u$s10 de salario y u$s10 de propinas? Eso es indefendible".
Algunos elementos del plan de Harris han recibido elogios, como la propuesta para construir más viviendas, una estrategia que también adoptó Trump. "El enfoque sobre la oferta es realmente el camino correcto", dijo Tedeschi. "Es un momento oportuno para anunciarlo, porque todo el mundo espera que las tasas de interés empiecen a bajar", añadió. "Así que ya va a ser un momento propicio para construir más viviendas".
Aun así, las propuestas de Harris generarían polémica. El Comité para un Presupuesto Federal Responsable (CRFB, por sus siglas en inglés), un organismo de control fiscal, estima que sus medidas dadas a conocer la semana pasada aumentarían el déficit en u$s1,7 billón en 10 años, sobre todo para pagar los mayores créditos fiscales por hijo.
Harris intentaría compensar ese costo aumentando el impuesto de ganancias sociedades y a los estadounidenses más ricos. Según el CRFB, la suba del impuesto de ganancias sociedades al 28% permitiría recaudar unos u$s1000 millones en una década.
En opinión de Strain, el problema de la agenda económica de Harris es que está políticamente mal enfocada. "Creo que debería apuntar a los votantes de [Nikki] Haley. Creo que debería apuntar a la comunidad empresarial", dijo, refiriéndose a los republicanos moderados descontentos con Trump. "Y creo que a ella le vendría bien no hacer propuestas que generen polémica entre los empresarios", concluyó.
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