El plan impositivo republicano carece de sustancia

El primer objetivo fijado para el plan de reforma impositiva de los republicanos, dado a conocer el miércoles, es la simplificación. Y eso parece ser lo que ofrece. Por ejemplo, actualmente hay siete categorías para el impuesto a las ganancias en Estados Unidos que van desde el 10% hasta el 39,6%. Los republicanos quieren sólo tres: 12%, 25% y 35%.

Sin embargo, la simplificación no tiene utilidad alguna si carece de sustancia. El plan sorprendentemente no especifica a cuáles ingresos se aplicarían estas tres categorías. Esa es la información que le daría significado a la propuesta. Al menos, ¿sabemos que los que ganan más pagarán menos? No. El plan dice que una cuarta alícuota más alta "podría aplicarse" a quienes tienen ingresos más elevados. Quiénes entrarán en esa categoría adicional y cuál será la alícuota, otra vez, no se especificó. Esto no es una reforma. No es una exposición de principios. Es retórica.

El plan propone un cambio hacia un sistema territorial del impuesto a las sociedades, en vez del actual sistema impositivo mundial. Idealmente, eso alentaría a que parte de los u$s 2600 millones de ganancias que generan las empresas estadounidenses en el extranjero vuelvan al país. El plan gravaría aquellos beneficios internacionales con una alícuota baja por única vez _otra vez no hubo detalles sobre cuál sería_ y permitiría que las futuras ganancias obtenidas en el extranjero sean repatriadas sin pagar impuestos.

Sin embargo, ése es un tema básico en un plan como éste. Si no sufre cambios, incentivaría a una maximización de las ganancias extranjeras. Las compañías de los sectores de tecnología y farmacéutico, por ejemplo, pueden colocar en refugios fiscales los beneficios provenientes de su propiedad intelectual.

La solución al problema de los refugios fiscales está en la característica distintiva de cualquier plan territorial. Tendría mucho sentido fijar una alícuota mínima para las ganancias internacionales, y reconocer a las compañías cualquier impuesto que paguen en el exterior (el actual sistema lo hace, pero con un impuesto alto y se difiere la obligación hasta que el dinero llegue al país). Pero los detalles crudos son importantes.

Sin embargo, el plan republicano sólo menciona una alícuota reducida para gravar las utilidades internacionales. Eso es esquivar el bulto.

Una verdadera reforma baja las alícuotas y amplía la base. El plan incluye los impuestos más bajos que quiere _específicamenteuna fuerte rebaja para las grandes corporaciones y para los propietarios de sociedades y de pequeñas empresas. Además de mencionar en forma general la eliminación de las deducciones, es escasa la ampliación de la base. La mayoría de los vacíos más significativos del sistema impositivo _intereses hipotecarios, aportes a organizaciones de caridad_ no sufre cambios.

El plan contiene dos medidas fundamentales para ampliar la base que son eliminar un tope a las deducciones corporativas para los pagos de intereses y la deducción centenaria por pagos de impuestos estaduales y locales. Las grandes empresas públicas y los fondos de private equity pelearán por lo primero a muerte.

El peso de lo segundo recaerá sobre los residentes de los estados costeros que pagan altos impuestos y son abrumadoramente demócratas, lo que eliminará cualquier chance de contar con apoyo bipartidista. Si esas excepciones sobreviven, queda muy poco del plan republicano que pueda llamarse genuinamente reforma.

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