Se tambalea la moneda de Turquía. La lira, que ya había perdido 5% contra el dólar el lunes y 4% el jueves, se derrumbó otro 16% el viernes.

La pregunta es por qué la moneda de un país elogiado por su dinamismo económico y envidiable ubicación geográfica tan cerca de los mercados de Europa y Medio Oriente atraviesa semejante situación

Y ¿cuál es el rol del gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan, que afirma que ha transformado la economía durante sus 15 años en el poder? Financial Times analiza qué hay detrás de la dramática caída de la moneda turca que inquieta a los inversores y plantea dudas sobre la competencia del gobierno en cuestiones económicas.

¿Por qué retrocede la lira? La caída es poco menos que impresionante.

La lira es la moneda de importancia con peor desempeño en el mundo; ha perdido 40% de su valor en lo que va de este año. El derrumbe que sufrió a más largo plazo es aún más sorprendente. Hace cinco años, un dólar salía 2 liras turcas. El viernes, para comprar la moneda estadounidense se necesitaban más de 6,5 liras.

Hay una serie de razones que explican la debilidad de la moneda. Durante la semana pasada, la atención estaba puesta en el extraordinario enfrentamiento que mantiene Turquía con Estados Unidos, un aliado de la OTAN hace más de 60 años. El departamento de Estado norteamericano hace unos días impuso sanciones por la detención en Turquía de un pastor evangélico nacido en Carolina del Norte, medidas que preocupan a

los mercados. Las conversaciones en el departamento de Estado de EE.UU. la semana pasada no lograron resolver el impasse.

¿Todo tiene que ver con este pastor?

No. En Turquía hay otros factores en juego.

El país ha prosperado debido al ingreso de fondos extranjeros a menudo de corto plazo, en parte como resultado de la política monetaria ultrablanda en Estados Unidos y Europa, lo que alentó a los inversores a buscar retornos más altos en Turquía y otros mercados emergentes.

Algunos analistas hace tiempo que ven a Turquía como una "apuesta a la flexibilización cuantitativa", un país que se benefició de los inmensos programas de compra de activos aplicados por economías desarrolladas. Pero a medida que la flexibilización cuantitativa de EE.UU y de la eurozona pasa a ser historia, al menos por este ciclo económico, se vuelve más difícil que lleguen los fondos que necesita Turquía.

Esos fondos están lejos de ser insignificantes.

Un informe de ABN Amro del jueves señala que a los inversores les preocupa que Turquía no pueda financiar sus requerimientos de financiamiento externo anual cercanos a u$s 280.000 millones que incluye los fondos necesarios para mantener la deuda en moneda extranjera contraida por las compañías turca y el considerable déficit de cuenta corriente del país. El informe agregó que la hipótesis de base es que Turquía recaudará suficientes fondos, pero que "los rumores sobre posibles controles de capitales a las transferencias de divisas y sobre la posibilidad de que el Fondo Monetario Internacional brinde asistencia aumentaron aún más el nerviosismo en el mercado cambiario".

¿Qué creen los mercados que es necesario que suceda?

Muchos inversores pidieron al gobierno turco que tome medidas para desacelerar el consumo del país y la economía orientada a la construcción.

La lógica es que los aumentos de impuestos y los recortes del gasto disminuirían el riesgo de aterrizaje económico severo y achicarían el déficit de la cuenta corriente, que actualmente supera el 5% del PBI. Con eso, el país dependería menos de los fondos extranjeros. La desaceleración de la economía también actuaría como un freno a la inflación, que ahora supera el 15%.

Un alza de la tasa de interés podría ayudar a combatir la inflación y ralentizar o revertir la caída de la lira, una gran consideración para las compañías turcas que enfrentan deudas nominadas en dólares y en euros que aumentaron marcadamente en los últimos años.

Según datos del banco central, las obligaciones en moneda extranjera de las compañías no financieras de Turquía ahora superan sus activos en divisas en más de u$s 200.000 millones. Sólo en los próximos 12 meses, las instituciones privadas no financieras tendrán que cancelar o renovar deuda en moneda extranjera por u$s 66.000 millones. Para los bancos turcos, la cifra es de u$s 76.000 millones.

¿Erdogan está de acuerdo con eso?

Hasta la fecha, Erdogan, el gobernante más poderoso que tiene Turquía desde Mustafa Kemal Ataturk el fundador del país moderno, no está convencido de la necesidad de "reequilibrar" la economía.

Su gobierno tomó medidas, incluyendo exenciones impositivas, para mantener el crecimiento después del sangriento golpe fallido en 2016 y, desde entonces, se muestra reacio a desacelerar las cosas. También durante mucho tiempo criticó las tasas de interés altas, las cuales este año él describió como "la madre y el padre de todo mal", porque es un obstáculo inadmisible para los emprendedores turcos.

Con este telón de fondo, el banco central turco se muestra reacio a subir las tasas, algo que no sorprende. Y el mes pasado se negó a hacerlo pese a las expectativas generalizadas de un alza. El problema es que el banco cuenta con pocas herramientas adicionales, dado que son limitadas las reservas en divisas con las que podría intervenir en el mercado.

¿Qué rol tiene en esta crisis el deslizamiento de Turquía hacia el autoritarismo?

Sin duda, la tan prolongada presidencia de Erdogan es un foco de atención. Después del intento de golpe, empezó a gobernar más por decreto. El año pasado, ganó un referéndum que amplió en gran medida los poderes de la presidencia, poderes que entraron en vigor después de que obtuvo un nuevo mandato como jefe de estado en junio de este año.

Muchos gobiernos están asustados por lo que ven como un gobierno turco cada vez más arbitrario.

Antes, durante el largo gobierno de Erdogan, el cargo de supremo económico era ocupado por tecnócratas como Ali Babacan, ex negociador del ingreso de Turquía en la UE y ministro de Asuntos Exteriores, y Mehmet Simsek, ex economista de Merrill Lynch. Esos funcionarios tenían un doble rol: con frecuencia presentaban al mundo el caso económico de Turquía, particularmente a los administradores de fondos y bancos de inversión, y aconsejaban a Erdogan mantenerse alejado de los cursos de acción que ellos consideraban peligrosos, como elevar los controles de capitales.

En algunas oportunidades las subas de tasas de interés por parte del banco central eran precedidas por charlas entre Erdogan y un funcionario como Babacan, quien le aseguraba que no había alternativa. Después de su victoria en las elecciones de junio, Erdogan designó a su yerno Berat Albayrak, un ex ejecutivo de negocios, al frente del más poderoso ministerio de finanzas. Tal como ha demostrado el desempeño posterior de la lira, a los mercados claramente no les convence esta estrategia.

Traducción: Mariana Inés Oriolo