Donald Trump: el atroz encanto de un césar americano
Una camarilla bien organizada de intelectuales de derecha está armando un manual del autoritario para el candidato republicano.
Uno u otro bando de Estados Unidos va a ganar, dice Samuel Alito, el juez conservador de la Corte Suprema estadounidense. "No te enojes, vengate", dice su esposa, Martha-Ann Alito. Por medios poco ortodoxos, la pareja se ha convertido en improbables mascotas del autoritarismo estadounidense. Algunos, como los Alito, quieren que su país vuelva a ser piadoso. Otros quieren hacer descarrilar a la élite woke de EE.UU. Todos confían en Donald Trump como el recipiente imperfecto de su causa.
Si Trump gana en noviembre, no será porque haya una corriente a favor de la autocracia. Una victoria de Trump se produciría más bien por razones mundanas, como la inflación. Pero la historia la forjan unos pocos bien organizados. Trump volvería al poder como un César estadounidense con un conjunto de medidas ejecutivas ya preparadas. Los detalles están en el plan Proyecto 2025 de la Fundación Heritage. Contiene algunas líneas libertarias. Ningún documento de 920 páginas puede ser totalmente coherente. Pero para los que sepan leer, el Proyecto 2025 es la Guerra y la Paz de la planificación autoritaria.
Una minoría de estadounidenses está totalmente de acuerdo con la voluntad de poder de Trump. Las encuestas del Democracy Fund muestran que más de una quinta parte de los votantes estadounidenses quieren un "líder fuerte que no tenga que preocuparse por el Congreso y las elecciones". Todas las encuestas muestran que cuanto más joven es el estadounidense, menos probable es que valore la democracia. En contra de lo esperado, el apoyo a Joe Biden entre los estadounidenses de más edad se ha mantenido firme. Es entre los menores de 30 años, y en particular entre los hombres jóvenes, donde Trump está logrando mayores avances. Entre ellos se encuentran los votantes afroamericanos e hispanos.
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John Burn-Murdoch expuso recientemente la creciente división ideológica entre las mujeres jóvenes, de tendencia liberal, y los hombres jóvenes, de tendencia conservadora.
Nadie sabe exactamente por qué, pero Trump atrae claramente a una corriente machista en varias comunidades no blancas. También puede aprovechar el miedo de los hombres jóvenes de todos los colores a que su género pierda terreno.
Una teoría es que los hombres jóvenes se sintieron especialmente marcados por las restricciones de la pandemia. Gran parte de su resentimiento se dirige a los sindicatos universitarios y de profesores, que mantuvieron a millones de estudiantes online durante meses más de lo necesario (si es que era necesario). La mezquindad de muchas restricciones en la pandemia se vio exacerbada por la frecuencia con la que cambiaban. Las agencias federales, como los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) y los Institutos Nacionales de Salud, también tuvieron su parte de culpa.
Sea como sea, las mujeres son cada vez más las ganadoras del actual sistema de enseñanza superior. El 65% de los estadounidenses que obtienen títulos de posgrado son ahora mujeres. Dado que cada vez más hombres creen que están excluidos por una élite estadounidense feminizada, ¿por qué no girar la ruleta trumpiana? Los pensadores proautoritarios creen que son los verdaderos defensores de la libertad. Hace sesenta años, el republicano Barry Goldwater dijo que "el extremismo en defensa de la libertad no es un vicio". Perdió, pero se adelantó a su tiempo. Si estás convencido de que sos la verdadera víctima de la tiranía, tiene sentido adoptar los métodos de tu enemigo. Cada bando llega a ver las elecciones como una proposición de todo o nada, ya que podría ser su última oportunidad.
Que Trump, no Biden, es el que tiene impulsos autoritarios es innegable. La retórica de Trump gira en torno a la retribución, impulsada sobre todo por sus propios problemas legales.
Si gana, atacará a los fiscales que lo han acusado. Biden habla de sanación, incluso cuando el tema es su hijo. Esta semana Hunter Biden fue declarado culpable de tres cargos relacionados con la tenencia ilegal de un arma de fuego. Equiparar ambas cosas es absurdo. Biden dice que respetará el proceso judicial. Se espera que Trump intente indultarse a sí mismo.
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Pero la política consiste en averiguar qué hay en la mente de los votantes influenciables. Aunque Biden siguiera vigoroso, le resultaría difícil mellar la hostilidad que tantos jóvenes estadounidenses sienten hacia el sistema que él representa. Haría bien en explicar los efectos plutocráticos de los planes fiscales de Trump. No ayudarán mucho a los jóvenes que están teniendo problemas, más allá de cualquier color. El núcleo del discurso de Biden tiene que ser la economía simple.
Pero debería reconocer la alienación que sienten algunos jóvenes estadounidenses. Muchos de sus mayores llevan años trabajando en planes para arrasar el sistema. Aliados de Heritage como la Federalist Society, que produce autoritarios judiciales como Alito, y el Claremont Institute, que defiende el cesarismo americano, adornan sus puntos de vista con referencias a las ideas de Thomas Jefferson y Friedrich Nietzsche. Pero sus objetivos no son bonitos.
El Julio César original y su hijo adoptivo, Augusto, utilizaron a la turba romana contra las élites patricias para nombrarse dictadores.
El pueblo quería más para sí mismo; los Césares se lo llevaron todo. Una tajada sería suficiente.
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