Después de años de excesivo optimismo sobre la productividad de Reino Unido, el Banco de Inglaterra tiró la toalla.

El banco central abandonó la idea de que la economía británica podía crecer de manera sostenida cerca 2,5% anual, como creía el gobernador Mark Carney cuando asumió el cargo en 2013. El Banco de Inglaterra incluso dejó de predecir que la economía podía expandirse alrededor de 1,4% anual, como dijo en 2019.

La economía del Reino Unido se encuentra en un lugar difícil, concluyó el Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra, y eso significa que sólo puede llegar a crecer a una tasa anual de 1,1% durante los próximos tres años sin alimentar la perjudicial presión inflacionaria.

El Banco de Inglaterra pronosticó una tasa de crecimiento sostenible tan baja que limitará seriamente cualquier aumento en los niveles de vida reales, dejará a las finanzas públicas con problemas para mejorar los servicios públicos y limitará los esfuerzos del gobierno para impulsar el desempeño de las regiones más débiles.

Si el crecimiento supera el 1,1%, muy pronto el banco central podría verse obligado a aumentar las tasas de interés para desacelerar la economía y evitar que se sobrecaliente.