Los inversores en Argentina tienen mucha fe en la habilidad de su presidente electo para transformar al país de ser un "caso perdido" de alto rendimiento a una economía próspera, rica en recursos físicos y humanos.

El índice bursátil Merval subió 40% desde principios de octubre, cuando las encuestas reavivaron la esperanza de que Mauricio Macri podía convertirse en el primer presidente de centro-derecha del país desde 1999. El repunte de los bonos fue aún más extremo, con los rendimientos a 10 años que cayeron de 9% a 2,25% en el mismo período.

Macri hizo muchas promesas: una serie de reformas amplias y extensas diseñadas para desmantelar los numerosos controles socialistas que brotaron durante los 12 años de gobierno de los Kirchner, primero con Néstor Kirchner y luego su esposa Cristina Fernández de Kirchner, que deja su mandato el 10 de diciembre.

El primer paso del nuevo presidente será formar un gabinete "económico" encabezado por su nuevo ministro de Economía, el reconocido Alfonso Prat-Gay, y que también incluirá a ministros de Energía, Agricultura, Producción, Infraestructura, Transporte y Trabajo para realizar los cambios.

Días después de asumir, la nueva administración piensa abolir los controles administrativos y la mayoría de las retenciones a los productos agrícolas, incluyendo granos, carne y especialmente soja. Se espera que esto estimulará la producción, que se vio obstaculizada por la aplicación arbitraria de estas reglas con los Kirchner.

El nuevo gobierno también tendrá que subir los precios del gas y la electricidad para reducir el costo de un subsidio que está alimentando un déficit fiscal abrumador cercano a 7% del PBI. Aunque son vitales para estabilizar las finanzas públicas, esas subas de precios sólo empeorarán la inflación a corto plazo. El control de la inflación anual de 20% es otra promesa clave de la campaña de Macri. No está claro qué tan rápido o y en qué grado se podrán subir las tarifas de los servicios públicos.

Tampoco está claro con qué velocidad el equipo de Macri podrá implementar el punto central de su agenda: retirar los controles cambiarios y devaluar el peso. Ambas estrategias son importantes para reactivar la exportación y la inversión (extranjera y doméstica) y para promover el crecimiento de la economía estancada del país.

Una preocupación es que se siga alimentando la inflación. Otra aún más grande es que la demanda acumulada de dólares supere las reducidas reservas internacionales en el banco central. Macri no sabrá cuánto queda en la caja hasta que tome control del banco y reemplace su hostil presidente y al directorio, lo cual podría llevar algunas semanas. Hay rumores en Buenos Aires de que tal vez sólo queden u$s 1.000 millones de reservas líquidas.

Por supuesto, el nuevo gobierno también revelará un programa monetario y fiscal para afianzar las expectativas como parte de su paquete de reformas. Sin embargo, si no tiene armas para intervenir en el mercado monetario, su única herramienta para controlar los ajustes excesivos del tipo de cambio será utilizar las tasas de interés. Si se ve forzado a subirlas significativamente, esto obstaculizaría los planes para reactivar el crecimiento.

Macri intentará usar las expectativas positivas que ha generado en los mercados financieros para obtener financiamiento privado para fortalecer las reservas y suavizar el impacto de los ajustes fiscales, monetarios y de divisas que se verá forzado a realizar. Como parte de esto, posiblemente intentará llegar a un acuerdo rápido con los "holdouts", lo que permitirá que el país soberano vuelva a los mercados de capitales.

Sin embargo, esto plantea otro reto. Cualquier acuerdo con los "holdouts" requerirá aprobación parlamentaria y la coalición Cambiemos del nuevo presidente no tiene una mayoría en ninguna de las dos cámaras del Congreso. Además su mandato no es tan sólido, ya que ganó las elecciones de segunda vuelta por un margen estrecho de 2,8%. Esto significa que la legitimidad política de Macri podría ser cuestionada si las cosas se ponen difíciles. Al menos, tendría que formar coaliciones y ganar aliados, lo cual tomará tiempo y podría diluir sus reformas.

Macri cree que nació para enfrentar estos retos y que su experiencia en Boca Juniors lo preparó para enfrentar las exigentes demandas. Sólo podemos esperar que tenga razón, porque dada la fragilidad económica de Argentina, no se puede dar el lujo de cometer errores.