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¿A Milei le alcanza sólo con las redes sociales?

El presidente argentino quiere aprovechar su popularidad para imponer un plan de austeridad radical, pero se arriesga al ostracismo político.

Días antes del ballotage, Javier Milei estaba contra las cuerdas. Su rival, Sergio Massa, un avezado operador de la coalición peronista gobernante, arremetió contra Milei por su falta de experiencia y criticó su programa radical en el debate. Milei parecía nervioso y a veces le costaba responder.

"La lectura de mucha gente, incluido yo, era que Massa había ganado", recuerda el ministro del Interior, Guillermo Francos, entonces estrecho asesor de Milei. "Pero llegué a casa y miré cuál era la opinión de la gente en las redes sociales. Su percepción era totalmente opuesta. Pensaban que Massa representaba la vieja política argentina, arrogante, orgullosa y prepotente mientras que Javier era todo lo contrario: un tipo honesto y sincero que los enfrentaba".

Milei se impuso sobre Massa con el 55,7% de los votos en la segunda. Francos, cuenta la historia como una prueba de la capacidad del execonomista televisivo para reescribir las reglas de la política tocando la fibra sensible de los ciudadanos de a pie, muchos de los cuales estaban desesperados por una alternativa a décadas de fracaso económico a manos de una "casta" de políticos corruptos e interesados.

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Tras casi tres meses en el poder, Milei apuesta ahora más que nunca por su capacidad de concitar el apoyo popular a través de las redes sociales.

Milei intenta imponer un programa de austeridad radical y de alto riesgo para sanear la golpeada economía argentina. Como un outsider político, se enfrenta a la dura oposición del Congreso, los sindicatos, los movimientos sociales y las industrias protegidas.

En respuesta, ha redoblado la confrontación, insultando a cualquiera que se le oponga y negándose a negociar.

Por el momento, la popularidad de Milei se mantiene, lo que le permite dirigir el descontento público hacia los políticos y los intereses creados a los que culpa de los problemas económicos del país. Pero si ese apoyo popular flaquea, tendrá poco respaldo institucional para su controvertido programa. Algunos analistas políticos ya se preguntan en privado si su presidencia durará los cuatro años del mandato.

En una entrevista con el Financial Times en la Casa Rosada, Milei insistió en que estaba avanzando rápidamente en la aplicación de su programa.

"Todos decían que el ajuste fiscal que propuse era imposible, que con mucho esfuerzo podría hacerse en cuatro años por lo menos", dijo Milei, refiriéndose a su promesa de convertir un gran déficit en un superávit de cinco puntos porcentuales del PBI. "Lo hice en un mes".

Errores no forzados

Pocos expertos diferían en que Argentina necesitaba un cambio profundo cuando Milei asumió el poder en diciembre. La inflación estaba fuera de control, las reservas internacionales eran insignificantes y el Gobierno estaba imprimiendo tanto dinero para financiarse que el valor del peso se había desplomado 96% frente al dólar en cinco años.

Milei, un autodenominado "anarcocapitalista" que cree en la máxima libertad individual, un Estado mínimo y el capitalismo sin trabas, había prometido en su campaña usar una motosierra con el Estado. Cumplió su palabra: sus medidas iniciales paralizaron las nuevas obras públicas, congelaron los presupuestos, redujeron casi a la mitad el número de ministerios y devaluaron el peso un 54%.

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La drástica naturaleza del programa dejó al FMI, al que Argentina debe u$s 44.000 millones, en la inusual posición de haber sugerido recortes más lentos y un gasto social adicional, según afirman personas cercanas a las conversaciones.

Milei entró en política hace poco más de dos años y su partido, La Libertad Avanza, tiene menos del 15% de los escaños del Congreso argentino. Rápidamente se encontró con problemas cuando intentó aprobar una ambiciosa legislación para reformar una economía fuertemente regulada. El Presidente presentó unas 1000 reformas destinadas a desregular el mercado laboral, promover la competencia y aumentar algunos impuestos para equilibrar el presupuesto. Alrededor de un tercio de las medidas estaban contenidas en un decreto de necesidad y urgencia, que se enfrenta a una ola de recursos judiciales por su posible inconstitucionalidad. El resto formaba parte de una enorme Ley Ómnibus que pretendía terminar con 40 años de regulación.

Pero el Congreso se negó a aprobarlas en su totalidad y, cuando empezó a desgranarlas en los debates, las medidas de subas de impuestos fueron una de las primeras víctimas. A medida que los legisladores hacían más cambios, Milei perdió la paciencia y el 6 de febrero dio órdenes desde Israel, donde se encontraba de visita oficial, de retirar todo el paquete.

"Nuestro programa de gobierno fue votado por el 56% de los argentinos y no estamos dispuestos a negociarlo con quienes destruyeron el país", advirtió en las redes sociales, publicando un meme de un póster falso de una película con él mismo como Terminator.

Milei aprovechó el discurso de apertura de sesiones ordinarias del Congreso para ofrecer a los 23 gobernadores argentinos, que controlan bloques de legisladores nacionales, una oportunidad para reunirse y acordar un pacto nacional de 10 puntos que se firmará en mayo. Entre ellos figuraban el equilibrio presupuestario y la reducción del gasto público al 25% del PBI.

Pero la propuesta se hizo en sus propios términos. "No vamos a negociar el cambio y vamos a cumplir la promesa que hicimos a la sociedad, con o sin el apoyo de la clase política", dijo a los legisladores. "Ante los obstáculos, no freno, acelero".

Alrededor de la mitad de los gobernadores y de los legisladores conservadores aliados de Milei aplaudieron la idea, pero la reacción de los centristas fue dispar y el bloque opositor peronista, el más numeroso del Congreso, contraatacó.

"Durante más de una hora, Milei no planteó una sola iniciativa que auxilie las realidades económicas de las provincias", dijeron los peronistas en un comunicado. "A este país está lo maneja una persona que se preocupa más por la cantidad de likes y retuits en X que por lograr acuerdos para sacar al país adelante".

Eduardo Vischi, jefe del bloque de la UCR en el Senado, le dijo al Financial Times que las últimas semanas "me han hecho dudar de que [el Presidente] haya tenido alguna vez la intención de querer encontrar acuerdos para sacar adelante leyes". Sin embargo, recibió con satisfacción la propuesta de pacto: "Confío en que sea genuina".

Antes, Milei había arremetido contra los gobernadores, ninguno de los cuales es de su partido. Los culpó del fracaso de su gran proyecto de reforma y tomó represalias recortando casi toda su financiación discrecional. También ordenó recortar la parte de los impuestos nacionales que se envía a las provincias que tienen grandes deudas con el gobierno central.

Ante la imposibilidad de pagar los salarios, algunos gobernadores se rebelaron. Ignacio Torres, de la provincia patagónica de Chubut, rica en petróleo, amenazó con que "ni un barril más" de crudo saldría de su territorio a menos que se restablecieran los ingresos fiscales. Aunque el partido de Torres había apoyado a Milei en las elecciones, el Presidente lo insultó públicamente, llamándolo "pobre chico" y acusándolo de no saber leer un contrato.

Convencido de que gana con cada enfrentamiento con la "casta" de políticos profesionales, Milei no se arrepiente. "Fui y negocié de buena fe", dice. "Ellos lo tomaron como un signo de debilidad (...).Al final los gobernadores tuvieron problemas financieros, así que ¿Quién perdió, nosotros o los gobernadores? Fueron los gobernadores".

"No hay posibilidad de construir nada sin diálogo", dice Rolando Figueroa, gobernador de la provincia de Neuquén, que alberga los mayores yacimientos de petróleo y gas del país. "El Presidente es elegido, pero los gobernadores también".

Las amargas disputas públicas también han alarmado a los aliados empresariales de Milei, que quieren que triunfe pero temen que esté poniendo en peligro todo su programa de reformas al negarse a negociar.

Eduardo Costantini apoya los planes de Milei, pero califica su gestión en el Congreso de "error no forzado". "La estrategia legislativa que tenía claramente no funcionó", afirma el multimillonario desarrollador inmobiliario. "Salió de esta primera vuelta prácticamente con las manos vacías".

Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural Argentina, afirma que recortar el gasto sin realizar también reformas profundas del Estado argentino en la legislatura "no es la solución". Insta al Presidente a que "baje las tensiones" con el Congreso y vuelva a intentarlo. "Encontrará mucha gente dispuesta a ayudarlo".

Pero Milei parece pensar lo contrario. Personas que tratan con el Gobierno dicen que el Presidente depende ahora más que nunca de un pequeño círculo íntimo de fieles y de su ejército de seguidores en las redes sociales, a los que dedica más de dos horas al día en Internet. Entre sus asesores más cercanos se encuentra su hermana Karina, secretaria general de la Presidencia, y Santiago Caputo, consultor político y gurú de las redes sociales, cuyo padre es primo de Luis Caputo, el ex trader de Wall Street que ahora es ministro de Finanzas.

Sergio Berensztein, consultor político, dice que el principal problema "es que el Gobierno no se deja ayudar. No escucha y es muy cerrado".

Algunos cuestionan también los resultados económicos de Milei. Eduardo Levy Yeyati, economista y profesor de la universidad Torcuato di Tella de Buenos Aires, cree que el tan celebrado superávit fiscal de enero se benefició de trucos contables, como el traspaso de pagos del Gobierno. "El superávit es insostenible", afirma."Sólo puede sostenerse si el Gobierno aprueba medidas fiscales".

El excéntrico estilo de Milei y su agresivo planteamiento político de todo o nada han desatado las especulaciones sobre cuánto tiempo podrá durar al frente de un país turbulento en medio de una profunda crisis. Algunos diplomáticos ya han empezado a especular sobre si su administración implosionará prematuramente y dejará tras de sí un caos para que lo deshaga otro, quizá la ambiciosa y más pragmática vicepresidenta Victoria Villarruel, de quien se dice que ya está maniobrando entre bastidores.

Mientras tanto, los inversores esperan a ver si Milei consigue estabilizar la economía y aprobar reformas duraderas.

Algunos observadores observan la pasión del Presidente por la ideología libertaria, los libros de texto de economía y la historia judía y se preguntan si existe en Milei una vena mesiánica que le haga disfrutar de un dramático abandono del cargo.

El propio Milei señala que su mayor héroe, Moisés, vagó por el desierto con el pueblo judío durante 40 años. Le gusta jugar el papel de académico, discutir la teoría de juegos y reflexionar sobre cómo " desarticular a Gramsci" atacando lo que él llama el socialismo en los medios de comunicación, la cultura y la educación.

"Está tirando nafta por todas partes"

En sus primeros meses, Milei pudo contar con una oposición desorganizada, aturdida por su victoria electoral e insegura de cómo responder. Pero a medida que pasa el tiempo y el presidente se gana más enemigos, crece el riesgo de que bloques políticos heterogéneos se unan para enfrentarlo.

Cristina Fernández de Kirchner rompió un largo silencio tras las elecciones para presentar este mes una carta de 33 páginas contra el gobierno de Milei.

"Todas las medidas adoptadas hasta el momento son repeticiones de políticas ya ejecutadas en el pasado", escribió. "Todas fracasaron estrepitosamente provocando sólo pobreza y dolor".

Los sindicatos han empezado a organizarse, convocando una huelga general el mes pasado y multitud de protestas más pequeñas. Los gobernadores están inquietos y a los políticos centristas les repele el estilo de confrontación de Milei.

Carlos Pagni cree que Milei necesita despertar ante la amenaza que podría suponer una amplia alianza ad hoc de legisladores descontentos.

"Ningún proyecto de gobierno se sostiene sólo con la opinión pública", afirma. "La cuestión ahora es quién se mueve más rápido para armar un bloque para un programa legislativo: ¿Milei o la oposición?".

Pero el Presidente insiste en que sus batallas con el Congreso y los gobernadores les encantan a sus seguidores. Insiste en que puede dar un vuelco a la economía argentina sin el apoyo de los legisladores, atraer la inversión privada eliminando el control de cambios a fin de año, y conseguir un Congreso mucho más favorable en las elecciones de mitad de mandato del año que viene.

"Se puede crecer mucho incluso sin hacer reformas", afirma. "Si eso nos permite llegar a 2025 con una economía mucho más fuerte en términos de actividad, empleo, salarios reales y caída de la inflación, eso significará que tendremos un Congreso mucho más afín a las ideas de cambio que estamos proponiendo."

En última instancia, es probable que la suerte de Milei dependa de la opinión pública. Según los encuestadores, aproximadamente la mitad del país aprueba actualmente al Presidente, a pesar del drástico programa de austeridad. Pero está por ver cuánto tiempo aguantarán los argentinos la caída de los salarios reales, una economía que entra en recesión y una de las inflaciones más altas del mundo.

En la Villa 31, Eruen (45 años), vendedor de ropa, dice que quería un cambio, pero añade: "No esperaba uno tan extremo. Me cuesta llegar a fin de mes. Pero tengo la esperanza de que las cosas mejoren... El país estaba tan arruinado antes que esto no cambia de la noche a la mañana".

Evelyn (23 años) ayudante en una carnicería, votó a Milei el año pasado. "Antes me gustaba 10/10, ahora diría 7/10", dice. "Creo que las medidas que está tomando empezarán a surtir efecto (...).Le doy este año para ver resultados. Y quizá un poco el año que viene".

"Hasta ahora, el apoyo a Milei es prácticamente el mismo que cuando ganó las elecciones", dice Berensztein. "En el futuro dependerá de lo rápido que baje la inflación. Si consigue bajarla al 4% o 5% mensual a mediados de año y evita la apreciación de la moneda, tendrá mucho capital político".

Los precios subieron 20,6% mensual sólo en enero. Aunque se espera que la inflación se ralentice hasta alrededor del 15% mensual en febrero, eso seguiría equivaliendo a una tasa anual del 314%, y los salarios van muy por detrás.

Jorge Day, investigador del centro de estudios IERAL, calcula que los trabajadores del Estado han perdido aproximadamente el 16% de su poder adquisitivo en sólo dos meses, hasta finales de enero. Tampoco les ha ido bien a los jubilados, cuyas pensiones no han aumentado del todo para compensar la inflación.

Milei reconoce el dolor económico, pero señala que esto es lo que votó la mayoría de los argentinos y descarta el espectro de las protestas masivas. "La gente cree que puede aguantar un año", dice. "Al menos eso dicen las encuestas. Además, las expectativas sobre el futuro están mejorando". En su entrevista con el FT, se refirió más de una vez a la posibilidad de ganar un segundo mandato "si las cosas van bien".

Pero muchos, incluidos algunos de sus partidarios, cuestionan que la enorme apuesta del Presidente pueda tener éxito. "Están asumiendo grandes riesgos sin un plan B", afirma Levy Yeyati, de Torcuato di Tella. "Están quemando sus puentes con la oposición, incluidos aquellos que podrían ayudarles. Si la estabilización fracasa o Milei pierde apoyo, el Gobierno puede enfrentarse a una parálisis en plena crisis y se puede perder la oportunidad de una recuperación".

O, como dijo un embajador en Buenos Aires: "Está tirando nafta por todos lados. En cualquier momento puede explotar".

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