INVOCÓ EL ART CULO 50 DEL TRATADO DE LISBOA

May dio el puntapié inicial del Brexit y pidió a Europa no castigar al Reino Unido

La premier hizo hincapié en respetar los derechos de los ciudadanos británicos que viven en el continente y los europeos que habitan las islas

Que el Reino Unido haya invocado el Artículo 50 del Tratado de Lisboa es un símbolo potente de la histórica transición.Y no sólo es simbólica: Gran Bretaña está dándole la espalda a más de cuatro décadas de integración política con Europa. La primera ministra Theresa May ayer mantuvo un tono constructivo en la Cámara de los Comunes y en su carta a Donald Tusk, el presidente del Consejo Europeo. De ese modo, sentó una sólida base para las duras negociaciones que se vienen. May se mostró respetuosa de los valores liberales y los logros del bloque de la UE. Enfatizó que el proceso de separación debe ser gradual, suave y ordenado, dejando de lado los imprudentes comentarios de los ministros que consideran aceptable una salida brusca. Ella reconoció, por lo tanto, que las compañías británicas tendrán que aceptar las normas de la UE cuando comercializan con el bloque. Finalmente, hizo hincapié en la importancia de alcanzar un acuerdo sobre los derechos de ciudadanos británicos que viven en la UE, y viceversa.


Esas fueron palabras responsables. Al igual que el reconocimiento de que, después del Brexit, muchos poderes que regresan al Reino Unido deberían a su vez ser devueltos a Edimburgo, Cardiff y Belfast. May está decidida a preservar la unión, reconociendo al mismo tiempo que se debe evitar una frontera rígida entre las dos Irlandas.
Lo más importante fue lo que la primera ministra no dijo. La ausencia de amenaza fue un bienvenido alejamiento de la retórica estridente que ella venía sosteniendo. Hubo una sola lamentable excepción. Su carta sugiere inequívocamente que continuar o profundizar el actual nivel de cooperación en seguridad entre el Reino Unido y la UE depende del acuerdo de salida. En cooperación militar y de inteligencia es donde Gran Bretaña tiene más para ofrecer a Europa. Eso daría al Reino Unido cierta influencia en las negociaciones. También es cierto que reducir la cooperación en respuesta a una ruptura diplomática sería un acto inmoral que podría poner en peligro vidas humanas. Por lo tanto, fue un error seguir sosteniendo lo que finalmente es una amenaza vacía.


Las negociaciones pondrán a prueba la visión de futuro de ambos lados. Los acontecimientos inesperados requerirán de ajustes. Sin embargo, hay principios generales a los que deberían adherir las partes. El Reino Unido debería apuntar a resolver rápidamente la "factura del Brexit" _el dinero a pagar por Gran Bretaña para cancelar sus obligaciones con Europa_ y los derechos de los ciudadanos de la UE que residen dentro de sus fronteras. Gran Bretaña es lo suficientemente grande para cumplir con sus compromisos financieros anteriores al Brexit, y permitir a los ciudadanos de la UE permanecer en su suelo. Las negociaciones no deberían estar dominadas por los argumentos a favor de un pago único (que podría escalonarse) cuando está en juego una relación económica que perdura.


Hasta la fecha, la política británica se consumió el debate por el Brexit. Ahora la Unión Europea sin Gran Bretaña tendrá la palabra. Westminister debería prepararse para escuchar algunas duras verdades, tal como dijo May. Por su parte, la UE debería actuar como un bloque. Ambos lados perderán si los puntos acordados se desvanecen cuando los renegados miembros de la UE disienten. La UE debe también estar dispuesta a empezar a negociar la transición y el comercio antes de que se fijen los términos de la salida. Bruselas insiste en que eso no es posible bajo el Tratado de Lisboa. En la práctica, con un plazo de dos años para negociar, no es momento de trabajar secuencialmente. Es una oportunidad para que la UE demuestre la buena voluntad, incluso si no se puede cerrar un amplio acuerdo comercial hasta que no esté listo un acuerdo de salida.


May pidió una "relación profunda y especial" con Europa. Eso debería ser el objetivo de todos. Nadie debería subestimar los inconvenientes que surjan. Si Europa restringe el deseo de castigar al Reino Unido, y el Reino Unido no sobrestima su poder de negociación, sigue siendo posible que el resultado sea bueno.

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