SI GANARA LÓPEZ OBRADOR NO SER A TAN ESPANTOSO COMO MUCHOS SUPONEN

Los temores hacia el populismo latinoamericano son exagerados

Es poco probable que las elecciones de Brasil y México que se llevarán a cabo en el 2018 deriven en las políticas caudillescas que tanto preocupan a los inversores

La economía mundial muestra un avance sincronizado y los mercados lo aprovechan, salvo una región.

Éste podría ser un año crucial para toda América Latina. Brasil, México, Colombia, Costa Rica y Paraguay tienen elecciones presidenciales en 2018, al igual que Venezuela, si bien hay ciertas dudas sobre si se llevarán a cabo.Incluso Cuba tendrá nuevo jefe de Estado con apellido que no será Castro.

Esto podría ser significativo porque los inversores extranjeros tienen un antiguo y característico hábito de sobrerreaccionar a los acontecimientos políticos en Latinoamérica. La llegada al poder de un autócrata populista a menudo deriva en un derrumbe de la confianza (y la triste historia de Venezuela sobre los últimos 20 años muestra por qué podría suceder).

Sin embargo, la mayor parte del tiempo los populistas que siempre se muestran enojados tienden a comportarse con mayor sensatez cuando asumen el poder. El ejemplo más espectacular por lejos fue la recuperación que registró Brasil después de que Luiz Inácio Lula da Silva (Lula) fue electo presidente por primera vez a fines de 2002. En un primer momento se tomó como un escenario del Armagedón pero Lula en el poder terminó siendo pragmático mientras el auge de los commodities hacía volar las acciones en Brasil. Desde noviembre de 2002, cuando Lula ganó las elecciones, hasta diciembre de 2007, el índice MSCI Brasil trepó más de 1000%. Esa alza triplicó la suba de los mercados emergentes en su conjunto.

¿Cuáles son las chances de que la constante relación amor-odio que tiene el continente con los caudillos populistas genere una oportunidad de compra como la de este año?

No se puede descartar, si bien es difícil imaginar un hecho tan impresionante como la recuperación que comenzó en 2002 con Lula. América Latina no está irresistiblemente barata en este momento, ya que cotiza a un múltiplo precio/ganancias de 17,7, según MSCI. Para los mercados emergentes, ese múltiplo es de 15,1. Brasil está atravesando lo peor del horrendo caos político que destituyó a la ex presidente Dilma Rousseff y comenzó una recuperación económica, pero eso fue recibido con demasiada euforia en los mercados.

Los que compraron a principios de 2016, a esta altura ya obtuvieron una ganancia de 160%.

Casi todos los países al sur del Canal de Panamá tienen exposición a China, por lo que el constante crecimiento allá ayudará a la percepción sobre las economías andinas y la brasileña. Y otra desaceleración sería perjudicial. México sigue estando sumamente expuesto a Estados Unidos, en particular al actual riesgo de que Norteamérica decida retirarse del acuerdo de libre comercio Nafta. Los movimientos en los cimientos más grandes de la economía mundial podrían ahogar cualquier entusiasmo político en la región.

Pero Latinoamérica todavía no puede aprovechar el entusiasmo que se observa en otros lugares. Desde que la victoria electoral de Enrique Peña Nieto en México a mediados de 2012 provocó la última ola de optimismo, México y Brasil bajaron 11% y 14% respectivamente, mientras que los mercados emergentes subieron 32%.

Hay margen para que suban mucho en poco tiempo, y es imposible que haya extrema confusión y volatilidad en los próximos meses mientras se desarrollan dos importantes elecciones. México tiene un sistema electoral de una vuelta, por lo que los presidentes pueden y ganan elecciones con menos de la mitad del electorado. El candidato favorito es Amlo Andrés Manuel López Obrador, que fue dos veces derrotado por escaso margen, se desempeñó como ex alcalde de la Ciudad de México y se muestra como paladín de la izquierda. Es carismático y mesiánico, y una victoria suya asustaría a los mercados.

Se enfrenta al impopular y antes hegemónico partido oficial PRI, que tiene como candidato a un experimentado tecnócrata llamado José Antonio Meade, mientras que mediante un extraño cambio forzado por el sistema electoral, los partidos tradicionales de derecha y de izquierda juntos nominaron a Ricardo Anaya Cortés, de 38 años. Los tres candidatos son capaces de ganar una tercera parte de los votos y, por lo tanto, los tres podrían ganar.

México ha sido un modelo de rectitud fiscal y monetaria desde su última gran crisis financiera en 1994, por lo que una victoria de Amlo podría asustar a los mercados. Sin embargo, él tiene antecendentes en gobierno ya que fue seis años alcalde de Ciudad de México y demostró ser competente y pragmático; la situación que ahora enfrenta es muy similar a 2006, cuando parecía tener un largo camino por delante y finalmente perdió la votación por muy poco. Bien puede perder, pero si gana no debería ser tan espantoso como muchos suponen.

Mientras, el resultado electoral en Brasil es muy abierto dado que su escándalo de corrupción hizo a un lado a muchos de los potenciales candidatos. Los favoritos son el mismo Lula, suponiendo que le permitan presentarse luego de la condena de segunda instancia, y Jair Bolsonaro, que ahora encabeza las encuestas con su agresiva retórica de extrema derecha. Eso no es saludable. Pero otra vez, hay chances de que Brasil surja con un presidente viable, con alguna clase de mandato para actuar (gracias a su sistema de dos vueltas), algo de lo que ha carecido el país casi totalmente en los últimos cuatro años de agitación política.

Los mercados mundiales están produciendo mucho entusiasmo pero pocas gangas en este momento. Para aquellos países con una constitución sólida y preparación para aprovechar las oportunidades, este año crucial en la política latinoamericana bien podría ofrecer lo más parecido a una ganga.

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