Lo bueno, lo malo y lo feo del alza de las acciones tecnológicas

Hay dos maneras de ver la suba de la bolsa. ¿Es especulativa, irracional, alimentado por la manía de las acciones tecnológicas?¿O se trata de una respuesta racional y lógica a una grave conmoción económica?

Pese a que estamos atravesando la recesión económica más profunda desde la Gran Depresión, el índice S&P 500 subió 6,5% este año. Apple tiene una capitalización de mercado de u$s 2 billones; Facebook tiene un valor de u$s 762.000 millones; y Tesla está valuada en u$s 394.000 millones. Incluso Nikola —un fabricante de camiones a hidrógeno y batería que aún no vendió ningún vehículo— estuvo por un breve período valuada en u$s 34.000 millones. Sabiendo el desastre que se venía para la economía, pocos analistas hubieran pronosticado un alza tan espectacular de la bolsa estadounidense.

Hay dos formas de ver esta suba del mercado. ¿Es especulativa, irracional, insostenible o falsa de alguna manera, alimentada por el furor por las acciones tecnológicas, por una ola de jóvenes inversores que operan desde sus teléfonos móviles y por la liquidez que brindó el banco central como respuesta al Covid-19? ¿O es una respuesta lógica y racional a un serio shock económico y a la resultante probabilidad de tener bajas tasas de interés durante mucho tiempo? Aunque los inversores siempre le temen a una burbuja, la explicación racional es aún más alarmante.

Las tasas de interés bajas pueden temporalmente justificar precios de acciones más altos porque hacen que las ganancias corporativas actuales y futuras sean más valiosas. A una tasa de interés de 5%, se necesitan u$s 20 millones para ganar u$s 1 millón al año, mientras que, a una tasa de interés de 1%, se necesitan u$s 100 millones. Por eso es cuando las tasas de interés bajan, se aprecia más el millón de dólares anual en ganancias corporativas. Por lo tanto, preocupa el mensaje que transmite el alza de los precios de las acciones de que los mercados por ahora prevén poco crecimiento y tasas de interés bajas.

Pero eso no es todo. La caída de las tasas de interés puede conducir un aumento temporario de los precios de las acciones pero, al menos en teoría, también debería inducir a una mayor inversión.

Pero si los inversores otorgan un mayor valor a las utilidades, quiere decir que no esperan que la mayor competencia las erosione. En otras palabras, ven a una compañía disfrutando de ganancias monopolistas y prevén que continuarán.

Esa posibilidad se vincula con una serie de investigaciones pre-Covid realizadas por economistas como Germán Gutiérrez y Thomas Philippon, que argumentan que la mayor concentración y menor competencia generan en las compañías mayores utilidades pero menores inversiones en EE.UU.; o como David Autor y sus coautores, que estudiaron cómo las llamadas compañías superestrellas hoy dominan sus mercados.

El ajuste del mercado a las tasas de interés más bajas debería ser algo puntal -no significa que el precio de las acciones seguirá subiendo. Además, gracias a su posición monopólica, estas compañías dominantes sofocarán la inversión en general. Es difícil encontrar soluciones adecuadas, pero la demanda que inició el Departamento de Justicia de EE.UU. contra Google por posición dominante esta semana, en la que se argumenta que el gigante tecnológico sofoca a la competencia, tiene sentido.

Hay indicios tanto de furor como de racionalidad en el mercado de valores estadounidense. El raro comportamiento de las acciones de compañías como Hertz este año —intentó vender acciones nuevas por u$s 1000 millones pese a estar en quiebra— evidencia el entusiasmo de los operadores minoristas.

Pero siempre que un auge especulativo involucre acciones, no deuda, puede tener efectos positivos para la sociedad. Consideremos el caso de Tesla. A diferencia de Facebook, compite en un mercado altamente competitivo, contra rivales como BMW, Mercedes y Toyota. A diferencia de Facebook, no genera mucho dinero en este momento. También, a diferencia de Facebook, necesitará mucho capital para construir nuevas fábricas y financiar inventarios de autos: Recaudó en la bolsa u$s 5000 millones en septiembre.

Sin duda, numerosos inversores de Tesla creen que las baterías o las tecnologías de conducción autónoma de la compañía les permitirán obtener ganancias monopolistas en el futuro. Pueden estar equivocados o pueden tener razón. Pero los reguladores de la competencia pueden preocuparse por eso cuando suceda.

No importa si Tesla es un éxito o un desastre para los inversores, todos los demás seremos ganadores por sus esfuerzos. A veces la exuberancia semi-racional, y no el frío cálculo, hace que el mundo avance.

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