Las máquinas no son enemigas de los trabajadores

Las computadoras pueden reemplazar fuerza laboral, pero las habilidades humanas aún tienen valor

Muchos de nosotros ya hemos perdido la "carrera contra las máquinas"; sólo que no lo sabemos todavía. Ésa es la conclusión de la nueva investigación realizada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

A diferencia de la mayoría de los estudios sobre el impacto de la automatización, éste no se basa en conjeturas informadas sobre lo que las máquinas serán capaces de hacer dentro de 20 años. En su lugar, toma tres habilidades básicas que 75% de nosotros utilizamos cada día en nuestro trabajo la alfabetización, el cálculo y la solución de problemas mediante computadoras y compara nuestro rendimiento con las capacidades de las máquinas. Los resultados son alarmantes, pero en lugar de desesperarnos, sugieren que deberíamos reevaluar la carrera completamente.

La OCDE conoce bien nuestras competencias porque ha sometido a 216,000 adultos en 40 países a una evaluación de 50 minutos llamada Estudio de Habilidades de Adultos. En la evaluación, a un grupo de informáticos se les dio la misma prueba y se les preguntó qué preguntas las computadoras podrían responder utilizando tecnología que existe, pero que no necesariamente ha sido lanzada todavía en los centros de trabajo. ¿La conclusión? Casi un tercio de los trabajadores utilizan estas habilidades cognitivas a diario en sus puestos de trabajo y, sin embargo, sus niveles de competencia ya han sido igualados por las computadoras. Alrededor de 44% aún son mejores que las máquinas. El restante 25% tienen trabajos en los que no se utilizan estas habilidades a diario.

Hay dos salvedades. En primer lugar, la OCDE sólo les preguntó a los informáticos su opinión sobre lo que podían hacer las computadoras. Los resultados serían más convincentes si las máquinas realmente fueran puestas a prueba. En segundo lugar, sólo porque existe la tecnología no significa que se vaya a implementar rápidamente en el lugar de trabajo. Depende de cuán fácilmente pueda ponerse en funcionamiento, cuánto cuesta en relación con el valor que crea, y si las compañías tienen el deseo de invertir.

Aun así, las consecuencias del estudio son difíciles de ignorar. Stuart Elliott, el autor, concluye que, en un período de 10 a 20 años, solamente los trabajadores con un fuerte nivel de alfabetización y buenas habilidades en cálculo serán cómodamente más eficientes que las computadoras. Actualmente, sólo alrededor de uno de cada 10 adultos en edad laboral en los países de la OCDE cumplen este estándar.

Es cierto que los sistemas de educación en la mayoría de los países han estado mejorando. Sin embargo, a no ser que ocurran asombrosas mejoras en la educación, parece que sólo un pequeño grupo de personas puede ganar esta carrera.

Pero eso no significa necesariamente que todo el mundo será innecesario. En la mayoría de los trabajos, las personas combinan habilidades cognitivas con otras capacidades humanas: movimiento físico; visión; sentido común; compasión; habilidad técnica. En muchos de estos frentes, las computadoras están rezagadas respecto a los humanos, si es que siquiera están participando en la carrera.

Los riesgos que las computadoras, cada vez más inteligentes, representan para los trabajadores son claros, pero las oportunidades están en maximizar el valor de sus capacidades humanas. Para algunos, como los chefs talentosos, la batalla ya está ganada. Otros pueden necesitar hacer uso de las computadoras para aprovechar sus talentos humanos. Para los trabajadores menos cualificados, la evidencia sugiere que trabajar junto con la tecnología puede ayudar a sus perspectivas.

Investigaciones realizadas por Richard Blundell, profesor de economía de la University College de Londres, sugieren que a los trabajadores poco calificados suele irles mejor en las grandes compañías que invierten mucho en investigación y desarrollo. Tienen salarios más altos que otros trabajadores poco calificados y tienden a permanecer con sus empleadores por más tiempo.

Estos resultados, aunque preliminares, son un recordatorio de que la tecnología no significa necesariamente una catástrofe para todos excepto para los más calificados. La mejor respuesta a la carrera contra las máquinas es no intentar detener las máquinas; sino ayudar a los seres humanos a subir a bordo.

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