La vulnerabilidad de Brasil es una gran oportunidad para inversores chinos

China se puede convertir en el salvador o solamente en un gran acaparador de activos

El súper puerto de Açu, cerca de Río de Janeiro, fue bautizado como la "autopista hacia China" por el ahora ex multimillonario caído en desgracia Eike Batista, cuando lo inauguró hace más de 10 años.

Poco del imperio empresarial brasileño de Batista sobrevivió tras el fin del "auge" de las materias primas y quebró en 2014 dejando una estela de promesas exageradas y gastos extravagantes. Pero un proyecto que ha prosperado es el puerto de Açu. Revitalizado por su nuevo propietario, la firma de inversiones de capital privado EIG Global Energy Partners, con sede en EE.UU., se ha convertido no sólo en una autopista hacia China, sino que pronto podría ser parcialmente propiedad de compañías chinas.

Ubicado en las playas al norte del estado de Río de Janeiro con un muelle de casi tres kilómetros sobre el Océano Atlántico sur, ya sirve como puerto para los embarques de mineral de hierro hacia China y como base logística para los grandes yacimientos de petróleo en alta mar de Brasil, en los que están interesados dos de las mayores compañías petroleras de China, Sinopec y Cnooc.

Ahora, EIG busca expandir el puerto y desarrollar nuevos negocios, desde terminales de contenedores hasta centrales eléctricas y una conexión ferroviaria, lo que generó interés en China.

"Los chinos son un socio importante, a la larga tienen tal masa crítica que uno los quiere no sólo como clientes sino también como copropietarios", contó R. Blair Thomas, CEO de EIG. La firma de inversiones es el accionista mayoritario de Prumo Logística, el grupo que administra el puerto Açu.

Las conversaciones de las empresas chinas interesadas en invertir en Açu forman parte de una oleada de inversiones que vienen haciendo grandes compañías del país asiático en Brasil en los últimos dos años.

Además de Sinopec, entre las empresas chinas que han comprado activos en Brasil se encuentran China Three Gorges Corporation (que construyó la represa del mismo nombre), el especialista en transmisión de energía State Grid Corp, la compañía de comercio internacional Cofco y HNA, el conglomerado que incluye desde negocios de aviación hasta firmas financieras. Empresas de tecnología como Baidu también han incursionado en la economía más grande de América Latina.

Las operaciones en las que participaron compañías chinas superaron los u$s 10.000 millones este año y en 2016, según Dealogic

Para Brasil, el auge de la inversión china no pudo haber llegado en mejor momento, dado que ayudó a apuntalar la castigada economía de Brasil. El PBI se contrajo más de 7% en los últimos dos años en la peor recesión que sufre el país mientras lucha por lidiar con un escándalo de corrupción masivo.

La oleada de interés en Brasil representa un cambio de rumbo significativo para Beijing. Desde 2005, China otorgó préstamos por más de u$s 140.000 millones a América Latina, casi la mitad a Venezuela. Sin embargo, Beijing ha diversificado cada vez más sus inversiones alejándose de Venezuela y de otros aliados tradicionales en la región, como Ecuador, para inclinarse más hacia países con una base financiera más sólida y con mayores posibilidades estratégicas, principalmente Brasil.

Están quienes ven la asociación como un matrimonio de dos potencias económicas emergentes: China, el líder industrial de rápido crecimiento, y Brasil, la potencia de recursos agrícolas y naturales.

"Creo que es una combinación natural", aseguró Marcelo Kayath, ex codirector de banca de inversión en Credit Suisse en Brasil y fundador de la firma de inversiones QMS Capital. "China tiene exceso de capital y know-how en infraestructura; y necesitan lo que nosotros tenemos, que es materias primas y alimentos".

Pero los políticos nacionalistas brasileños están comenzando a cuestionar la influencia de China de cara a las elecciones presidenciales del próximo año. La invasión de Beijing en el patio trasero de EE.UU. también está causando preocupación en Washington.

"Si Brasil con todo su peso económico e influencia en la región se combina fuertemente con China, esa realidad cambia bastante el paisaje estratégico", dijo R. Evans Ellis, profesor de investigaciones de Estudios Latinoamericanos del Strategic Studies Institute, que pertenece a la US Army War College.

Las inversiones chinas en el resto del mundo, fuera de Brasil, han caído 40% en los primeros ocho meses del año luego de alcanzar un máximo de u$s 170.000 millones en 2016 como resultado de las enérgicas medidas de Beijing para limitar las inversiones en el extranjero. No obstante, la situación ha sido completamente diferente en lo que respecta a los negocios de China en Brasil.

De acuerdo con Dealogic, las fusiones y adquisiciones de empresas brasileñas anunciadas en el año ascendieron a un total de u$s 10.800 millones este año, en comparación con u$s 11.900 millones de todo el año pasado. Estas cifras se comparan con los casi u$s 5000 millones de 2015 y son las más altas desde el récord de u$s 12.500 millones de 2010.

Los analistas sostienen que el aumento de la inversión en Brasil comenzó alrededor de 2010 como parte de una directiva estatal d aumentar la seguridad alimentaria y energética de China a través de adquisiciones en el extranjero.

"Las industrias como la energía, la minería y la agricultura son prometedoras y complementarias para la economía china", explicó Cui Fan, profesor de comercio internacional de la Universidad de Negocios Internacionales y Economía de Beijing. "Invertir en Brasil también puede ayudar a las empresas chinas a exportar al Continente Americano".

En una segunda fase, en 2014, las inversiones se diversificaron hacia la manufactura y otras industrias enfocadas en el mercado interno de Brasil, ya que China estaba buscando un mercado para el exceso de capacidad industrial que tenía en acero, automotores y otras manufacturas locales.

Los bancos chinos con respaldo estatal se establecieron en Brasil durante esta fase. Los bancos y grupos de inversión chinos también respaldan el Fondo China-Brasil de u$s 20.000 millones, un fondo administrado por Beijing para financiar proyectos de infraestructura que se lanzó formalmente en mayo de este año.

"Actualmente las inversiones del gobierno brasileño son pocas. China tiene la ventaja del capital, la tecnología y la capacidad para construir", señaló Zhang Jun, del estudio jurídico brasileño Demarest.

Los abogados y los banqueros aseguran que el año pasado empezó una tercera fase. En lugar de enfocarse en objetivos geoestratégicos específicos, actualmente las compañías chinas han comenzado a actuar más como multinacionales convencionales, buscando rendimientos competitivos e invirtiendo de manera oportunista en una amplia gama de industrias.

"Están observando con ojos de inversores", dijo Reinaldo Guang Ruey Ma, director del área china en el estudio jurídico Tozzini Freire, con sede central en San Pablo. "Bromeamos que en la imaginación de los brasileños hay dos ideas sobre China: que china tiene mucho dinero y que los chicos van a comprar todo". La primera es correcta. La segunda no."

La ola más reciente de inversiones chinas también se potenció a raíz de una investigación de corrupción que ha conmocionado a Brasil, según los analistas. Conocida como Lava Jato, la investigación que ha descubierto una red de sobornos a cambio de contratos entre políticos, compañías estatales y contratistas privados llevó a la quiebra a muchas compañías y ha forzado a otras a vender activos. Una de ellas, Odebrecht, un gran grupo de construcción, en julio vendió su participación mayoritaria en el aeropuerto internacional de Río de Janeiro Galeão, al conglomerado chino HNA en una operación que se cerró por 1000 millones de reales (u$s 310 millones).

Lava Jato también profundizó la peor recesión en la historia del país. Para apuntalar el presupuesto federal, el gobierno del presidente Michel Temer está privatizando activos que van desde compañías hidroeléctricas hasta la casa de la moneda nacional.

"El último y quizás más importante factor es la inmensa oferta de activos derivada del Lava Jato; de repente, todo está en venta, desde puertos y autopistas hasta aeropuertos y ferrocarriles", dijo Ma."Si los chinos hace cinco años hubieran dicho que querían comprar la mayor constructora de Brasil, la gente se habría reído. Hoy dicen: "siéntense y hablemos." La conversación ha cambiado", agregó.

El rápido aumento y la gran escala de la inversión china tomaron a muchos por sorpresa. CTG, por ejemplo, invirtió u$s 7000 millones en una cartera que incluye 17 plantas hidroeléctricas, algunas de las cuales le compró a Duke Energy de Estados Unidos, 11 campos eólicos y una compañía de comercio internacional.

"Éste es un país que tiene un estado de derecho sólido; por lo tanto, sentimos que nuestras inversiones, nuestros intereses están protegidos", explicó Li Yinsheng, CEO de CTG Brasil, que representa más de 10% del grupo Three Gorges Group en términos de facturación. Estamos acá para quedarnos."

Beijing se enamoró de otros países latinoamericanos, como la ahora azotada Venezuela, como potenciales aliados izquierdistas pero luego le desilusionó la falta de disciplina financiera.

Por el momento, las empresas chinas no están enfrentando la misma resistencia política a sus inversiones en Brasil que en otros países, como Australia, donde los inversores chinos han sido excluidos de algunas operaciones ligadas a terrenos agrícolas y empresas de transmisión de electricidad. En 2009, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva limitó las compras extranjeras de tierras en una medida que, según muchos, estaba dirigida a la adquisición china de grandes estancias agrícola. Pero esta vez, Brasilia está desesperada por atraer cualquier inversión.

Sin embargo, con las muy disputadas elecciones que se avecinan en Brasil el próximo año, esta situación benigna podría no durar. El político de extrema derecha y candidato presidencial Jair Bolsonaro, que actualmente ocupa el segundo lugar en las encuestas de opinión de cara a las elecciones de 2018, dice: "Lo que necesitamos es tomar conciencia de que China está comprando a Brasil. No comprando en Brasil, sino comprando a Brasil".

Larissa Wachholz, directora de Vallya, una consultora que trae inversores chinos a Brasil, señaló: "Cuando los chinos comiencen a entrar en áreas estratégicas, tendrán que pensar en hacer relaciones públicas estratégicas porque están empezando a captar la atención de personas a las que no les gusta lo que están haciendo".

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